10

828 85 8
                                    

— chaper ten —
stay

📍GOTHAM
Atenea Maximoff




TENSÉ LA MANDÍBULA REPRIMIENDO UNA MUECA DE dolor por el tacto un poco brusco de Jason sobre mi hombro. Ya pasaron unos cuantos días y no hago más que descansar y no hacer una mierda, odio sentirme tan inútil. Está de más decir la obviedad de que Jason aún está metido en su mierda, tampoco hay mucho que pueda hacer porque sale más de lo que está aquí.

—¿Te duele mucho? Te traigo algo para tomar —murmuró señalando la tableta de pastillas a unos metros, negué de inmediato, es solo este momento.

—Estoy bien, solo termina de limpiar —solté un suspiro silencioso desviando la mirada hacia algún punto de la habitación.

Sentir la respiración de Jason tan cerca mío me está poniendo los pelos de punta, más cuando ni siquiera soy capaz de mirarlo a los ojos por más de un minuto.
Bajé la mirada hacia mis piernas; estoy sentada en la mesa con Jason metido entre ellas, ¿cuándo se había acercado tanto?
Sentí la suave tela de la gasa sobre mi piel, dando por finalizado el cambio de vendaje.

—¿Por qué no me miras? —su pequeña risa burlona me hizo pegar un salto.

Fruncí el ceño confundida, pero antes de que pudiera decir algo, dos ásperos y fríos dedos tomaron mi mentón, desviando mi atención del ventanal hacia su rostro.
Conecté mi mirada con sus distantes ojos verdes por primera vez luego de unos cuantos días.
Analicé su aspecto con atención, notando que ya no parece tan lúcido y confiado como antes. Las ojeras marcan con fuerza sus ojos y la expresión de cansancio domina en su rostro a la par de sus hombros caídos.

—No puedes, ¿verdad? —su sonrisa se desvaneció, convirtiéndose en una mueca amarga.

—Jason... —me rasqué la nuca con incomodidad, aunque no está tan errado. Verlo a los ojos me recuerda la muerte de Hank por más que no quiera.

Él soltó un suspiro tembloroso, alejándose de mí como si estar cerca mío le quemara. Me reincorporé con rapidez, tomando su mano al notar la inquietud resplandeciente de su cuerpo.
Distintos sentimientos ajenos me golpearon en el pecho; angustia, inseguridad, arrepentimiento u culpa.

—Tienes miedo de que te haga algo —soltó mi mano con brusquedad, retrocediendo sobre sus pasos para mirarme de lejos—. Temes que te entregue a Crane, ¿verdad?

—No —lo miré sorprendida, preguntando de dónde carajo habrá sacado esas conclusiones—. Es solo... mi mente sobrepensando más de lo que debería. Y no, no te tengo miedo ni pienso que seas capaz de entregarme a Crane.

—¿Entonces por qué te alejas de mí? —cuestionó en un hilo de voz.

Vacilé viéndolo pasar las manos por su cabello, despeinándose. Y me pregunté a mí misma, ¿en qué momento Jason había recaído tanto?
Saliendo de mi propia burbuja, bajé de la mesa parándome frente a él.
Esperé a que retomara un poco el ritmo regular de su respiración, dándole su tiempo para calmarse.

Bajé la mirada hacia sus puños cerrados, resaltando el color blanco de los nudillos por la tensión del agarre.
Con lentitud, di pequeños pasos hacia él, lo suficiente para poder mirarlo de cerca.
Cautelosa, extendí mi mano hacia arriba ante la fija mirada de Jason en mis movimientos. Apenas mi mano acunó su mejilla me aseguré de transmitirle un sentimiento de confort y tranquilidad.

𝙋𝙀𝘾𝘼𝘿𝙊 | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora