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— CHAPER NINE —
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📍GOTHAM

ME COLOQUÉ BIEN LA CAPUCHA ROJA DE LA SUDADERA y caminé entre las calles de Gotham abriéndome paso entre la gente. Cuando salí del lugar donde nos estamos quedando me aseguré de que Atenea estuviera bien o por lo menos cómoda, no es que sea muy de mi agrado encontrarla dormida en el hombro de Dick, pero tampoco es algo que me preocupe.
Observé con cuidado los vidrios a mi alrededor, no es necesario ser demasiado observador para darme cuenta del automóvil que me viene siguiendo hace como diez cuadras.
Entrecerré los ojos fijando la mirada en la patente, me aseguré de recordarla para luego buscar la placa.

Tomé mi celular con cautela, abriendo la aplicación del rastreador. Una sonrisa curvó mis labios al ver la línea de seguimiento justo detrás mío, creo que esto está a punto de convertirse en algo más... interesante.
Mis pasos se aceleraron de manera casi inmediata. El movimiento se detuvo, por lo tanto significa que el auto también. Siguiendo mis instintos, me alejé del centro poblado y me aventuré a la dirección de uno de los tantos callejones ya conocidos para mí.
Guardé mi celular con cuidado, ajustando bien la capucha contra mi cabeza.
Una pequeña risa se deslizó por mis labios al ver una sombra detrás mío, no tan cerca pero tampoco tan lejos como para no notarla.

Miré apenas sobre mi hombro, adentrándome a las oscuras sombras envolventes de la fría noche de Gotham
Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta que cubre mi sudadera, clavando mis ojos en la lejana pared frente a mí.

—Sal de ahí —murmuré lo suficientemente alto como para que me escuchara.

Esperé con paciencia, poco a poco la figura comenzó a mostrarse detrás mío, lo supe gracias a la sombra que se acercó cada vez más en mi espalda.
La figura desconocida paró, la inhumana frialdad inundó el callejón de manera abrasante, una brisa helada que me congeló hasta el maldito hueso del tobillo.
Volteé la cabeza sobre mi hombro, clavando la mirada en la figura.

—Hola, Kieran —mi cuerpo giró apenas la burla salió de mis labios, fijando mis ojos en los ajenos—. Es un gusto por fin conocerte, espero que captes la ironía —el inexpresivo rostro de Kieran envió un leve escalofrío por mi espalda ante lo perturbante que se ve con esa mirada llena de latente locura en sus iris, nada que no pueda disimular o nada que no haya visto antes en otras personas—. Esperaba que pudiéramos hablar un poco, no tuve la oportunidad de ir a visitarte. O bueno, visitarlos.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —él ignoró mis palabras, manteniendo los brazos rígidos contra su costado al igual que todo el cuerpo.

—Un mago nunca rebela sus secretos —ladeé la cabeza levantando las cejas, disfrutando su expresión irritada—. De todas formas, dije que nunca hablamos, no que nunca me presenté en tu casa.

𝙋𝙀𝘾𝘼𝘿𝙊 | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora