☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ᴛᴡᴏ ☜

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— Cariño...

— El que quiero darte.

Zael resopló ante la máquina sexual llamada YajaTzael. Ese hombre era tan jodidamente insaciable, pensando solo en coger y coger, en tener sexo hasta encima de los muebles, cosa que sí hicieron y debían ser sinceros al decirlo, a confesar que YajaTzael se lo había jodido sobre la mesa solo porque quedó insatisfecho.

Más allá de todo eso, tuvieron que volver a darse una ducha para eliminar el olor a sexo duro que sus cuerpos llegaron a desprender. YajaTzael se lo terminó follando nuevamente en la ducha, pero le prometió que iba a controlar sus ganas porque debían ir a la agencia para preparar la reunión.

Ahora él se estaba maquillando frente al espejo, ya se había puesto todo menos el corset porque eso siempre lo dejaba de último, los guantes ya los tenía puestos por igual. YajaTzael estaba en el marco de la puerta, apoyado ahí mientras lo veía y mientras se ponía la corbata.

— Te decía que fueras a ver si el servicio ya trajo lo que pedí — Murmuró — Hazme el favor de traerme la pastilla si es así.

Sin ver al mayor, dejó la brocha a un lado tras colocarse el rubor. Tomó el labial para echarse un poco tan solo, pues ya se había difuminado los bordes, pero sentía que le faltaba más color a ellos para que se vieran más bonitos y, apetitosos ante los ojos de YajaTzael.

— Lo hago solo si me das un beso, Zael.

— No voy a arruinar algo que me llevó minutos solo por darte un beso — Informó — Ve y ya. Es una orden, no un favor o pedido. Ubícate, Park.

YajaTzael rió ronco y bajo tras sus aclaraciones, luego se dirigió hacia él y algo tosco lo agarró de la cintura. Lo pegó a su cuerpo y sin pedirle el permiso estrelló los labios contra los suyos para probar el exquisito sabor del labial que se había echado antes.

— Mgh... fresa. Qué rico.

Él se sujetó del lavabo, dejó salir un gemido tan suave cuando YajaTzael sacó su larga lengua para lamer sus labios de una manera tan obscena, tan sucia y caliente que por eso él tuvo que sujetarse. Luego de esa acción tan llena de tensión, una de esas grandes manos reposó en su trasero y esos labios rozaron con los suyos.

— ¿Qué decía, señor Min?

Mierda y mil veces mierda

Él en serio quería decir algo, responder a las burlas de YajaTzael, contradecirlo en eso de que sabía que lo estaba volviendo loco, pero la loción de ese hombre, el aroma y el porte sí lo estaban volviendo loco, débil y dócil. YajaTzael lo sabía, por eso se reía.

Ese maldito era tan guapo, tenía un porte imponente, cuerpo lleno de músculos que seguían viéndose por encima de la ropa. Su altura, el que fuera tan alto y que abusara de ese poder lo volvía tan loco, también esas sonrisas burlescas y esas actitudes atrevidas.

— Uh, ¿puedes abrir la puerta? La están... to-tocando.

YajaTzael sonrió con burla, le hizo saber con ella que los dos estaban cayendo por el mismo principio y que, si no se cuidaban, no podrían salir de ahí nunca. Les gustaba, sentir esa tensión, esos juegos, esa complicidad, les gustaba porque los dos llegaban a encajar mejor que un rompecabezas.

— Voy por tu pastilla para que... pueda follarte camino a Seúl.

Zael tragó pesado al imaginarse todos los escenarios de sexo en el coche. Lo dejó ansioso y necesitado, por eso sonrió de lado cuando le acarició el brazo mientras se alejaba para salir del baño en busca de abrir la puerta, pues ella estaba sonando por la del servicio.

ᴍɪɴ's ᴘᴇʀғᴇᴄᴛ ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora