☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛʜʀᴇᴇ ☜

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— ¡Carajo!

YajaTzael despertó de golpe cuando los rayos del sol chocaron con su cara. Un poco desorientado y mareado observó la hora en su reloj solo para perder el color tras darse cuenta de que eran las ocho de la mañana y no había terminado los informes.

No recuerda muy bien lo que había pasado hace unas horas atrás, solo que se fue con YoonGi de la fábrica, subieron al coche y eso es todo. Ese chico estaba en el asiento piloto, bien enrollado con una manta y bien dormido, pero él estaba entrando en una clase de pánico.

— ¡YoonGi, hijo de tu puta madre, despierta!

No. ¿Por qué?

— ¡Porque yo lo digo, estúpido!

El menor empezó a despertar entre quejas por haber sido interrumpido en algo tan sagrado como el sueño, también desorientado observó la hora en el reloj y tras darse cuenta de que ya era muy tarde para no estar en la universidad, encendió el coche para dirigirse primero a la fábrica.

YajaTzael intentó ordenarse el saco para que no se viera tan arrugado, se acomodó el cabello y los lentes. Luego de eso revisó las incontables llamadas que tenía de JiMin, así que le envió algunos mensajes para que no se preocupara más.

— Tu tío debe estar echando humo por las orejas.

— Él siempre está echando humo por las orejas — YoonGi comentó — Ya no es ni la sombra de lo que era antes.

— ¿A qué te refieres?

— Antes era un hombre cálido, tierno, pero desde que quedó como heredero de la fortuna de la familia, los sumos se le subieron — Respondió — Se volvió muy engreído y odioso... es lamentable tener que aceptarlo, pero así son las cosas. Solo quiero que sea el de antes.

YajaTzael asintió, pensando en si realmente Min Zael había sido la persona que él aseguraba. Le parecía increíble cómo el dinero podía cambiar a la gente, cómo los sumos se le subían cuando todas esas cosas eran tan materiales, que en algún momento se irían.

Para él lo más importante era las personas que más amaba, como su papá, su hermano y la persona que era toda su vida, su hijo. Para él, tener a JiMin a cada segundo era lo único que necesitaba para estar bien, tenerlo cerca, abrazarlo era su medicina para el dolor.

JiMin, ese chaparrito bonito era todo lo que necesitaba para vivir.

— Extraño a mi bebé, tengo más de un día sin verlo y siento que la ansiedad me está matando — Susurró — Maldito Min Zael, hijo de la tres mil puta, estúpido malnacido, espero que se queme bajo las llamas del infierno.

— Sigue siendo mi tío, el amor de mi vida, ¿sabes, muñeco?

— Me vale verga.

— Tú siempre tan sincero, ojitos bonitos.

— Cállate, cállate, que por tu culpa no terminé los trabajos.

— Yo no te dije que tomaras esas bebidas, solo te lo sugerí.

— Vete a la verga, estúpido.

— Yo...

— ¡Frena!

— ¡Bomboncito, espera!

Ni mierda.

Cuando el auto frenó frente al edificio central de la fábrica, él salió y con rapidez corrió hacia adentro porque ya era tarde y Zael debía estar más que enojado. En medio del trascurso intentó acomodarse el traje y el cabello para que no se notara que era el mismo y que, efectivamente, no se había bañado.

ᴍɪɴ's ᴘᴇʀғᴇᴄᴛ ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora