☞ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇɴᴛʏ ɴɪɴᴇ ☜

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Satán.

— Me dijo que era estúpido.

YajaTzael se tocó el pecho porque se sentía tan ofendido e indignado de la ofensa de JiMin. Atreverse a llamarlo así cuando ni siquiera tenía el tamaño suficiente como para que fuera por ahí soltando esas palabras más sucias que sisticerca de agua puerca.

— Me siento tan indignado.

Llegó a resoplar, luego miró a lo que tenía en frente, eso le bajó la mirada cuando lo señaló con el dedo. No fue la orden exacta que le dio, tal vez sí porque era proteger a su chaparrito bonito de cualquier cosa y esa amenaza estuvo potente, pero ése no era el punto, el punto era que igual JiMin se enojó con él.

Pamplinas.

— ¿Sabes qué? Vete y no sales de ahí hasta que yo te lo ordene.

Chasquando la lengua se dio la vuelta, ya que estaba sentado en la silla giratoria y en el escritorio de YoonGi que quedaba frente a la puerta, pensativo miró el cielo mediante el gran ventanal. Eso comenzó a lamerle los zapatos como suplica de que no lo mandara allá abajo de nuevo, pero eso no le gustó porque fue algo cristiano que se hizo en su momento.

Gruñendo se incendió toda la oficina en un abrir y cerrar de ojos, todo estaba bajo las llamas. Enojado bajó la cabeza para ver eso, que entonces se escabulló bajo el piso para irse como se lo había ordenado, así que entonces la oficina volvió a su estado normal, o sea que las llamas se apagaron.

— YajaTzaelly.

Zael entró sin tocar, sonrió al verlo en el rincón de la oficina metiendo todas sus cosas a las cajas como se lo había pedido. Ese gatito se dirigió a él para ayudarlo y así terminara más rápido, pues DaeGin estaba esperando a que desocupara el escritorio para meter sus cosas.

Había hablado Zael con YoonGi para quedar en un intercambio de secretarios y que él volviera a ser el de ese gatito, entonces DaeGin sería la secretaria de YoonGi, quien estaba realmente feliz de que ese viaje haya sido el motivo suficiente como para que resolvieran sus diferencias y se hicieran amigos, más que amigos a decir verdad.

— Por cierto, Hyungie, mira.

YajaTzael bajó la mirada, sonrió al notar que Zael había encontrado su brazalete, ese especial que le daba unas buenas descargas eléctricas cuando se enojaba. Lo había perdido en el viaje y ya hasta lo había olvidado, pero ese gatito logró encontrarlo.

— ¿Sabes, Hyungie? Este brazalete es igual a los que utilizan ahora en las cárceles.

— ¿Sí?

— Según las noticias, ya no se utilizan las sillas eléctricas para matar a algún preso, ahora utilizan unos brazaletes como el tuyo que es igual o más potente que la silla — Zael comentó — Dicen que una sola descarga puede matarte por la potencia que tiene. Es como una silla eléctrica, pero más pequeña y mejorada.

El mayor asintió mientras se ponía el brazalete para ya no perderlo. Lo ajustó bien a su muñeca y luego siguió metiendo sus cosas en las cajas, pues necesitaba acomodarlas en su nuevo lugar de trabajo, que era fuera de la oficina de él, como antes.

— ¿Ya te sientes mejor?

— Uh, sí... tus mimos me ayudaron mucho.

— ¿Cuáles de los dos?

— Los dos.

Zael soltó una risita, un poco tímido sintió las caricias en su cabello. La verdad es que no se hundió tanto en la depresión gracias a él y su manera tan bruta de follarlo, pero eso no significa que no le haya gustado cuando lo hizo llorar de placer como se lo había dicho.

ᴍɪɴ's ᴘᴇʀғᴇᴄᴛ ☞ ʏᴀᴢᴀᴇʟ/ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora