¿Quién podría salvar a alguien de la corriente que lo arrastra?
Oliver Queen no pensaba ser merecedor de eso, no con la vida que llevaba, la oscuridad amenazaba su ser, y el miedo de perder a alguien más lo asechaba. Su reputación no era la mejor...
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Una semana después.
—Estoy bien, mejor —Jennifer sonrió mientras sostenía con fuerza el teléfono y mantenía la mirada en su padre al otro lado del cristal que los separaba.
—Te veo mucho más... Alegre, hay un brillo en tus ojos —Henry dijo con una sonrisa en su rostro, mirando a Jennifer como si aún fuera su pequeña de cinco años.
Ella ladeó la cabeza. —Tomé el consejo de no... Aislarme de todos —respondió—, fue un buen consejo, tengo nuevos amigos.
Henry. —Ningún padre daría un mal consejo a un hijo... —mencionó, se recargó sobre su codo, tomó unos segundos para analizar a su hija.
Sonreía, todo su ser se notaba con más ánimo en general, él conocía a su hija, su adoración, sabía que había algo más que ella no estaba contando, así que se arriesgó a preguntar.
—Hay algo que no me estás diciendo, Jenny —expresó.
Jenny de inmediato negó con la cabeza y soltó una ligera risa. —No, no, eso es todo —expresó, Henry entrecerró sus ojos.
—Conozco a mi niña, y sé cuando está ocultando algo —volvió a decir.
Jennifer hizo una pausa y suspiró, cerró los ojos y asintió, ¿cómo se le iba a poder olvidar que su padre siempre sabía lo que le sucedía? A pesar de que la vio crecer separados por el mismo cristal, él siempre iba a notar los cambios en sus hijos.
—¿Y bien? —Henry preguntó sin quitar la sonrisa y mirada de su hija.
Jenny apretó los labios y desvió la mirada, sabiendo que no podría seguir ocultándose de su padre.
—Conocí a alguien —confesó.
Henry levantó una ceja sin dejar de sonreír. —¿A alguien? ¿Alguien de amistad? ¿Una mascota? —preguntó, pero sabía perfectamente a lo que Jennifer se refería.
Henry rio. —¿Y a este alguien de dónde lo conociste? —cuestionó.
—Cuando Barry y yo fuimos a Starling... —dijo ella—, p-pero también conocí a más personas, eh, a una buena amiga también, de hecho ella también ya ha venido a ver a Barry...
Ella siguió excusándose, pero Henry la miraba con cierta ternura, claro que nadie lo preparó para ver a sus hijos enamorados, pero debía aceptar que había algo que lo hacía feliz en eso, y como cualquier padre, en su interior se preocupaba por su hija y por el potencial daño que le generaría que algo saliera mal.
Pero decidió no decir nada negativo, no cuando había visto a Jennifer tan alegre después de meses.
—Así que desde diciembre —dijo Henry—, y estamos en abril —sonrió de nuevo.
