¿Quién podría salvar a alguien de la corriente que lo arrastra?
Oliver Queen no pensaba ser merecedor de eso, no con la vida que llevaba, la oscuridad amenazaba su ser, y el miedo de perder a alguien más lo asechaba. Su reputación no era la mejor...
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Un mes después.
—Bien, pasaré tu reporte y análisis a la abogada, ella te dirá qué será lo que harás a continuación, y de igual manera se te proporcionará información acerca de la atención para tus hijos —Jennifer mencionó mientras ordenaba el papeleo.
—Muchas gracias, señorita Allen —la mujer agradeció mientras suspiraba.
Jennifer sonrió y se levantó para acompañar a la mujer a la puerta, indicándole a dónde debía ir ahora.
Regresó a su escritura y recogió los apuntes que había hecho recientemente, salió de su oficina y se dirigió con la abogada para dejar los reportes.
Cuando salió, iba de regreso a su lugar de trabajo y se encontró con Joe.
Ella suspiró. —Atención familiar... Bueno mejor dicho a la madre y los hijos —hizo una mueca—, no puedo hablar mucho, pero creo que ya te imaginas —se encogió de hombros.
Joe asintió. —Ah, claro claro, entiendo —dijo—, bueno, espero que te vaya bien, yo sigo aquí investigando —presionó el puente de su nariz—, este caso parece que no tiene fondo.
Jenny sonrió de lado. —Hey, eres el mejor detective, puedes con esto —lo animó.
—Sí —Joe bufó—, bueno te dejo, debo seguir trabajando —le dio una pequeña sonrisa antes de seguir avanzando, pero después se detuvo.
—Jenn, espera —se giró y puso sus ambos en la cadera como si de repente recordara algo que debía comunicarle—, tendremos una cena hoy en casa, si quieres venir, sabes que eres completamente bienvenida —informó.
Jenny sonrió con calidez al ver que Joe aún seguía preocupándose por ella y procurando hacer que se sintiera querida.
Pero pronto, su sonrisa adquirió un poco más de emoción y desvió la mirada.
—Muchas gracias Joe... Aunque no creo poder —mencionó, y al verla, Joe de inmediato supo que había algo más.
No por nada era detective.
Él levantó las cejas y asintió. —Oh... Claro, está bien —dijo y entrecerró los ojos—, voy a arriesgarme a preguntar ¿por qué? Porque la expresión que tienes en tu rostro ahora... —movió mano en forma circular apuntando a la cara de Jennifer.
Jennifer desvió la mirada y sonrió, tomó aire antes de volver a ver a Joe. —Tengo... Una cita —confesó.
Joe volvió la levantar las cejas, quería a Jennifer como una hija, por lo que reaccionó como un padre.
Se aclaró la garganta. —¿Cita? —la miró fijamente sin sonreír—. ¿Con...?
Jenny apretó los labios. —Con alguien especial... Que les presentaré a su debido tiempo —mostró una sonrisa nerviosa.