Capítulo 26

14 4 0
                                    

Padre e hijo.

El tiempo entre los brazos de aquellos hombres pareció diferente. El mismo aire le pareció extraño, se combinó con recuerdos de una vida muy alejada y tenía un sabor a nostalgia.

—Te eché de menos, vidente —habló Nick limpiando sus mejillas cuando se terminó el abrazo.

—Sigues con esa estúpida cara de siempre —se sumó Jacobo—, pero qué bueno es poder verte aquí.

—La misma de la que te enamoraste alguna vez—el grupo se rio ameno.

—Ustedes si envejecieron muy bien—el vidente les dio un vistazo—más que envejecer, han crecido juntos y eso es maravilloso.

Una joven mujer se acercó a ellos. Jacobo se posicionó a su lado y llevó sus manos a los hombros, trayéndola un poco hacia él. Miraba al suelo, sus manos estaban juntas y el cabello que caía sobre el rostro evitaba detallarlo.

—Supongo que ya sabes quién es ella—dijo Nick a Danny, él primero hizo una mueca como si buscara algún recuerdo, pero cuando ella llevó sus ojos a los del vidente él abrió sus ojos y sonrió, lagrimeando un poco durante el proceso.

—Es hermosa —ella se sonrojó y nuevamente apartó la mirada ante el comentario del vidente—. No la conocía, ya que en mis visiones había visto que era un hombre bastante formidable, pero parece que después de todo el destino es incierto.

Él extendió su mano, ella la estrechó y nuevamente intentó mantener la mirada.

—Es un placer, Layla—el vidente la acercó y termino por abrazarla—estoy más que seguro que ellos algo te han hablado de mí, ¿no es así?

—Sí, señor—respondió ella—. Sé que gracias a usted ellos son mi familia.

—No todo fue gracias a mí, Layla—respondió—ellos decidieron aceptarse y por eso ahora es como ha sido.

—Padre—Taddeo lo llamó, por lo que se despidió brevemente y se acercó a él que era acompañado por otro lobo joven—te quería presentar a quien considero uno de mis mejores compañeros, su nombre es Sergio.

—Es un placer conocerle, Alpha—respondió inclinando levemente la cabeza.

—Encantado, Sergio—respondió el vidente—. Estoy al tanto de lo cercano que te volviste con Taddeo—Sergio se sonrojó haciendo que Danny riera—, pero no debes preocuparte por eso. Hoy preocúpate por tener tus sentidos bien despiertos, algo me dice que puedes encontrar a alguien que te ha estado esperando.

Los rencuentros y conversaciones se alargaron hasta llegada la media noche, cuando la música, el alcohol y el baile fueron lo único que había por hacer y en donde todas las manadas se mezclaron.

Él estaba en una mesa apartada, miraba la maravillosa comunidad que habían construido, quisa si él hubiese estado al frente no tendrían esto. Edwin tenía todo su respeto, ahora que lo veía allí moviéndose al ritmo de la música, algo sudado y con sus sentidos entumecidos, sabe que ya no podrá seguir si algo le pasa.

—Te voy a proteger de él, lo prometo—se dijo así mismo entre un suspiro.

— ¿Qué harás cuando te toque enfrentarlo?

Llevó sus ojos un momento a Cliff, estaba bebiendo algo de cerveza, su mirada estaba perdida en algo más allá de la pista de baile.

—Haré lo necesario para asegurar la supervivencia de mi manada.

— ¿Solo tu manada?

—Me gustaría decir que sí, pero como un no maldito tengo el deber de proteger la realidad, su tiempo y la continuidad de las cosas—respondió quitándole la cerveza a Cliff y dándole un trago largo—así que, cambiaré mis palabras anteriores por: haré lo necesario para proteger esta realidad—luego eructó y devolvió la cerveza.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora