Capítulo 30

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Lo que se cierne sobre él


Se encontraba apoyado en el lavamanos de su baño, sus ojos estaban cerrados y con los labios fruncidos evitaba recaer en el espiral de emociones que estaban por rebasarlo. Gran parte de las habilidades de un vidente están ligadas a sus emociones, no controlarlas significa no poder usar sus poderes. Sin embargo, como hallar calma después de todo lo que sucedió.

—Y-yo—su voz salía en un hilo—no sé cuál es mi lugar.

Sollozando gritó en un intento de liberarse de la frustración, aquella habitación contuvo la energía que libero; el espejo se agrieto, la pintura de la pared se vino al suelo en algunas partes.

—Yo soy Danny Castillo, vidente no maldito hijo de una loba que decidió practicar magia y líder de una manada prometedora en las tierras de Zúniram—el vidente hablaba en voz alta mirando su reflejo disperso en el espejo con ojos nublados y las mejillas levemente humedecidas—. También soy un sobreviviente de "el olvido", soy el único vidente que puede rivalizar a las entidades superiores en su terreno.

Sus ojos se iluminaron mientras intentaba mantener su ritmo al respirar.

—Fui a quien llamaron el de ojos azules y ahora también soy el capricho de una deidad, pero no seré solo un ser insignificante en su juego—tomando una respiración más organizo el cuarto de baño—. Seré quien cuide de estas tierras hasta mi muerte, me encargare de proteger a mi manada y, por encima de todo, protegeré esta realidad de decisiones egoístas.

Hubo un golpeteo en la puerta y antes de abrir la puerta se dio un último vistazo en el espejo ya recompuesto.

—Qué bueno es verte—saludo dando un fuerte abrazo a Edwin, el hombre se sorprendió un poco antes de corresponder al abrazo.

—Lamento molestarte, pero las manadas hermanas llegaron—dijo el lobo al oído de muchacho—. ¿Paso algo o quieres contarme alguna cosa?

Danny termino el abrazó, detallo el rostro del hombre frente a él, con una de sus manos acaricio la mejilla derecha.

—Solo que soy muy feliz estando contigo, sabiendo que pudimos compartir esta vida los dos juntos—el lobo sonrió con ternura y beso al muchacho frente a él.

—Yo también soy muy feliz estando contigo, Danny—respondió al terminar el beso—ahora tendremos que ir a la reunión con las manadas, no los hagamos esperar.

Alpha y Luna llegaron a la sala de reuniones ubicada en el piso tres de la gran casa. La princesa del desierto estaba con su compañero disfrutando de unos bocadillos, Adén miraba por la ventana distraído cruzado de brazos y el Alpha de las tierras blancas estaba entretenido con una silla con ruedas dispuestas allí.

—Muchas gracias por su asistencia a esta improvisada reunión—habló Danny llamando la atención de todos en la sala—les invito a ubicarse en sus lugares.

Con un estrechón de manos saludo a los Alpha y con una un cabeceo a las lunas.

—Danny, a que se debe que nos tuviéramos que saltar nuestro cronograma mensual—el primero que hablo fue Adén, tenía pierna cruzada y su mirada era de descontento.

—Fue algo de último momento, por lo cual no podía esperar a nuestra reunión mensual—respondió Danny—. Espero sea de conocimiento de todos que Taddeo, el primogénito, venció a la noche—los Alpha intercambiaron miradas—, esto supone un salto muy grande en sus habilidades y una gran amenaza si escoge lo malo el día en que todo se decida.

—En ese orden, ya no habrá nadie que lo frene si eso llega a pasar—la princesa intervino entrelazando los dedos de sus manos.

—Si Taddeo decide lo malo, habrá que enfrentarlo y someterlo. El consejo de los tres arcos acepto convertirse en nuestra primera línea—continuo el vidente mientras pasaba la mirada por cada uno de los allí reunidos—, pero necesitamos más que eso, así que es ahora cuando les pido que me apoyen en la futura guerra que puede suceder.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora