Capítulo 37

8 2 0
                                    

El padre que todo lo decide


Poder ver el camino de cada ser que vive y el final de cada uno, al final del día, resulta agotador, más de lo que se hubiese imaginado. Dejas de ser una criatura mortal para convertirte en un ser omnisciente, una criatura casi divina.

—Como primera responsabilidad, ahora que eres padre del tiempo, deberás de mediar con el primogénito que lleva por nombre Taddeo—dijo Biztanico una vez que el estrechón de manos se dio por terminado—como ya es de tu conocimiento, ahora es un criminal.

Danny rio levemente mientras miraba a su alrededor, estaba viendo algo que solo él podía notar.

— ¿Qué te parece tan gracioso, Danny?

—Es curioso que la línea de mi hijo ya no la puedo ver —respondió mirando a Lyconia—ahora que dejó de ser un mortal, su vida queda en manos de él; sin embargo, no creo que sea consciente de que ha levantado otro dios. Para él solo significa que hay otro juguete disponible en su baúl, ¿no es así?

—Limítate a cumplir con tus nuevas obligaciones—mencionó Biztanico—. Que no queden grande esta vez, Danny.

El anciano abandonó el cuarto, seguido por la joven que mantenía sus ojos llorosos. Tan pronto su presencia se desvaneció, Edwin y el brujo entraron nuevamente. El vidente estaba sentado en el borde del escritorio, sus pies colgaban y miraba al techo.

—Alpha, vidente y ahora padre que todo lo decide —dijo Ezequiel, atrayendo la atención de aludido—. Tus ojos.

—Sí—Danny mantenía una sonrisa—se mantendrán por ahora de un azul algo intenso.

— ¿Te encuentras bien, cariño? —preguntó Edwin, acercándose tímidamente algo cohibido por al aura que ahora desprendía el muchacho, y no solo era la presencia que ahora resulta intimidante, sino que ahora podía olerlo.

—Sí, Edwin, no debes preocuparte —respondió Danny—, solo que ahora estoy asimilando todo lo que ahora puedo hacer.

De pronto, la sonrisa que mantenía, se desdibujó mientras mantenía su mirada por encima de Edwin y el brujo.

—Padre—la voz del muchacho en la puerta resonó por la habitación. Edwin llevó su mirada hasta él, no traía su camisa y el pantalón que cubría la parte inferior de su cuerpo estaba hecho un desastre —vencí al destino, padres.

Edwin se acercó rápidamente y lo abrazó con fuerza, un abrazo que correspondió el primogénito.

—Gracias a la diosa que estás a salvo —musitó Edwin entre el abrazo.

Danny solo observó desde el escritorio, sin una emoción perturbando su rostro. Era solo una mirada certera, podría pasar por inexpresiva, pero para el brujo, que estaba a su lado, era la expresión de alguien que está luchando por decidir qué hacer.

—Primogénito—llamó Danny haciendo que terminara el abrazo entre Taddeo y su padre—me alegra saber que saliste victorioso de tu enfrentamiento con la madre, y ahora, más que victorioso, te alzaste como un nuevo dios.

—Parece que no soy el único que cambio —respondió el muchacho con una sonrisa irónica—, aunque no entiendo por qué aceptar tomar el lugar de alguien que te condenó al sufrimiento eterno, no te parece algo hipócrita de tu parte, padre.

Hubo un silencio entre las intensas miradas que padre e hijo mantenían.

— ¿Cómo debería de llamarte ahora? —El tono en la voz de Taddeo subió un poco —quisa, padre o mejor Alpha, ya sabes por el juego de poder—su tono se había tornado algo burlón—. Estaría mejor padre que todo lo decide, ¿no? Da más presentación.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora