Capítulo 24

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El placer de estar juntos.

Estaban sobre aquel escritorio, habían mandado todos los papeles al piso sin importarles mucho el ruido que aquello había provocado. Él tenía sus manos entre el cabello de su lobo, se besaban con deseo, mordían sus labios y lamias por sobre los labios como si de animales se trataran. Él bufaba y el otro jadeaba entre beso y beso. Se quitaron sus camisas de un movimiento.

—Espera—pidió el vidente alejando al lobo un poco de sí—quiero ver cómo te desnudas—sentado en el escritorio, le hizo un cabeceo al hombre frente a él, quien solo negó divertido y empezó a desabrochar su cinturón, se tomó su tiempo para quitarse los zapatos y las medias. El vidente pudo notar la muy notoria erección de su compañero tras los pantalones que ansiaba se quitara.

— ¿Por qué no me los quitas tú? —provocó Edwin. Danny arqueó una ceja.

—Si yo quisiera con un chasquido ya estarías desnudo—sus ojos recorrieron aquel cuerpo que había ansiado tocar desde el momento en que había abandonado esos brazos, no negaría que el deseo lo torturaba—, pero lo divertido está en verte a ti preparándote para mí.

Aquello hizo que Edwin sonriera copioso y se perdió en los ojos que lo miraban con deseo. Desabrochó el pantalón, este se deslizó suavemente por sus piernas, su bóxer estaba humedecido justo allí donde la cabeza del miembro termina, aprisionado contra la delgada tela. Danny solo se detuvo un momento a verle antes de subir a los ojos de lobo, mismos que estaban iluminados de un brillo candente.

—Me lo tendrás que quitar tú—dijo él pasando su lengua por el labio inferior.

—Sugerencia o petición.

—Una orden—el vidente sonrió mordiendo su labio—con tus manos.

Danny se bajó del escritorio, dio dos pasos hasta quedar frente al lobo. Llevó sus manos al pecho de Edwin, tenía pelo allí en medio, rizado y oscuro y el tiempo poco había afectado su cuerpo. Seguía siendo igual de definido y voluptuoso como a él le gustaba, sus dedos siguieron las líneas del cuerpo y acarició el abdomen, sus labios acariciaron el centro del pecho, dejando un camino de saliva entre beso y beso término arrodillo frente a él.

— ¿Recuerdas la primera vez?

—Nunca la olvidaría—respondió el lobo en un jadeo cuando las manos de su compañero apretaron su trasero. Los dedos del vidente se deslizaron por el borde del bóxer, con una mano a cada lado tiró de la delgada tela hacia abajo.

—De esto sí que no me había olvidado—jadeó el vidente cuando lo tuvo a centímetros del rostro. Elevando la mirada se encontró con los ojos encendidos del lobo, sus labios levemente separados y su ceño algo fruncido. Danny se levantó pasando cerca de la cabeza, casi como si de un toque no intencionado se tratara. Besó con intensidad al lobo, mordió juguetonamente el labio inferior y, mientras le daba atenciones al sexo de Edwin, lo llevo hasta el escritorio e hizo que se tumbara sobre él. Ahora fue el quien se desvistió con mucha más prisa y menos cuidado.

— ¿Ansioso?

Danny estaba siendo analizado cuidadosamente por los ojos de su compañero.

—Demasiado—respondió deshaciéndose del bóxer. Edwin no guardó compostura mirando la entrepierna del vidente, donde aquel miembro parecía más grande de lo que lo recordaba. Goteaba como el propio, pero una menor cantidad. El vidente se subió al escritorio, estaba sobre el lobo. Su trasero rozaba el sexo de su compañero, y el suyo estaba totalmente duro—. No sabía que tanto te echaba de menos hasta ahora.

Se besaron, como lo harían el resto de la tarde, siendo animales a punto de reventar de placer. Danny con su movimiento de cadera se encargó de provocar gemidos profundos, gruñidos y una que otra súplica.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora