Capítulo 36

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Una visión del fin 

Estaba en su despacho cuando pudo sentirlo. Por un momento el mareo se apoderó de su cabeza, luego fue una punzada que empezó en la zona baja de su espalda y subió hasta el cuello quitándole el aliento. Se levantó del sillón en el que reposaba y se acercó hasta la ventana, se sostuvo del borde con ambas manos e intento ver más allá, pero lo único que encontró fue una infinita e indiferente oscuridad.

—No, no, no—repetía para sí—esto no lo vi, esto no debía pasar.

La ansiedad no era algo que pudiera permitirse, tampoco el pánico que estaba abriéndose camino por su cabeza. Un vidente debe saber controlar sus emociones, si no sus habilidades serían inútiles. Pero en ese momento lo único que no encontraba era la calma que tanto ansiaba.

—Ezio—llamó y el hombre entró por la puerta—las reuniones de mañana prográmalas para la próxima semana—el hombre realizo anotaciones en una tableta que cargaba—. Envíale un correo a Elías informando acerca de que temporalmente estará al frente de las decisiones administrativas. Escríbeme tan pronto tengas una respuesta de su parte.

—Algo más, Alpha.

—Nada más por ahora—Ezio se retiró del despacho, dejando al vidente con un mar de emociones a punto de desbordar.

Las perturbaciones en la realidad hacían que la piel se pusiera de gallina, teniendo que agarrarse de la ventana nuevamente con ambas manos.

—Danny—el lobo entró con rapidez, cerrando la puerta tras de sí, acercándose a largos pasos hasta el vidente y abrazándolo por la espalda—. ¿Qué ha sucedido?, mi amor, ¿estás bien?

—Edwin—Danny viró para quedar mirando a los ojos del lobo—se trasgredieron los principios en los cuales se forjó la realidad; se desmoronan las columnas que sostienen todo lo que hemos sido.

—No te estoy entendiendo, cariño—Edwin lo tomó por los hombros dando un gentil apretón— ¿qué sucedió?

Danny estaba llorando contra el pecho del lobo, era un llanto casi que agónico, uno que el lobo jamás había escuchado y que lo estaba asustando.

—Danny—Edwin seguía dando caricias en la espalada del muchacho intentando calmarlo—necesito que te calmes, respira hondo y vuelve.

—Lo siento mucho—dijo entre llanto el vidente—no sé qué me pasa, solo no puedo evitar sentir como si me faltara algo.

—Danny—el brujo apareció en la sala del despacho.

—Ezequiel—Edwin y el brujo se miraron—, Danny está fuera de sí, no sé qué le sucede—la angustia ya empezaba a hacerse notoria en el lobo.

Ezequiel llevó la mirada al muchacho que lloraba contra el pecho y luego subió a los ojos de Edwin. Moviendo las manos, Ezequiel dibujo algunos símbolos por las paredes del despacho. Seguido a esto, se acercó hasta el vidente y coloco una mano sobre su cabeza.

—Danny, está todo bien—dijo Ezequiel—todo está ya en calma.

El llanto del vidente ceso lentamente hasta que este pudo sacar la cabeza del pecho de Edwin, para mirar a su alrededor y luego limpiarse las mejillas. Se levantó del suelo, lugar donde había terminado con Edwin tras empezar a llorar, inspiró profundamente y luego miro al brujo.

—Gracias, Ezequiel—respondió—también lo sentiste, ¿no es así? —el brujo asintió, Edwin se acercó tomando la mano del vidente haciendo que lo mirará—. Una de las tres entidades superiores fue asesinada; para nuestra desgracia fue la madre que todo lo decide.

— ¿Qué? —Edwin soltó la mano de Danny y paso la mirada de Danny a Ezequiel varias veces buscando una respuesta—. No se supone que son como dioses y no pueden morir.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora