Capítulo 20

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El que se elevó

El aire era más frío, el aliento podía dibujar figuras en el aire. Taddeo aulló y a su coro se unieron lobos en la distancia y Tram. La diosa se volvió a su forma humana, pero ya no era esa mujer alta. Ahora allí, donde antes había estado aquella loba, solo había una joven con el cabello desordenado y su ropa rasgada, sus ojos llorosos y las mejillas humedecidas de llanto. Taddeo volteo a mirar Max que se acercó hasta llegar a la jovencita y ayudarla a levantarse.

—Como lo dictan las viejas costumbres—dijo Max—la luna inicia su ciclo nuevamente.

—Luna nueva—murmuró Tram.

—Ahora, joven Lyconia, con esta derrota se ha reiniciado su ciclo de vida—la joven dio una fría mirada al lobo blanco frente a ella—vuelva su palacio y gobierne desde allí.

La joven fue escoltada por sus guardias, que ya habían sido liberados de la fuerza que los sometía.

— ¿Estará bien?

Tram sonaba preocupado. Taddeo cambio a su forma humana.

—Sí—respondió caminando hacia la gran casa—. Las antiguas, antiguas tradiciones dictan que ninguno de ellos puede morir, solo rejuvenecer tras cada derrota. Es como reencarnar, pero sin la parte de morir y trasmutar. Ellos que son dioses reinician su ciclo de vida cuando pierden contra alguien que no un dios, es su castigo por haber sido doblegados—Taddeo llego hasta la entrada de la gran casa—. Mientras sean jóvenes, sus reinos y obligaciones son asumidas por alguien más, por lo que se les quita poder a esos seres avariciosos.

Ezequiel vistió al muchacho con un movimiento de manos tras recibir una mirada de él. Tram bajó levente su cabeza cuando paso por su lado. Sin duda, ese Taddeo que estaba frente a la gran casa no era un muchacho de hace ya casi un año atrás. Su presencia era diferente, su aroma ya era imperceptible y Ezequiel pudo notar el gran poder que emanaba de él cuando estaba en su forma animal, el cual llegó a su pico más alto cuando logro lanzar a la diosa contra el árbol.

—Ezequiel, trae por favor de vuelta a todos a la gran casa. Tram me gustaría que reunieras al consejo en la sala de reuniones de mi padre y Max, tú debes estar con mi padre ayudándolo en las tierras desérticas.

—Soy el vidente del consejo—respondió con una sonrisa.

—Alguien como tú no merece estar en el consejo y muchos menos en mi manada.

—Te recuerdo que es la manda de tu padre, el Alpha Edwin, solo él puede obligarme a irme—espetó el vidente con un semblante tranquilo.

—Está bien—Taddeo asintió. Max desapareció tras un parpadeo—. No tienen por qué tensarse, está en las tierras desérticas junto a mi padre—completó antes de entrar en la gran casa.

Tram miró a Ezequiel.

— ¿Así será ahora?

—Me temo, Tram, que a estas alturas solo alguien como Danny o Cliff pueden enfrentarse en uno contra uno y estar en igual de condiciones—Ezequiel tomó su tiempo para traer devuelta a la manada. Tram tomaría la petición del primogénito y reuniría al consejo.

Él entró en la gran casa que en ese momento estaba vacía. No había ruido, tampoco murmullos, ni ningún aroma en específico.

—Padre—dijo en voz baja.

—Nunca pensé que tomarías ese camino, Taddeo.

—Lo dice quien nunca siguió el suyo—respondió sonriendo, mirando los ojos levemente iluminados de su padre.

—Lo que hiciste no altera el curso natural, pero si deja un desbalance en las manadas—continuó mientras bajaba las escaleras y se acercaba a su hijo—no puede haber uno sobre los otros, todos deben pesar lo mismo. Un Alpha que posea un poder superior puede tomar las tierras que le plazca, puede someter a quien desee y puede terminar por hacer sufrir a muchos en el proceso. Un primogénito, hijo de un vidente y un lobo, es una criatura única y que puede ser considerada superior a otros hijos de las diferentes manadas—estaban uno frente al otro, el hijo más alto que el padre, pero el padre más poderoso que el hijo—. Taddeo, lo que has hecho ha debilitado la barrera que separa ciertos mundos.

—Entre esas barreras, la que mantiene tu prisión alejada esta línea del tiempo—continuo Taddeo—, deberías considerar prepararte para mi visita padre.

Danny frunció los labios, frunció el ceño y sus ojos se encendieron aún más de un débil azul eléctrico.

—Defenderé a mi familia.

—Eso mismo haré yo.

—Incluso si es contra mi sangre—diciendo esto se desvaneció frente al primogénito. Él emitió un gruñido. Danny Castillo sigue siendo un vidente no maldito que sabe mucho más de lo que él conoce hasta ahora.

Estaba en la sala de reuniones mirando tras la ventana. El amanecer se hacía paso por entre las lejanías del horizonte. Snow fue el último en llegar a la reunión. Las puertas de la sala se cerraron tras ocupar su lugar.

—Consejo de los tres arcos—empezó diciendo Taddeo—tenerlos reunidos aquí tiene como fin prevenirlos para lo que está por venir.

El primogénito se dio vuelta encarando al grupo. Se forzaba a sonreír.

—Me dirigiré a la realidad a la que fueron condenados mi padre y Cliff—dijo—luego separaré sus vidas y me aseguraré de que sean liberados—continuo—y tras esto habrá un enfrentamiento—los ojos del muchacho se iluminaron—pero no puedo ver contra quien será ese enfrentamiento.

Entre los representantes se observaron entre sí. Había un ambiente tenso y lleno de nerviosismo

—Ustedes son el tribunal que se encarga de vigilar y guardar control entre las manadas, las especies y en ninguna de sus guerras se trasgreda el orden natural—continuó Taddeo—sin embargo, han fracaso enormemente desde el momento en el que Max fue delegado para la supervisión de los eventos y para monitorear lo que pudiera pasar. Ahora empezaré por arreglar todos los desastres a los que fue sometida mi sangre por el delirio de aquellos a los que llamamos dioses.

—Cuida bien lo que dices, primogénito, porque el camino que eliges hoy condenara a muchos el día de mañana—advirtió Ezequiel—y aunque es conocido por los presentes que hemos dejado de estar al mismo nivel, daremos pelea para asegurar el orden.

Taddeo sonrió, esta vez, con sinceridad. Miró al brujo a los ojos y vio una llama de ira que crecía. Se convertiría en una gran llamara que podría truncar sus planes dependiendo de cómo los llevara a cabo.

—Consejo, no les quitaré más su tiempo. Solo les pido que por favor ayuden a mi padre para proteger las tierras de aquellas incursiones que se han estado desarrollando—pidió antes de salir rápidamente de la sala.

—Tram—dijo Jazmín.

—Él sabe lo que sucedió en el pasado—murmuró—y puede que llegue a considerarnos culpables de lo que le paso a Mery y Danny.

—Moriremos—sentenció Snow—así que dejemos todo preparado para quienes tomaran nuestro lugar.

Los presentes asintieron, cada uno tomaron un camino diferente para enfrentar su muerte. Esa que les llegaría más temprano que tarde. 

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora