Capítulo 22

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En sus brazos, ahí estaré.

No sabes cuanto echabas de menos algo hasta que regresa a ti. Hasta que pudiste verlo nuevamente, lo sentiste y te diste cuenta de que habías olvidado como era su tacto, a que olía o lo bien que era poder oírlo.

—Danny, mi amor—estaba ahí. Frente a mí y tan solo una mano de distancia—sabía que estarías conmigo, otra vez.

Él se acercó primero, estaba nervioso y la ansiedad era aquello que más rondaba el aire.

—Edwin—su voz. Casi la había olvidado—. He regresado, lobito.

Lo apreté contra mi cuerpo, me dejé envolver por su aroma, quise unirme a su calor y sentir mucho más de cerca su tacto. Era real, sí, al fin, era real. Lo separé un poco, él me besó y yo de vuelta. Eso era otra cosa que ya no recordaba, sus labios, la forma o incluso lo suaves que podían ser. Ahora podría besarlos por todas las veces que nunca pude.

—Dime que esta vez no desaparecerás—él me miraba, en sus ojos vi demasiadas cosas, pero asintió un momento después. Sé que no me lo puede prometer, pero quería que me mintiera en ese momento, quería que me susurrara que siempre estaría allí y que por nada del mundo se iría.

—Te amo, Edwin—me dijo y volvió a besarme—y esta vez trataré de no desaparecer.

—Alpha—Lasha estaba a uno de nuestros costados frente a la gran casa—el pueblo desea venir para reunirse con el vidente.

Asentí para que hiciera los preparativos, Danny le regaló una sonrisa a la bruja a la que no tardo en abrazar. También compartieron algunas palabras que no escuche, solo tenía sentidos para apreciarlo a él.

—La gran casa luce mejor de lo que podía visualizar—allí estaba él, mirando a la gran casa. Aquellos que estaban en la gran casa salieron a saludarlo, se fijó en uno de nuestros malditos—. ¡Pero mira cuanto creciste!

Él abrazó a ese muchacho de cabello oscuro que también lo reconoció y lo abrazó de vuelta.

—De pequeño te solías aferrar a mi pierna—él y el muchacho estaban riendo.

—Alpha—Lasha estaba a mi lado— ¿qué haremos con?

—Ahora no—la interrumpí—él está aquí, disfrutando del regreso de su padre, por ahora solo importa celebrar eso. Después nos ocuparemos de lo que sucedió.

Ella asintió y se retiró hacia un costado. Taddeo estaba tranquilo, sonreía mientras veía a su padre ser recibido, así que luego tendría que ocuparme de las decisiones que había tomado.

—Edwin—nuevamente coloqué mis ojos sobre él—por favor, vayamos al pueblo.

Me acerqué tomando la mano que me extendía, buscó también a Taddeo quien no demoro en acercarse.

—Quiero conducir—dijo cuando estábamos los tres.

—Iré por la camioneta—Taddeo se apresuró con dirección al jardín, en la parte de atrás, donde se ubican las camionetas de la manada.

—No pensé que sería tan alto—le escuché decir—pensé que sacaría mi estatura. De hecho, esperaba que se pareciera un poco a mí.

—Se parece— continué—puede que no en el físico, pero tiene mucho de ti en su personalidad. Creo que demasiado.

Su risa, era jocosa, sincera y podía ver sus ojos llenos de un brillo especial. Había olvidado por completo como era verlo reír.

Danny por un momento se calló, se dio vuelta y vi sus ojos humedecerse. Jack había llegado y no nos habíamos percatado. Él miraba a Danny con sus ojos también brillosos, sus gestos intentaban contraerse, pero estaba luchando por controlarlos.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora