Capítulo 34

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Vestigios de lo que está por terminar.


Estaban fundidos en cálidos besos, estaban ya desnudos, dejando que la fricción entre sus cuerpos les provocara mil sensaciones, con las manos del mayor, perdidas entre el cabello del más joven que tenía ambas manos ocupadas con el rostro de su compañero.

—Tenemos que salir ya de la cama, Lucas—dijo entre besos.

—Solo un poco más, ya estoy cerca—respondió él, mientras seguía profundizando los besos, intentando hacer que sus cuerpos estuvieran lo más cerca posible y que la fricción no cesara.

Unos gemidos tímidos se perdieron en la habitación, sonrieron con sus frentes juntas, sus dorsos manchados y el sudor que había perlado levemente partes de sus cuerpos. Hubo un beso profundo antes de que fueran al baño para limpiarse. Cuando salieron del cuarto, estaban arreglados. Lucas dejó un beso en la frente de Taddeo antes de perderse por el pasillo, estaría en la biblioteca, donde se la ha pasado las últimas semanas. Taddeo fue hasta la cocina por algo para desayunar, las diez con seis marcaban uno de los relojes sobre las encimeras.

Fueron unas tartas de manzana, con una taza de café sin azúcar, con lo que recupero fuerzas antes de ir hasta el despacho de su padre. Sin embargo, para su sorpresa allí estaba Edwin y no Danny.

—Buenos días, pa—el muchacho entro con una sonrisa mientras miraba a su padre con algunos documentos entre sus manos.

—Me alegro ver que te levantes de buen humor—respondió Edwin—, tuviste una buena noche, ¿no es así?

—Tan buena como tú, diría yo—respondió mientras miraba algunas marcas que estaban en el cuello de su padre y se deslizaban hacia el pecho—. Tenía pensado hablar con Danny, pero no está aquí.

—Tuvo que ir hasta la oficina, en el pueblo, y parece que no volverá, sino hasta la cena—Edwin seguía con sus documentos, firmaba algunos y otro los dejaba directamente de lado—. Si es algo urgente, tendrás que ir hasta allá.

—Gracias, te dejo trabajar—se despidió de su padre y salió del despacho.

Estuvo unos segundos fuera de la oficina; tenía un plan en mente, iría con su padre para explicarle que esta noche enfrentaría a la madre, que todo lo decide, que abriría la puerta del olvido y que Cliff estaría involucrado en su plan.

¿Por qué prevenirlo de lo que está por venir? Lo hace por la manada. Ellos no merecen ser sometidos a un sufrimiento que no pidieron.

Pidió ser llevado hasta el pueblo a uno de los hombres encargados del transporte; en el camino pensó las palabras que diría a su padre, medito en las posibles respuestas del vidente, unas que escapaban a sus sentidos y aún no entendía por qué. Y cuando estuve frente a la entrada de la alcaldía, sintió el vació en su estómago.

—Disculpa, vengo a ver a Danny—Taddeo estaba frente a la recepción donde una mujer tenía su cabeza escondida detrás de la pantalla de su ordenador.

—Está en ese momento en una reunión, puede agendar cita para verlo para mañana desde las nueve de la mañana —respondió la mujer sin mirar a Taddeo.

—Soy su hijo, Taddeo Castillo—respondió y la mujer le dio un rápido vistazo—y necesito hablar con él, es algo delicado, por lo que no puedo esperar a mañana.

—No sé cuánto tardará en salir de su reunión, primogénito —la señorita dejo de teclear cosas en su computador y se dirigió al muchacho—. Puede esperar poco o mucho, pero no puedo interrumpirlos.

El de ojos Azules © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora