Aquellos que lo rigen todo.
El vidente regreso, como había dicho, sobre el amanecer a la gran casa. Ya la celebración había concluido y solo quedan algunos lobos tirados por el suelo muy atontados para llegar a una cama, pero no pasarían frío, su naturaleza los protegería de agarrar un resfriado.
Entro a la gran casa. Había cambiado, era muy diferente a la cual había llegado, tenía más colores en sus paredes y el amoblado, había otras notas aromáticas en aire. Era diferente, estaba bien con el cambio, pero extrañaba lo que pudo ser su vida, supuso que ya en su séptimo milenio llego el golpe de tristeza y la sensación de culpa; una por la cual culpa a su inexperiencia de su adolescencia, al final del día era solo un niño que tuvo que tomar decisiones difíciles.
Pero culpar a sus padres tampoco sería justo, ellos también fueron víctimas de las decisiones que tomaron cuando eran jóvenes, demasiado para pensar en las consecuencias de sus actos.—Alpha—la voz desgastada de la mujer hizo que el vidente quitara la vista de los libreros en donde se había perdido en sus angustias.
—Es un gusto ver que gozas de buena salud—respondió el vidente—y que aún sigue cuidando a los más pequeños, nana.
—Alpha, es un gusto tenerlo aquí nuevamente—la mujer fue abrazada por el muchacho—. Espero que esta vez sí pueda quedarse, su ausencia fue sentida por muchos durante esos largos años.
—Espero quedarme y quiero que sea por mucho tiempo—respondió terminando el abrazo.
—Parece que tienes muchas cosas pendientes—continuo la mujer invitándolo a tomar asiento en unos de los sillones de aquella sala.
— ¿Tuviste hijos propios?
—Tres varones—respondió ella—de los cuales ya uno descansa en la corte de la diosa.
—Alguna vez sentiste odio por ellos, acompañado de un amor que parece que te duele.
—Creo que todo padre puede amar tanto a sus hijos que puede llegar a lastimarse. Pero odiar a un hijo, no lo concibo posible—la mujer tomó gentilmente la mano de Danny— ¿Cómo odiar a una persona que vino de ti? Nunca.
—Yo considero que en el amor siempre hay algo de odio, sentir la necesidad de estar para esa persona, pero al mismo tiempo la punzada de rechazo que viene al fondo—continuaba el vidente—, creo que el truco está en no dejar que esa punzada sea más grande que la necesidad.
—Habrá más problemas, ¿no es así?
—Así es, ya que parece que la paz no quiere permanecer en estas tierras—el vidente apretó un poco la mano de la nana—. Veinte años nos separan de aquel sangriento día que vivieron estas tierras. No pude mantener aleja la guerra siquiera un cuarto de siglo; a penas se recuperaron las familias, se están ampliando las alianzas y nuestras tierras estaban por ser reconocidas como una gran nación para crecer en prosperidad.
—El pueblo estará con usted, Alpha, en esta guerra y las que se tengan que luchar—animó la mujer—ya no somos el pueblo que desconfiaba de su líder. Con su ayuda y la de nuestra luna, la manada es ahora tan fuerte como siempre debió ser. Confiamos en usted, siempre lo haremos.
—Y es precisamente eso lo que más me acongoja, nana—el vidente llevó ambas manos a la cabeza, apoyando los codos sobre las piernas, tomaba su cabeza—. No quiero defraudarlos, no puedo dejar de pensar que quizá nuevamente estén arrojando sus esperanzas a un poso oscuro y sin un fondo.
—Has crecido mucho desde esos días, Alpha—la mujer se acercó y abrazo de costado al muchacho—. Conoces ahora que algunas personas tienen que morir para alcanzar un bien común.
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El de ojos Azules © #PGP2024
Fantasy•|Libro 2 - Videns|• »Porque no todo azul reflejó el océano, hubo alguna vez uno que reflejo el ojo de la muerte» Ser padre nunca es fácil; no existe un manual que te indique paso a paso qué hacer con un pequeño que solo llora a cada media hora y pi...