14

205 46 6
                                    

Seohan solía empezar la mañana muy temprano. Después de todo, los tigres eran animales que sabían controlar sus hábitos corporales perfectamente bien mientras que, a bestias como Doyeong les resultaba difícil dormir a sus horas. Después de todo, como miembro de la tribu de los gatos, se sentía cómodo por la noche y, mientras que en el reino de los tigres estaban tan ocupados con el trabajo como para dormir fácilmente apenas llegar a la cama, Doyeong seguía con una naturaleza básicamente nocturna. Un desperdicio, si lo pensaba con cuidado.

"Buenos días, mi señor."

El tutor abrió la puerta, entró, saludó y cuando vio a Seohan en el sofá, inclinó la cabeza de un modo tan educado como de costumbre. El tigre le devolvió el saludo al instante.

Seohan, que había impedido que Doyeong saliera de las aguas termales hasta el amanecer, lo visitó antes de irse al trabajo y le preguntó "cómo se sentía" de una forma que le pareció muy extraña para venir de alguien como él.
Se había quedado dormido mientras abrazaba a los niños así que, al abrir los ojos para alimentarlos de nuevo, vio a su prometido sentado en el sofá, y se sintió tan, TAN avergonzado por recordar lo que pasó en su habitación la noche anterior que no pudo moverse y mucho menos volver a descansar. De hecho, se quedó acostado, mirando a Seohan, sin decir nada, mientras él observaba una pila de documentos durante mucho tiempo como si no se hubiera dado cuenta de que ya había abierto los ojos otra vez o no le importara en lo más mínimo. El hombre solo dejó el trabajo después de que llegara el tutor y le ofreciera algo caliente.

"¿Les gustaría algo de té?"

El comportamiento del maestro, que había entrado en la recámara, era bastante familiar en comparación con la primera vez que estuvieron juntos. Y Seohan, que lo estaba viendo encender el hervidor eléctrico para hervir agua, lavar brevemente los vasos en el fregadero y preparar té, abrió la boca confundido y finalmente dijo:

"Hay muchas cosas aquí que no había visto antes".

"Claro, señor. Porque es difícil llegar a la cocina mientras se cuida a los bebés. Me resulta más conveniente tener cerca dispositivos electrónicos sencillos."

"Ya veo..."

"Cuando los bebés están despiertos, son muy activos, mi señor. Caminan bastante. Si fueran tigres, ya estarían corriendo e intentando cazar pero, como son gatitos, su crecimiento es más lento de lo esperado. Serán de gran ayuda en la investigación sobre esta raza".

"De hecho, esta es la primera vez que veo a un bebé bestia."

"Son difíciles de cuidar, pero son encantadores."

Dijo el tutor, quien preparó la taza de té, mirando la cama con tanto amor como si esos bebés fueran suyos. Doyeong observó al tigre como esperando su reacción porque, como tutor, ya se había acercado a la tercera semana de cuidar a los niños todos los días por lo que era normal que se encariñara con ellos de esa manera tan fuerte. Además, los bebés parecían gatitos comunes y corrientes, como las mascotas de los humanos, por lo que no era de extrañar que los encontrara tan completamente lindos como para querer estar con ellos todo el bendito tiempo.
El tigre, por otro lado, era diferente. Los trajo a su territorio, eran enemigos en lugar de niños lindos o entrañables y seguro que los odiaba solo con verlos. Después de todo, su prometido, que se suponía iba a tener a su propio hijo tarde o temprano, dio a luz a estos bebés con otra persona que nadie conocía. Fue infiel y fue...

Asqueroso.

Doyeong se levantó, buscó la botella de leche a ciegas y la agitó más vigorosamente que de costumbre mientras se regañaba por ser tan descuidado y tan imbécil. No obstante, de un momento para otro las cejas del tigre se fruncieron, sus ojos se volvieron negros y luego, volvieron a su expresión de siempre incluso aunque parecía como si estuviera más enojado que nunca antes. En silencio, tomó un sorbo de té y luego abrió la boca:

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.(Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora