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El lugar al que se fue el tigre, apenas capaz de contener la ira que brotaba como un manantial inagotable por su pecho, fue la residencia donde vivía su hermano menor.

Este tipo, que era grande pero tenía cara de bebé, había decorado todo el edificio de negro, de pies a cabeza. Con cráneos y libros góticos junto con telarañas que no sabía si eran reales o de algodón pero que hizo que Seohan chasqueara la lengua ante los gustos del hombre, que no coincidían en absoluto con los suyos. Luego tomó un sorbo de una lata de cerveza que le tendió apenas llegar y finalmente Myeong-han, que había estado entregando frutas y bocadillos secos personalmente, chasqueó la lengua cuando notó que Seo-han se sujetaba la cabeza con las dos manos como si tuviera un dolor terrible en la nuca.

"Vaya. Parece que necesitas beber algo más fuerte".

Myeonghan tentó a Seohan agitando un vaso con hielo que ya tenía preparado de antemano. Seohan resopló, suspiró profundamente y le agradeció cuando comenzó a llenarlo de whisky justo hasta el tope. Luego, su hermano colocó una expresión seria y comenzó a jugar con su propio vaso vacío mientras preguntaba:

"¿Entonces?"

"¿Entonces?"

"Probablemente no viniste hasta aquí sólo para ponerte a tomar alcohol".

"Tal vez lo que quiero es ponerme borracho porque ya no me queda paciencia."

"¿Alguna vez tuviste paciencia?"

Myeong-han llenó su copa, la extendió y pidió un pequeño brindis. Seohan hizo tintinear los hielos de su bebida de mala gana y finalmente, los hermanos bebieron en silencio durante un rato que se sintió igual que estar una eternidad acompañados de la nada.
Seohan era ese típico hermano menor que no hablaba mucho de sus sentimientos, tampoco parecía triste o enojado y menos dio indicios alguna vez de necesitar la ayuda de alguien externo o de la familia por lo que, justo ahora, no lograba entender a ciencia cierta qué era lo que lo estaba molestando como para llegar a un punto de beber y suspirar al mismo tiempo.

Bueno, había una cosa. Y podía suponer que era gracias al horrible gato que había dejado entrar a su casa.

"Bueno, habla."

Myeonghan sabía que él era la única persona a la que su hermanito le contaba todo. Su hermana del medio, Song Ryeong, rara vez estaba en Corea debido a su trabajo, el menor, Jinhan, era tan bastardo que uno se preguntaba cómo había logrado que su personalidad resultara tan podrida siento tan joven, y sus padres, eran personas increíblemente ricas con un fuerte sentido de superioridad que los volvía personas arrogantes y estiradas que en general, no se habían comunicado decentemente con sus hijos desde que eran cachorros. No era una vida particularmente solitaria porque venían de un clan poderoso que se guiaba en un instinto particularmente fuerte de resolver todo por ellos mismos para sobrevivir pero, no obstante, como también eran humanos, a veces necesitaban a alguien en quien confiar cuando las cosas se ponían complicadas. Y Seohan y Myeonghan, se tenían el uno al otro en esos tiempos difíciles en parte porque eran familia, pero fundamentalmente porque sus personalidades coincidían bastante bien la una con la otra. Y le molestaba bastante que solo escuchara en lugar de confesar sus sentimientos de frente al menos por una maldita vez en su vida.

Myeong-han, que estaba pensando para si mismo que Seohan era lamentable, sonrió y sacó sus cartas:

"¿Es por mi cuñadito otra vez?"

"..."

"Lo digo porque escuché que ayer lo golpeó el mayordomo Kim".

El ceño de Seohan se frunció ante la inesperada historia. El vaso que sostenía entre sus manos cayó lentamente contra la mesa al mismo tiempo en que Myeonghan subía una ceja:

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.(Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora