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Durante aproximadamente un mes, cuando su mente estaba llena de Doyeong, no podía ni hacer una simple llamada telefónica porque no encontraba una excusa que fuera lo suficientemente convincente después del problema tan fuerte que había ocurrido entre los dos.

Y pasó que, mientras esperaba desesperadamente a Doyeong, Seohan mismo se fue marchitando hasta volverse una persona que era completamente irreconocible ante sus ojos.

Cuando no podía soportarlo más, pensó en los niños e imaginó que podría estar permitido preguntarle sobre su salud ahora que a fin de cuentas era su padre. Aunque de nuevo, resultó que no podía llamarlo directamente por miedo a llegar a ofenderlo otra vez.

"¿Suegra? Hola, muy buenas tardes. Habla Lee Seohan".

Nunca imaginó ser un yerno sensible que de pronto hablaba y saludaba a su suegra pero, resultó que ahora era completamente necesario. Una voz emocionada llegó desde el otro lado:

—¡Vaya! ¡Qué inesperado! ¿Cómo estás, hijo?

La frente de Seohan se frunció por un instante cuando escuchó la voz de la madre de Doyeong. Es decir, era extraño. Porque si ella supiera todo lo que le habían hecho pasar, definitivamente no lo habría tratado así para ese momento porque estaba convencido de que los padres matriarcales del pueblo de los gatos de seguro tenían el suficiente orgullo como para decir: "Olvídate de nosotros y no vuelvas a llamar" antes de colgar sin darle permiso para explicarse. Después de todo, no importaba cuánto dinero ganaran ahora gracias a los Lee, seguro que nadie estaría contento con enterarse de que habían prácticamente violado a su querido hijo.

Seohan preguntó:

"Todo bien ¿Usted cómo está?"

—De maravilla gracias a ti. Por cierto ¿Cómo está Doyeong? No ha contestado el teléfono últimamente y estoy un poco preocupada por eso.

Las manos de Seohan se pusieron rígidas sobre la tela de sus pantalones. Naturalmente pensó que el gato había regresado a casa porque, aunque ya era un adulto y tenía hijos, Doyeong era una bestia joven que no tenía vida social y que había crecido específicamente para convertirse en un compañero de su familia. No sabía mucho de las bestias o de los humanos y tampoco tenía contactos.

"Él esta ocupado. Lo siento, me comunicaré con ustedes más tarde."

—¿Qué? Oh, claro...

Después de finalizar rápidamente la llamada, Seohan llamó a Doyeong de inmediato y se puso el celular en la oreja. Sin embargo, el tono de llamada solo se conectaba al correo de voz por lo que la sangre se le fue directamente al estómago cuando sintió que el gatito lo estaba evitando de nuevo. Además, si no estaba en casa, ¿Entonces en dónde? La razón por la que había estado esperando como un idiota fue porque creía que Doyeong regresaría con sus padres, que estaría bien y que viviría su vida como si nada de esto hubiera pasado para empezar pero... Ahora resultaba que estaba perdido, con tres bebés y quién sabe en qué tipo de problemas por lo que, intentando reprimirse, Seohan le ordenó a su secretario que encontrara el paradero de Doyeong tan rápido como le alcanzaran los informantes y sus contactos.

Como era de esperar, en una hora aproximadamente, recibió información sobre el reloj y un propietario de un casa de empeño que había pedido al fabricante que investigara si lo habían robado de alguna casa noble. No pasó mucho tiempo antes de que tuviera en sus manos el documento que había completado Doyeong, y el lugar exacto donde estaba viviendo justo ahora.

"..."

Pero era difícil ir a buscarlo cuando tenía todavía tan clara la imagen de él diciéndole que esperara en la habitación hasta que tuviera ganas de matarse.

Seohan entonces eligió un callejón oscuro y esperó durante horas con la esperanza de que, tal vez por casualidad, lo viera salir y se cruzaran por un instante pero, resultó que nunca hubo movimiento alguno. Ni siquiera descubrió si estaba bien, o si estaba saludable y en su lugar, completamente angustiado, se sentó en una calle cercana y fumó hasta que se le acabaron los cigarrillos y el dinero que llevaba en la cartera. Las sombras de su rostro se había oscurecido a lo largo del contorno, los labios le ardían por la resequedad y tenía unas ojeras impresionantes bajo los ojos porque hubo pocos días en los que había logrado dormir profundamente después de lo que pasó en su casa. Entonces se dio cuenta de lo profundas que eran las emociones dentro de él y al mismo tiempo, entendió lo contradictorio y patético que había sido al decir que lo protegería de todo lo que estuviera mal en este mundo cuando él mismo era el problema. Y es que ¿¡Qué debía hacer ahora que finalmente se había dado cuenta de lo impresionantes y asfixiantes que eran sus sentimientos por él cuándo prácticamente le había puesto una soga en el cuello!?

Los recuerdos de Doyeong venían cuando cerraba los ojos y en cada uno de ellos veía a un gatito tembloroso llorando, soportando sus insultos y pidiendo perdón por pecados que no había cometido en primer lugar. Y, cada vez pasaba, tomaba su teléfono móvil, buscaba su contacto, lo dejaba tal y como estaba y volvía a encender un cigarrillo más hasta que, después de soportar casi toda la madrugada, fue a la posada y asomó la cabeza por la puerta principal casi como si fuera un ladrón listo para entrar en alguna recámara. Quería al menos hacer una ronda para asegurarse de que era un vecindario tranquilo y alejado de los criminales pero, en el momento en que vio a Doyeong, (con quien no había podido estar después de tener esa pelea), salir de la pequeña tienda, no pude deshacerse del impulso y comenzó a caminar como si lo estuviera persiguiendo algo invisible.

¡Había muchas cosas que quería decir justo ahora! Para empezar que, aunque fue un corto período de tiempo, menos de un mes, lo había extrañado como no tenía idea durante cada día y cada noche y que era verdad que lamentaba muchísimo el daño que le había causado toda su familia. También había preparado dos hojas completamente llenas con una disculpa y adjuntó una declaración para preguntarle si podía volver a la casa bajo las reglas que él quisiera poner por escrito.

"..."

Pero Doyeong ahora se veía más brillante y mejor de salud que cuando estaba a su lado y también parecía más cómodo viviendo en una posada destartalada que en una mansión que había ganado varios premios de arquitectura en los años anteriores.

Y tan pronto como hizo contacto visual con Doyeong, quien lo miraba de arriba para abajo como si no pudiera creerlo, las palabras que había preparado desaparecieron en el aire hasta dejarle con la boca completamente abierta y una sensación espantosa de que ese gatito frente a él nunca volvería a ser suyo de nuevo. Le había dicho que esperara en la habitación así que se pasó días y noches enteras aferrándose a la débil esperanza de que volviera y, de todos modos... ¿Qué debía hacer si su prometido decía que no? Si Doyeong se acercaba y le gritaba que rompiera el compromiso y que ya había tomado una decisión final ¿Entonces qué le quedaba para seguir adelante?

Después de preguntar si podía esperar aquí, Doyeong simplemente le miró en silencio, incapaz de decir nada, y luego le dio la espalda para entrar en la posada una vez más.

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.(Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora