Parte 138

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Soplaba un viento frío.

Con los ojos cerrados, buscó el calor de su esposo junto a su cuerpo pero...

La cama era plana.

Las sábanas ni siquiera se deshicieron y las almohadas que trajo la noche anterior no estaban allí.

Abrió los ojos.

La sensación de soledad creció aún más ante el suave toque de la seda y al mismo tiempo, se preguntó adónde había ido ese hombre que le había prometido que estaría con él todo el tiempo hasta que se sintiera mejor.

¿Por qué le había dejado así, sin decirle nada?

Sin embargo, antes de que pudiera tener malos pensamientos, la visión a la que había comenzado a acostumbrarse lentamente encontró la respuesta en la esquina de la habitación: En el reposabrazos del gran sofá de una plaza, a poca distancia de los pies de la cama, vio su camisa azul, arrugada y manchada de lodo.

Y se encontró con una espalda desnuda unos centímetros después ¿Qué pasó? ¿No podía dormir?

"¿Amor...?"

Debido al ángulo, no podía ver bien a Klopp.

Pero notó que su mano, que estaba cuidadosamente colocada en el reposabrazos, ni siquiera se había movido.

"¿Klopp?"

Quería acercarse, pero le dio miedo. No sabía por qué.

Solo recordaba que se sentía extraño.

Entonces cambió de opinión y se quedó quieto un segundo.

Tal vez le había dolido la espalda y por eso mismo había decidido dormir sentado.

Pero si ese era el caso ¿No sería mejor que lo llevara a la cama e intentara hacerlo dormir?

"Oye."

Se acercó al sofá paso a paso...

Las cortinas sueltas dejaban al descubierto la gran ventana del balcón y la brillante luz de la luna, entrando por la ventana entrecerrada, hizo que pudiera ver a Klopp, sentado en medio de las sombras de los árboles y sorprendentemente despierto.

Solo estaba allí, mirando por la ventana con una expresión en blanco.

Afuera, estaba el jardín de rosas por lo que imaginó que tal vez, en medio de la madrugada, se habían cambiado a la recámara que era originalmente de su madre para intentar que tuviera una noche más fresca.

Siguiendo su mirada, Arok también miró en silencio por la ventana solo para encontrar que la cabaña, ese espacio aterrador y doloroso que le hizo querer acabar con su propia vida más de una vez, seguía en pie incluso aunque anteriormente había mandado a demolerla.

¿Y por qué? ¿Y qué clase de ojos tenía Klopp mientras lo miraba tán atentamente?

No quería saber, pero sus pies se movieron sin su conocimiento y lentamente, como un fantasma, se dio la vuelta frente al sofá para enfrentarse a ese hombre que parecía tan duro como una estatua de piedra.

El dolor se notaba en sus labios fuertemente cerrados, y la soledad fluía de un par de ojos que se le habían hinchado por las lágrimas.

La luz de la luna, rompiendo en sus hombro, lo hizo darse cuenta de que, aunque era Klopp, este hombre parecía haberse llenado de arrugas de un momento para otro.

Y eso fue suficiente para que Arok estuviera seguro de que su corazón podía reventar.

"Klopp".

AROK Y JARDIN DE LAS ROSAS (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora