Parte 174

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El estudio, orgullo de la familia Taywind junto con el jardín de rosas, era una enorme sala de dos plantas conectadas por un techo abierto. 

Había una pared que daba directo al jardín y que tenía una enorme ventana de cristal que dejaba entrar completamente la luz del sol, luego, a la derecha e izquierda, los otros tres lados eran enteramente estanterías, excepto por el área alrededor de la puerta de la entrada.

Su extraordinaria colección de libros, que había aumentado a medida que se pasaban de generación en generación, a menudo se comparaba con la biblioteca que el rey tenía en su palacio. 

Además, si te parabas en algún lugar en medio de las estanterías de abajo, empujabas ciertos libros hacia adentro en orden, luego tocabas el borde y retrocedias, entonces se abriría una sección con una puerta secreta y dentro, encontrarías una caja fuerte personal utilizada por los sucesivos Condes de Taywind.

Allí fue donde dejó el contrato.

Dentro del sobre herméticamente cerrado, había un informe sobre las acciones que habían estado frustrando a Arok desde el inicio y también, un libro mayor que tenía escritas todas las cuentas, cantidades a deber y también, lo que ya estaba pagado

Para su sorpresa y según el informe que le entregó, la mayor parte de los daños habían sido reparados sin el menor de los contratiempos y además

El hombre también fue el completo responsable de administrar el negocio ahora, en el futuro, y por supuesto, de anotar cada uno de los ingresos esperados junto con el ajuste de los detalles de su herencia y la cantidad que se esperaba recuperar.

En pocas palabras, todo se veía de maravilla.

"Realmente lo logró. No puedo creerlo".

¡Fue simplemente sorprendente!

Pero mientras volvía a revisar algunos informes, una pequeña tarjeta se cayó desde dentro del sobre. No tenía comentarios ni palabras sobre el caso, solo, una fecha y una hora.

Y un olor familiar como el infierno...

Carajo, le temblaban las yemas de los dedos.

Dobló apresuradamente el informe que estaba leyendo y después de leer la tarjeta dos veces más, la devolvió a su lugar de origen y lo cerró haciendo un poco de presión con las yemas de los dedos.

Y justo cuando cerró la puerta secreta y se dio la vuelta para irse, una energía pegajosa e infinitamente penetrante comenzó a pegarse a su espalda hasta hacer que el enorme lugar que era su estudio pronto se sintiera igual a estar metido en una especie de prisión a la que le faltaba el oxígeno.

Aunque la puertecita de la caja fuerte estaba correctamente cerrada, la tarjeta de Bendyke había derramado una energía tan acre e intensa que se desparramaba a través de la rendija en forma de una niebla negra que olía extraño. 

No extraño de feo o asqueroso sino, extraño de... Lascivo.

Arok dio un paso para atrás en un intento de alejarse de su aroma, pero no fue suficiente. 

Ni siquiera abrir las ventanas y dejar que la brillante luz del sol le llegara de golpe podía desinfectar la profunda lujuria que había empezado a crecer desde adentro de él.

Su carne estaba sensible.

Se le puso la piel de gallina en la parte interna de los muslos y hubo un montón de escalofríos recorriendo todo lo largo de su columna vertebral.

Estaba solo y completamente vestido con un traje, pero igual sintió como si estuviera completamente desnudo ahora.

También, como si se lo estuvieran cogiendo.

Antes de darse cuenta, Arok extendió las manos hacia atrás y se sostuvo del borde de la gruesa madera de su escritorio.

 Apoyó su trasero allí, dejó escapar pequeños respiros, uno tras otro, y luego comenzó a sentir un profundo arrepentimiento escalando por las puntas de sus pies hasta llegar a su cabeza ¿Por qué le agarró la muñeca aquella vez cuando intentaba detenerlo? 

Sus palmas hormiguearon en ese momento y lo estaban haciendo incluso mientras se quedaba aquí sentado justo ahora. 

Era como si tuviera quemaduras invisibles carcomiendo sus nervios. Pinchazos...

"Me estoy portando como un loco..."

Sus manos no podían compararse con el granito, el mármol, que pertenecía a la misma categoría, o a la piedra, que en comparación con su fuerza parecía mucho menos que un material blando. 

Era más como... Diamante. 

Arok se dio cuenta profundamente de que ese Alfa era completamente similar a un diamante reluciente y aunque nunca en su vida había dudado de su masculinidad o de su género al tener un tipo de cuerpo voluminoso, no ser bajo de estatura y tener una apariencia atractiva... 

La verdad era que ya no se sentía como si estuviera dentro de la misma categoría de "macho dominante" en la que se encontraba él.

Dejando de lado las consideraciones filosóficas y sociales sobre cuál era la apariencia ideal de un alfa para la sociedad, la respuesta de Arok siempre iba encaminada en dirección a los mismos aspectos similares de los que hablaban el resto de las personas: Alto, musculoso y guapo

Y físicamente, en base a estos puntos, él era sólo un tipo ordinario del que no se podía decir que poseyera el encanto ideal de uno de ellos. 

Pero Bendyke ¡Ay dios mío! Él era verdaderamente la idea física de la masculinidad alfa. 

No importaba lo mentalmente despreciable que fuera, lo sucio o que se tratara de un mero fraude, el hombre no se desviaba ni un centímetro de las normas que Dios había establecido para que un Alfa fuera llamado, un Alfa. 

Una máscara de un dios militar que parecía tallada en mármol, piel bronceada por el sol, un cuerpo sólido, como una versión en miniatura de Atlas, un olor corporal perfecto a feromonas y muñecas llenas de poderosas venas y tendones. 

Sobre todo, ¡Esos preciosos ojos! Esos dos ojos locos que parecían cristales pintados de negros y que combinaban bastante bien con la fuerza del granate, la determinación del negro, la frialdad del azul, la pasión del rojo y el indescriptible color de la ira. 

Le gustaban mucho. No se comparaban en nada con el simple tono azul que tenían los de él.

Hervían, como crisol a alta temperatura.

Frente suyo, cuando se acercaba y lo miraba de frente, no tenía la confianza para atreverse a llamarse a si mismo un Alfa.

Comenzó a fantasear...

AROK Y JARDIN DE LAS ROSAS (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora