Parte 162

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No podía recordar en absoluto cómo fue la cena.

Rafiel cortó y comió ansiosamente su carne y luego incluso hizo lo mismo con la porción de Wolflake. Entonces, incapaz de negarse a la invitación de quedarse con ellos porque era tarde, decidió ser amable y dormir en la casa del vizconde toda la noche. 

Gracias a eso, cada segundo de su existencia se sintió como estar en un campo minado. Y de alguna manera, atrapado en una cama muy pequeña, Wolflake no pudo conciliar el sueño sin importar lo mucho que se moviera para aquí y para allá. 

Finalmente se sentó en una silla y miró por la ventana en dirección a la puerta. 

Tenía un palo de escoba en las manos. 

Después de todo, en caso de intento de asesinato por parte del vizconde o la vizcondesa durante la noche, iba a estar atento y con los puños bien en guardia. Estaba preocupado por Rafiel, por supuesto, pero pensó que su vida estaría a salvo ya que era su hijo mayor. 

Sin embargo, cuando saliera el sol por la mañana, lo sacaría de su habitación, tomaría su maleta, y nunca jamás volvería a poner un pie en esta mansión por lo que quedaba de su existencia. Apretó los dientes y luego también apretó su mano.

Suspiró.

Se quejó.

El sueño que le había llegado tan fácilmente ayer no vino en absoluto hoy

En realidad, cuanto más profunda era la noche, más abiertos estaban sus ojos. Tenía sed, pero solo tragó saliva porque tampoco confiaba en el agua de esta casa. 

¿Quién sabe? ¡Tal vez tenía veneno! No obstante, aunque podía sobrevivir sin comer o beber, la herida presionada por el vendaje que Rafiel le había puesto le dolía muchísimo debido al sudor. También le picaba.

Y mientras fruncía el ceño por el dolor y torcía los labios, buscando una manera de rascarse bajo las vendas, finalmente escuchó un golpecito en la puerta que le hizo tener los nervios de punta. 

Tan pronto como se levantó de su asiento, buscó algo que pudiera usarse como arma y se metió detrás de su escritorio mientras pensaba en maneras de derrotar a su suegro sin morir al intentarlo. 

En realidad, parecía que su cerebro no funcionaba correctamente porque había perdido mucha sangre, pero ni siquiera estaba al tanto de esto.

En su lugar, Wolflake gateó por el suelo, luego arrastró apresuradamente una silla, y se paró detrás de la puerta todavía con el palo en las manos. Y mientras la abría con muchísimo cuidado, alguien empujó y se metió igual a si lo hubiera invitado a pasar. 

Estaba a punto de levantar la silla para estamparla en su cabeza cuando se encontró con un hermoso par de ojos azul cielo.

"¡Rafiel!"

El marqués dejó caer la silla y lo atrajo de inmediato hacia sus brazos. Entonces descubrió que sus bonitos hombros temblaban ligeramente incluso debajo de su camisón pero no sabía exactamente por qué.

¿Sería porque tenía frío? ¿Lo había asustado?

"¿Por qué llevas ropa tan ligera, tonto?"

Wolflake lo llevó rápidamente a la cama. Luego, los dos se abrazaron en silencio y se cubrieron con la misma sábana.

Rafiel, que estaba en los brazos de Wolflake, justo como la otra anoche, tocó el vendaje alrededor del cuello de su pareja con toda la mano y preguntó: "¿Te duele mucho?"

"Ya no..."

AROK Y JARDIN DE LAS ROSAS (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora