Parte 188

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Sí, todo era tranquilo.

Una vida pacífica.

Incluso si perdió a su madre cuando era joven y a su padre no hace mucho, en realidad nunca la trató como una tragedia importante porque, es decir ¿Qué era lo especial con su caso? 

Había tanta tristeza y miseria en el mundo que, comparado con él, que tenía abundante riqueza, una apariencia decente, una mente aguda, un cuerpo sano, conocidos amistosos y parientes amigables, los altibajos en su vida parecían un juego de niños.

O eso fue hasta que el gran desastre llamado "Klopp Bendyke" surgió de la nada igual a un terremoto que después ocasionó un tsunami. 

Algo inevitable.

No, podría haberlo evitado, pero no vio las banderas rojas que estaban clavadas en la tierra.

Y como esa lengua astuta había dicho antes, Arok no tenía por qué tratar con un hombre así y no había caso alguno en que lo aguantara igual a si fuera un santo. 

Pero estuvo allí, poniendo de excusa que necesitaba desesperadamente un administrador financiero competente para no perder su casa, reteniendo a Bendyke tanto como fuera posible y soñando con un futuro que dejó de ser posible a medida que notaba lo terrible de su carácter.

 Y por eso, dejó de lado que él era el actual conde de Taywind y que incluso si cometiera un error y perdiera su fortuna, incluso si perdiera algunas de sus propiedades, igual no serían nada comparado con soportar la humillación que había sentido cuando se montó al carruaje y lo escuchó hablar sobre su primo.

Pero, ¿Por qué aceptó estar con él y por qué cayó en la trampa en primer lugar? ¿Por qué deseaba acostarse desesperadamente con Bendyke y por qué empezó a sentir deseo después de no haberlo tenido desde que era un adolescente? ¿Era porque se menospreciaba? ¿O era que el encanto del hombre era superior a todo lo que experimentó en su vida hasta ese momento? Carajo, era patético. 

Estaba a centímetros de considerarse un hombre extremadamente guapo de no ser porque Dios se olvidó de dar los toques finales a su cara. 

En su lugar, le dio ojos demasiado duros, contornos sin pulir y un tono de piel oscuro en lugar de blanco. 

Era un tipo al que ni siquiera le habría prestado atención si no le hubieran dotado de un extraño carisma y sofisticación y una apariencia pulcra con un tono serio que parecía provenir de una parte clandestina. 

Por supuesto, esto se basaba puramente en los estándares estéticos personales de Arok Taywind, a quien siempre le gustaron los hombres altos y rubios, y pensó que si bajaran el estándar al nivel de la socialité promedio, Bendyke entonces parecería un macho alfa más que perfecto.

"Pero definitivamente no según mis estándares... Yo no necesito esto".

Arok cerró ferozmente el libro que había estado leyendo y cerró los ojos. 

Había decidido quedarse en su biblioteca toda la mañana pero en realidad todavía ni siquiera había leído ni un solo capítulo, y mucho menos un libro completo, demostrando que incluso aunque el maldito infeliz no estaba frente a él, igual estaba arruinando su vida diaria hasta un punto en que se volvió un inútil.

La tetera que Hugo había preparado hace un rato estaba desprendiendo vapor. 

Tomo una taza, se sirvió té, y dejó que sus fosas nasales se llenaran de ese aroma fragante al limón y a las hierbas que tanto amaba.

No había mejor remedio para una cabeza tan mareada por pensamientos inútiles que una buena taza de té y una galleta y Arok estaba dispuesto a disfrutar de este momento de paz tanto como fuera posible.

Pero luego Bendyke volvió a la escena.

No pensaba que el hombre hubiera completado su educación universitaria tan brillantemente como le había escuchado decir porque tenía acciones y pensamientos que se asemejaban a la de los bárbaros en una caverna. 

Claro que verlo ser tan descarado e indomable era excitante, pero eso no significa que estuviera bien ignorar por completo una etiqueta y unos modales que la humanidad se había dedicado en desarrollar durante tanto tiempo. 

Era una bestia. Ni más ni menos.

"Joder...."

Arok frunció el ceño y dejó su taza de té medio vacía sobre la mesa. 

Se desató la corbata, caminó adelante y atrás por las estanterías de la sección que le fascinaba, y buscó un libro de aventuras lo más fantasioso posible. 

Intentó deshacerse de sus pensamientos señalando cada letra con los dedos e incluso llegó un momento en que leyó todo en voz alta e hizo las voces de los personajes y, aún así, sin importar cuánto pensara o repasara o leyera una y mil veces, era imposible de entender y volvió a tener la cabeza repleta de esa misma persona. 

Pensó que, si el hombre del que se hubiera enamorado no hubiese sido Bendyke, entonces ya sería historia pasada y en este momento estaría intentando volver a reconstruir su vida.

¿¡Por qué entonces era tan malditamente difícil para él!? Es más ¿¡Qué carajo tenía de especial ese sujeto para que lo tuviera tan metido en la mente!?

Segundo hijo de un noble rural, perteneciente a una familia de clase baja sin títulos ni propiedades. 

Todo lo que consiguió fue por su cuenta y todo en lo que fracasó fue exactamente por las mismas circunstancias. 

En general, no tenía tantos defectos, pero tampoco era el hombre perfecto como para ser amigo de los grandes nobles del imperio.

Además de eso, tenía una arrogancia tan impresionante que lo sacaba de sus casillas y aunque era sólo unos años mayor que Arok, mostraba un comportamiento que no era inferior a la de los hombres de mediana edad que habían aprendido lecciones muy sabias con el tiempo. 

De hecho, parecía tan experto en tantas cosas que incluso el Marqués de Wolflake, que se destacaba entre los jóvenes Alfas por su inteligencia, todavía era débil cuando se le comparaba con él. 

Algo así como, "ser un alma vieja."

"En realidad, es sólo un idiota sin un solo título que no merece mi tiempo... Pero seguro que en el infierno lo vuelven conde de inmediato..."

Arok se estremeció. 

Fue una pena que incluso después de que lo despidiera estuviera pensando sobre sentimientos que lo involucraban a tal punto que volvió a sentirse molesto.

"Mierda... De verdad que soy un..."

¡Ya hasta le estaba doliendo la cabeza! La lectura ya no le estaba proporcionando el escape que esperaba así que decidió poner todo de su parte en su plan adicional y dedicarse toda la tarde a dar un paseo. 

Hugo ya estaba frente a la puerta cuando tomó su bastón.

"Voy a salir..."

"¿Te refieres al jardín?"

"A un lugar más lejos..."

"Prepararé un carruaje entonces"

"Y esta vez, pon a un cochero que siga órdenes".

Cuando le señaló lo que había pasado antes, Hugo dijo que en definitiva lo iba a regañar.

AROK Y JARDIN DE LAS ROSAS (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora