Parte 140

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"Ahora, finalmente tenemos un momento para nosotros dos".

Mientras se aflojaba la corbata, Arok vio que Klopp se acercaba pasito a pasito desde atrás hasta llegar a centímetros de su espalda. 

Involuntariamente dio un paso atrás.

"Pero, ¿Ya? Todo el mundo sigue despierto."

"Llevo semanas esperando. Trabajo toda la noche y cuido a Lennok en el día. Dame un premio por aguantar pruebas tan duras."

"Te estás robando el premio. No estás esperando tranquilamente por él."

"Es que yo siempre tengo lo que quiero."

"¡Imbécil!"

La cara sonriente del hombre era tan hermosa que olvidó la otra grosería que iba a agregar.

Un bulto suave de carne se asomó entre sus labios entreabiertos.

El aire caliente llenó la habitación y los gemidos vinieron tan rápido que tuvo que taparse la boca con el dorso de la mano para controlarse.

Klopp agarró su muñeca, chupó el interior de su mano, y succionó una y otra vez hasta dejarle una marca increíblemente punzante

Luego hizo lo mismo con sus labios, con su garganta y con esos pezones que no dejaban de derramar la leche de su hijo. 

Y antes de llegar al final, le hizo probar una y otra vez un clímax que le dejó la cabeza en blanco y un placer que derritió su cerebro hasta volverlo menos que gelatina.

"Arok, ah, Arok..."

No importaba lo que le diera, placer o dolor, estar juntos era perfecto.

Y en la terrible sensación de perder el conocimiento varias veces, el apasionado alfa finalmente alcanzó su propio clímax y luego, como declarando su posesión hacía él, comenzó a llenar sus órganos con chorros de su semen.

"¡Umm!"

"Lo siento. Ah, debería haberme salido rápidamente pero..."

"No, está bien. Me gusta que lo hagas dentro de mí."

"Y dices que yo soy el pervertido"

La energía para enfadarse con él, incluso en broma, se había ido. 

Y en su lugar solo contuvo el aliento ante la frase tan tonta que acababa de decir ¿Qué más daba? Le gustaba la sensación de estabilidad dada por su peso encima suyo y aunque la articulación de su cadera dolía como si fuera a caerse, pensó que no había nada más dichoso en el planeta que quedarse dormido en los brazos de su amor. 

Y Arok también imaginó que estaría bien si el mundo terminara justo de esta forma. 

Con un hombre que aunque era un poco, no, muy violento, egoísta y desvergonzado, era más adorable que nadie en la vida.

Y eso siempre fue suficiente para hacerlo feliz.

Dos meses después:

"¡No soy una maldita yegua que pueda dar a luz a todos tus hijos siempre que...! ¡Buargh!"

Su rostro se había puesto amarillo por las náuseas matutinas y de todos modos, antes de vomitar, atacó al culpable con todo lo que tenía.

"Vamos, no es tan malo".

El hombre, descarado como siempre, le trajo agua y luego, pretendiendo que no estaba enojado con él, abrazó a Arok, le besó la nuca y comenzó a acariciarlo en la espalda lentamente. 

AROK Y JARDIN DE LAS ROSAS (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora