Capítulo 11 · Juegos de mesa

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Luego de mi cumpleaños, Henry comenzó a pasar todas las tardes conmigo. Salíamos del gym y nos íbamos caminando hasta mi casa. Hacíamos las tareas y deberes del cole juntos y cuando mi papá lo empezaba a mirar feo, se iba.

Tuve que hablar con mi papá sobre eso, pero no quiso aceptar sus celos y que no le gustaba Henry por supuesto, se hizo el desentendido y yo tampoco insistí. Tendrá que aceptarlo tarde o temprano. Pero en días como hoy, que Henry se quedó más tarde de lo usual, lo asesina con la mirada. Ese es el momento que comenzamos a despedirnos.

Claro que no va todos los días. Los viernes, que él va con su papá al golf, yo salgo con Mónica o con mi mamá a hacer algunas compras o a comernos algo en algún café. Hemos mantenido una relación bastante estable, para la edad que tenemos y no cabe duda de que nos queremos muchísimo. No nos cansamos de repetírnoslo uno a otro.

En mi casa, son pocas las oportunidades que tenemos para estar solos porque siempre están mis padres. Cuando saben que él va no dejan de pasar por el salón, la cocina o el estudio para ver qué estamos haciendo. Nos mantienen vigilados, pero claro, como buenos traviesos que somos, hemos descubierto maneras de hacer nuestras trampas.

En una ocasión le dije a mi mamá que quería un rompecabezas de los grandes, de los que traen más de 1000 piezas. Y un día me llegó con uno de un paisaje de París. Me encantó. Así que ese sería un proyecto que haría con Henry para divertirnos un poco de vez en cuando.

Decidimos armarlo en la mesa de la sala que estaba frente al sofá del salón pero que tenía la ventana de la sala de fondo. La mesa era lo suficientemente grande para poder poner todas las piezas y armarlo con facilidad.

Llegó el día que comenzamos a armarlo. Henry y yo tratamos de crear un sistema para clasificar las piezas y hacer primero el borde y luego la parte interna. Ese día yo cargaba un top blanco y una faldita corta color blanca con estampado de flores verdes, era como una falda de tenista. Y claro me puse un hilo de encaje también en color blanco. No podía dejar de sentirme sexy con mi novio al lado.

Para buscar las piezas yo tenía que subirme a la mesa casi, quedando muchas veces con el culo levantado. Al principio lo hacía sin ninguna intención, hasta que de repente siento la mano de Henry subiendo por mi pierna tocando mi muslo lentamente. Me paralizó porque no me lo esperaba, pero lo miro y lo dejo que continúe.

Mi trasero está apuntando a la ventana, así que si sale mi mamá o mi papá no verán nada. La mano de Henry sigue subiendo, acariciando mi muslo y acelerando mi pulso de inmediato. Agarro piezas al azar sin ninguna coherencia. Su mano llega a mis nalgas y me las masajea poco a poco sin hacer movimientos bruscos. Yo lo estoy disfrutando. Hablamos de vez en cuando de las piezas para no levantar sospechas.

De repente siento que vuelve a bajar la mano poco a poco y con uno de sus dedos roza mi vagina sobre el tanga. Se me escapa un jadeo.

- Shhh mi amor, que nos pueden escuchar - me dice en voz muy baja.

Continúa tocando en círculos, masajeando mi clítoris. Yo abro las piernas para darle mejor acceso. Y continúa con esos movimientos que me van a matar. Ya siento como me estoy mojando las piernas. No sé si pueda conseguir quedarme callada sin hacer ningún ruido.

Él continúa sus movimientos, pero me hace a un lado el tanga y me toca directamente. Me levanto de la mesa un poco y pongo las dos manos en ella. Estoy a punto de correrme de lo excitada que estoy. El sigue tocando y yo me muerdo el labio inferior para no jadear de placer.

Escuchamos un ruido y él saca la mano lo más rápido posible y yo pongo atención a las piezas del rompecabezas fingiendo que busco una en particular... Era mi mamá que salía a buscar no sé qué cosa a la cocina. Y se devuelve a la habitación.

Luna Enamorada [+18] - Completada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora