Capítulo 41 · El accidente

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Estoy en mi cama, al día siguiente de habernos comprometido Henry y yo. Todavía no me lo creo, pero el anillo que tengo en mi mano lo confirma. Es hermoso, me encanta que haya seleccionado esta piedra que es tan importante para nosotros.

Luego de la celebración con todos nuestros familiares y amigos nos vinimos a la casa y aquí sellamos nuestro compromiso haciendo el amor como dos mandriles en celo. No hay mejor manera de describir lo que hicimos.

- Buenos días, amor, ¿Cómo amaneció mi prometida hoy? - me dice Henry despertando a mi lado.

- Todavía asimilando lo de ayer cariño.

- ¿No te gustó la sorpresa?

- ¿Cuál de tantas?, porque lo del supuesto incendio no te lo voy a perdonar muy fácil, casi me da un infarto de solo pensar que la oficina se había destrozado.

- Lo siento amor, pero tenía que sonar convincente.

- ¿No podías haber inventado algo más?

- No, ese fue el mejor plan y no me digas que no es así, porque te lo creíste todito. Además, ya no tiene caso que sigamos discutiendo el asunto, ya viste que todo está en orden en la oficina, así que olvídalo y ven a hacerme cariñitos.

Me dice tomándome de la cintura para subirme a él, nos besamos y por supuesto nos calentamos en microsegundos. Al estar desnudos de la noche anterior, fue más fácil caer en la tentación.

Al terminar nuestro mañanero rejuvenecedor, nos vamos a duchar y a vestirnos, porque mi madre había llamado para decir que nos esperaban en su casa, había preparado un almuerzo con la familia de Henry. En el camino, aprovecho y le pregunto por eso.

- ¿Cómo no me dijiste que estaban aquí tus padres y tus hermanos?

- Era parte de la sorpresa cariño.

- Ya veo. Me ocultaste muchas cosas Henry.

- ¿Estás brava por eso?

- No, no brava, pero ya veo que no puedo confiar mucho en ti... mira todo lo que hiciste a mis espaldas y ni cuenta me di.

- ¿Será porque no lo hice yo solo? - me lo quedo mirando, con los ojos entrecerrados.

- Claro, ¡hay cómplices! con razón, ya decía yo que no habías podido hacer esto tu solo. Y mucho menos, habiendo llegado de viaje tan pronto. ¿Quiénes te ayudaron?

- Se dice el pecado, pero no el pecador cariño.

- No me vengas con eso ahora. Seguro fue Mónica, ¿no?

- Si ya lo sabes ¿para qué me preguntas?

- Me va a escuchar cuando la vea.

- ¿Y qué le vas a reclamar?

- Que no me dijo nada. Es mi amiga, me tenía que preparar para esto...

- Mi amor si te decía algo, perdía la gracia. La idea era sorprenderte y eso fue justo lo que pasó. - me dice mirándome con esos ojos azules que me desarman. - ¿Nos perdonas?

- Vale, los perdono. Pero igual me va a escuchar. ¿Pude haber ido en pijama y ella no me dice nada? No, eso no se le hace a una amiga.

- No fuiste en pijama, estabas hermosa. Y aunque hubieras ido envuelta en una bolsa de patatas, igual te ibas a ver hermosa.

Seguimos discutiendo esos detalles cuando llegamos a casa de mis padres. Allí estaban los papás de Henry, Chela y Javier, con sus hermanos Tomás y Antonio. Nos saludamos y nos ponemos a conversar en mejores condiciones que anoche, que estaba hecha un manojo de nervios.

Luna Enamorada [+18] - Completada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora