Capítulo 42 · Apoyo Moral

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La inauguración de Morada estaba pautada para la segunda quincena de septiembre, pero con el inesperado accidente de Mónica, lo pospusimos. No tenía cabeza para organizar nada ahora mismo. Necesitaba saber que mi amiga estaba bien para celebrar algo tan importante para nosotros. Sabía que ella no podría asistir, pero al menos quería tener la seguridad de saber que estaba bien, tanto ella como Humberto, que había estado abrumado por tantas cosas.

Igual no nos hacía falta la inauguración para trabajar. Henry estaba a tope con reuniones de posibles clientes y yo lo ayudaba en todo lo que podía. Ya teníamos el equipo casi completo, solo nos faltaban dos personas más, pero podíamos esperar un tiempo más sin ellos. Mientras tanto, todos estaban dando el 110% para que salieran bien las cosas.

Todas las tardes de la última semana, luego de salir de la nueva oficina, iba a visitar a Mónica en su casa para ver su progreso. Sabía que lo estaba pasando mal y quería que supiera que me tenía allí para lo que sea. Ya había pasado una semana y, por Humberto sabemos, que su humor no ha cambiado mucho. Conmigo lo disimula.

Cuando llego me abre María, la chica que contrataron para estar con ella las 24 horas y ayudarla con las cosas de la casa en general. La saludo y paso a la cocina a dejar unas cosas que le compré.

- ¿Cómo te encuentras hoy Mon?

Le pregunto entrando en el salón del piso que ahora tienen para vivir, adecuado para ella con miles de cosas que nos recomendaron, con mobiliario especializado para que pueda estar más cómoda. Le habían puesto un armazón metálico fuera de la pierna izquierda, que se sujetaba al hueso con clavos, para darle estabilidad durante el proceso de recuperación. Nos habían dicho, cuando el médico le dio el alta, que por lo general se retira después de aproximadamente 6 a 8 semanas dependiendo de su evolución, y apenas llevaba una. Y en su brazo izquierdo, tenía un yeso que iba desde la muñeca hasta el hombro. La pobre no podría moverse sola por mucho que quisiera.

- ¿Cómo voy a estar Lun? Igual de inválida que ayer. Y que los otros días...

- No digas eso, por favor. Tú no estás inválida, estás recuperándote de un accidente y es normal que no estés bien del todo. Pero necesito que estés positiva.

- No puedo Lun, esto me supera. No había estado encerrada tanto tiempo en mi vida. Quiero salir corriendo y por obvias razones, no puedo.

- Te entiendo cariño, pero debes tener un poquito de paciencia ¿sí?, ya pronto estarás bailando y disfrutando de la vida como antes. ¿Cómo van las curas de la enfermera?

- Bien, bueno son horribles, porque me duele todo, pero Paloma - la enfermera que la viene a revisar todos los días - me dice que la recuperación es así. Tengo que esperar que el hueso se pegue nuevamente y eso es de tiempo. Mientras tanto debo curar bien las heridas para que no se infecte y sea peor.

- Bueno toca esperar. Y mientras tanto, ¿Cómo vas con el trabajo y todo el papeleo? ¿Pudiste pedir la excedencia?

- Si ya lo hice. Formalmente comienzo mi año sabático en cuanto termine mi permiso médico. Así que con eso me quito un peso de encima. Me tendrás por aquí por muuuucho tiempo.

- Y yo feliz. Si lo hubiera sabido, podría haberte atropellado, como en las novelas, para que te quedaras conmigo antes. - nos reímos y me da la razón.

- Lo que me apena de verdad es no haber podido comenzar el trabajo que me habían ofrecido aquí. Pero ¿te imaginas que acepto y me pasa el accidente? Me hubiera quedado sin trabajo.

- Si, es verdad. Menos mal que tampoco habías dicho nada en el trabajo actual.

- Las cosas cuando tienen que pasar de una manera son imposibles de controlar. Ahora estoy lisiada y sin trabajo.

Luna Enamorada [+18] - Completada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora