45: I miss You, I'm sorry.

1.5K 161 124
                                    

MY BOOOOOY ONLY BREAKS HIS FAVORITE TOOYS TOOOYS OOOOOOOH I'M QUEEEEEEN OF SAND CASTLES HE DESTROYES!!!

Perdón, es la canción invitada el día de hoy, perdón por la larga semana sin actualización, pensé que era demasiada carga emocional y por eso les doy chance de procesarlo

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

"Dijiste 'para siempre' y casi me lo creo." -Gracie Abrams.

...

En ocasiones, el silencio podía ser ensordecedor.

Y tal vez consideres un error de gramática al relacionar dos antónimos por excelencia de esa manera, pero una parte de ti sabe que tiene sentido.

Tanta tranquilidad, tanto silencio, sólo parecía ser una advertencia, como si el mundo quisiera pasar desapercibido al depredador que aguarda entre las sombras y sabe que cualquier respiración podría alertarle de su ubicación.

Apenas hace unos días aquel era su hogar, un jardín secreto en el que podía refugiarse; ahora era un área de caza mientras él era el blanco. El jardín se había marchitado, incendiado cada pequeña flor que sembró desde el primer beso, y parecía ridículo caer de rodillas y preguntar ¿por qué? cuando él había sido la causa de todo ese desastre.

Hace unos días, (cuatro días, quince horas, treinta minutos y veinte segundos), aquel era su hogar y ahora...sólo un testigo silencioso que vio morir el más grande amor.

Caminaba por el pasillo mirando los recuerdos de lo que se sentía toda una vida, la de hace cuatro días, quince horas, treinta y un minutos y diez segundos.

Ha contado cada segundo como si fuera el goteo de la sangre cayendo desde el arma homicida, cada latido de su corazón como el sordo dolor de un moretón, doliendo cada segundo más que el anterior mientras se pregunta si con el tiempo se volverá más fácil, ¿el dolor disminuirá? ¿Cuándo? ¿Volvería a levantarse de la cama y seguir con su vida sin sentir que el mundo había terminado?

Se detuvo en la cocina y miró las cosas que había colocado de forma meticulosa una vez que logró poner a Kkami en su transportadora.

Un pisapapeles en forma de cachorro, los lapiceros, un par de calcetines y una taza verde. En sus brazos aún se mantenía el abrigo, perfectamente doblado y listo para completar el cuadro, la última evidencia de su crimen.

Debía ponerla junto al resto, ya traía puesta la camisa así que, cómo mínimo, debía regresar aquel abrigo pero al colocarla sólo pudo pensar en él sonriendo mientras acariciaba a Kkami por primera vez, la sonrisa que opacaba el sol, la añoranza desapareciendo cuando al fin pudo verlo después de tan largos días.

Sus rodillas flaquearon y tuvo que sostenerse del borde de la mesa, las lágrimas cayendo sin parar mientras Hyunjin cerraba los ojos con fuerza, difícil saber si para retener el llanto o para no ver lo que tenía enfrente, su nueva realidad. No sollozaba, no gritaba, apenas ayer se quedó sin súplicas para decir. Ya no había palabras para expresar lo desdichado y arrepentido que se sentía, se pasaba la noche en vela preguntándose si era un buen momento para crear un nuevo idioma o tal vez aprender las lenguas muertas para poder seguir rogando e implorando su regreso, lo que fuera.

Lo que hiciera a Seungmin volver.

Echó la cabeza hacia atrás, aún le parecía escuchar los ecos de sus gritos, ver su rostro lloroso suplicando que no lo dejara. Hyunjin podría arrastrarse de rodillas por el desierto del Sahara y aún así no sería suficiente para compensarlo.

Se pasó una mano por el rostro de forma brusca para limpiarse las lágrimas; ya había robado demasiado, no merecía quedarse con más de lo que realmente le correspondía. Dejó aquel abrigo perfectamente doblado junto al resto de las cosas sobre la mesa, preguntándose si Seungmin se molestaría con él por no haberla lavado, ni siquiera se había atrevido a usar perfume porque aquella prenda seguía oliendo a él.

El Favorito de Apolo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora