Capítulo 20: Un Nuevo Camino

0 0 0
                                    

Lucía se despertó con una sensación de vacío en el pecho. La noche anterior había sido una de las más difíciles de su vida. Recordar las palabras de Samuel, borracho y desesperado, la llenaba de tristeza y preocupación. Sin embargo, sabía que tenía que seguir adelante, por el bien de ambos.

Decidida, se levantó de la cama y se preparó para el día. Sabía que tenía que ir a buscar a Samuel, como había prometido. Se puso una camiseta y jeans cómodos, lista para enfrentarse a lo que fuera necesario.

El bar estaba a unas cuadras de su casa, y mientras caminaba, no podía evitar pensar en la conversación que tendría con Samuel. Su mente se llenaba de preguntas y dudas, pero también de una firme determinación de ayudarlo a encontrar una salida.

Al llegar al bar, lo encontró en el estado que había temido. Samuel estaba sentado en una mesa, con la cabeza apoyada en sus brazos, rodeado de botellas vacías. Lucía se acercó lentamente, sintiendo una mezcla de compasión y frustración.

—Samuel, vamos, tenemos que salir de aquí —le dijo en voz baja, intentando no alarmarlo.

Samuel levantó la cabeza, sus ojos vidriosos y perdidos.

—Lucía, lo siento tanto... —balbuceó, apenas capaz de mantenerse consciente.

Lucía pagó la cuenta del bar y ayudó a Samuel a levantarse. Era una tarea difícil, pero con esfuerzo y determinación, logró sacarlo de allí. Caminando lentamente, lo llevó de vuelta a su casa.

Una vez dentro, Lucía preparó un café fuerte y se lo dio a Samuel. Él lo bebió en silencio, con la cabeza gacha, evitando su mirada.

—¿Por qué vuelves a lo mismo, Samuel? —preguntó Lucía, su voz cargada de dolor—. Sabes cuánto te amo, pero esto no es justo para ninguno de los dos.

Samuel suspiró, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.

—No lo sé, Lucía... No sé por qué lo hago. Es como si no pudiera evitarlo —respondió, su voz quebrada por la culpa y la vergüenza.

Lucía se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas.

—Samuel, creo que lo mejor será que busques ayuda profesional. Yo estaré aquí para apoyarte, pero necesitas más de lo que yo puedo ofrecerte. Tal vez sea mejor que internarte por un tiempo. Te visitaré y estaré contigo, pero creo que es lo mejor para nosotros.

Samuel asintió lentamente, sabiendo en el fondo que Lucía tenía razón.

—Tienes razón, Lucía. Necesito ayuda. Pero prométeme que no me abandonarás.

Lucía lo miró a los ojos, sus propios ojos llenos de lágrimas.

—Nunca te abandonaré, Samuel. Siempre estaré aquí para ti. —Le dio un beso en la frente, y luego sacó su diario.

—Quiero leerte algo —dijo, abriendo el diario en una página marcada.

Lucía tomó aire y comenzó a leer el poema que había escrito sobre Samuel, dejando que cada palabra fluyera con sinceridad y amor:

**"Tus ojos, ventanas a la oscuridad, 
reflejan un alma que lucha y duele, 
pero en esa batalla veo la pureza, 
un corazón que anhela la libertad. 

Tu cabello rizado, como ángel caído, 
enmarca un rostro lleno de historias, 
cicatrices que no menguan tu valor, 
te amo más allá de tus sombras. 

Déjame ser tu faro en la tormenta, 
la luz que guía tu camino incierto, 
porque a pesar de todo, querido mío, 
tu oscuridad no me impide amarte."**

Samuel cerró los ojos, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.

—Gracias, Lucía. Eres mi luz. Prometo que voy a intentar mejorar. Por nosotros.

Lucía lo abrazó con fuerza, sintiendo en ese momento una pequeña chispa de esperanza. Sabía que el camino sería difícil, pero juntos, podían encontrar la manera de superarlo.

"Sombras y Destellos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora