Capítulo 65: El Abrazo de la Oscuridad

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En la quietud de la noche, Lucía se encontraba sola en su habitación del hospital psiquiátrico. Las sombras danzaban a su alrededor, susurros de melancolía y desesperación que la envolvían en un abrazo gélido.

El dolor de su corazón roto resonaba en cada rincón de su ser, y la presencia fantasmal de Samuel seguía atormentándola, recordándole lo que había perdido. En su mente, la idea de estar con él, incluso en la muerte, comenzaba a tomar forma, como una semilla de locura que germinaba en lo más profundo de su desesperación.

**Lucía:** Samuel, ¿dónde estás? ¿Por qué me dejaste aquí, en este oscuro laberinto?

Sus palabras se perdieron en la penumbra de la habitación, pero Lucía sabía que él la escuchaba, en algún rincón olvidado de su alma atormentada.

Con manos temblorosas, Lucía tomó una decisión que cambiaría su destino para siempre. Tomó las sábanas de su cama y comenzó a atarlas, formando un nudo que sería su boleto de salida de este mundo de sombras y dolor.

**Lucía:** Samuel, mi amor, te encuentro en la oscuridad que me rodea. Si no puedo tenerte en esta vida, entonces estaré contigo en la próxima.

Con determinación sombría, Lucía se preparó para su último acto de amor desesperado. Mientras ataba las sábanas, recitó un poema que había escrito en su mente, un himno a su amor eterno:

*"Si la vida y la muerte se enfrentaran, 
elegiré la muerte sin dudar. 
Porque en la oscuridad donde moro, 
tu amor es la única luz que adoro."*

Con cada atadura, sentía cómo se desvanecía un poco más en la oscuridad, acercándose a la promesa de paz que tanto anhelaba.

Los susurros de la noche la rodeaban, una sinfonía de desesperación que la envolvía en un abrazo final. Y mientras las sombras se cerraban a su alrededor, Lucía cerró los ojos y se entregó al abrazo de la oscuridad, dejando atrás este mundo de dolor y desesperanza para estar con el amor perdido que la esperaba al otro lado.

En el último suspiro de su alma, una sensación de calma la envolvió, como si finalmente hubiera encontrado la paz que tanto buscaba. Sin embargo, la oscuridad que la rodeaba no era el final, sino el comienzo de algo nuevo, un viaje hacia lo desconocido donde el amor y el dolor se entrelazaban en un abrazo eterno.

En la fría luz del amanecer, los rayos del sol se filtraron a través de las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación donde yacía Lucía. Pero ya no había vida en su mirada, solo la quietud de la muerte y la promesa de un reencuentro en la eternidad.

Mientras el hospital se sumía en el silencio sepulcral de la mañana, una figura solitaria se acercaba a la puerta de la habitación de Lucía. Eran sus padres, con el corazón pesado de dolor y angustia por la pérdida de su hija.

**Padre de Lucía:** ¿Cómo pudo llegar a esto? ¿Por qué no pudimos salvarla?

Las lágrimas rodaban por las mejillas de su madre mientras se abrazaban en un gesto de consuelo mutuo. Sabían que Lucía ya no estaba con ellos, que su sufrimiento había llegado a su fin, pero el vacío que dejaba en sus corazones nunca sería llenado.

Mientras tanto, en un rincón olvidado del hospital, el doctor que había tratado a Samuel observaba en silencio, con la mirada llena de pesar y compasión. Sabía que la historia de Lucía y Samuel había llegado a su trágico final, pero también sabía que sus almas estaban ahora unidas en un lugar donde el dolor y la oscuridad no podían alcanzarlos.

"Sombras y Destellos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora