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—No creí verte aquí después del tan acalorado fax que recibí hace una semana. —el hombre que habló estaba sentado detrás de su escritorio, solía tener una expresión neutra y un lápiz en mano con el que jugaba, moviéndolo entre sus dedos— ¿Qué sucedió ahora? Estabas decidido a no venir más, pero estás aquí.

—Sufrí otro episodio.

—Ya veo... Petrus. —se puso de pie, ahora jugaba con el lápiz usando ambas manos— No puedo cancelar la cita de otro paciente solo porque decidiste venir precisamente hoy, tengo que recordarte que con una semana de antelación me hiciste saber tu descontento en este proceso, cito con tus propias palabras: "Tus  sesiones no me han ayudado en nada, eres un psiquiatra de mierda que solo gusta del dinero, puedes meterte tus cien dólares por el culo." ¿Lo he dicho bien? —suspiró y trató de mantener la calma— No es la primera vez que esto pasa, lo sé, pero me estás llevando al borde la paciencia.

—Entiendo que no estuvo bien enviarte ese fax, menos en el estado en el que estaba...

Petrus no terminó lo que iba a decir, así que Steve decidió preguntar algo que sería crucial para la sesión.

—¿Y en qué estado estabas precisamente?

—Ya sabes, el estado en el que empiezas a ver payasos en la puerta y sirenas sobre las nubes en el techo. Sé lo que dirás, sé que no debo abusar de esas pastillas, pero no puedo. Vine a solicitarte que dobles la dosis para este mes.

—Petrus, no puedo hacerlo, excedes tu dosis, solo debes tomar la mitad de una pastilla tres veces por semana, ¿cuántas tomaste antes de venir?

—Solo dos, la tercera es para la noche.

—No puedo negarte las pastillas, dado tu historial, es prácticamente obligatorio que te de una caja por mes hasta que mejore tu estado depresivo, pero no puedo darte más. Si fuese políticamente correcto hace mucho tiempo te las habría negado, pero no puedo. Sufres dependencia de esas pastillas, asumes que son similares a una droga, pero no lo son, solo te producen confusión.

—Por favor, tú sabes que esas pastillas no hacen más que relajarme, la hierba me produce más excitación.

—No es correcto que siga discutiendo sobre esto contigo. Sigamos la rutina, cuéntame sobre tu día, ¿qué pensamientos has tenido últimamente?

Petrus se acomodó en la silla frente al escritorio, usualmente se recostaba en la camilla, sin embargo, estar acostado le hizo sentir incómodo las últimas sesiones, aún no se explicaba porqué razón.

—¿Mi día? —sonrió con un poco de ironía al decir esto— Katherina encontró la caja de pastillas sobre mi cama esta mañana y decidió tirarlas a la basura, me molesté con ella y le dije cosas que no debí decirle. Debe estar odiándome por eso. —aclaró su voz y relajó su postura— Me llevé una sorpresa al ver las noticias de hoy, en especial el reportaje sobre Vincent hablando de mí, mencionó mi más reciente aparición en los medios, admito que no fue la mejor decisión dirigirme a los periodistas en estado de ebriedad, por desgracia, golpeé a uno de ellos. Amenazó con demandarme, mi representante se encargó de eso.

—¿Te molestó lo que Vincent dijo en ese reportaje?

Cuestionó Steve mientras tomaba nota, prestaba atención al lenguaje corporal de Petrus, quien se mostraba peculiarmente tranquilo al hablar.

—Por supuesto, ¿no te molestaría que alguien te llamara "busca problemas"? —Steve no respondió— De todas formas, eso es lo que le encanta al público, un poco de drama, la decadencia de un artista famoso, luego alabarlo por su más reciente lanzamiento y por la nominación a un premio. Es mi pan de cada día, Steve, aunque, James y Keanu opinan distinto.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora