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El peine se deslizaba sobre su lisa cabellera. Mientras empleaba la tarea su mirada permanecía fija al espejo, notaba su reciente aspecto, aún era joven, pero se observaba un ligero desgaste de sus facciones. Antes no había usado ni siquiera un poco de labial o rubor, quizás, el maquillaje la hacía lucir un poco mayor de lo que era, pero no podía negar que ese delineado, la sombra de ojos, la base que cubría su cicatriz y el rojo de sus labios acentuaban más sus facciones.

Por un momento dejó de peinarse y solo se dedicó a analizarse, pensaba en todas las cosas que habían pasado. Su pensamiento más recurrente era Petrus y lo que sentía por él, ya no era simple afecto o solo un cariño fingido para involucrarse, Ava realmente amaba a Petrus pese a sus defectos. Él estaba mal de la cabeza, pero llegó a la conclusión de que ella lo estaba más por haberse enamorado él.

—Marta acaba de servir el desayuno, al parecer Landon ya está despierto.

Petrus atravesó la puerta de baño, llevando una toalla blanca que rodeaba su cintura, caminó hacia la cama en la que había dejado su ropa.

—Ayer terminó exhausto, pero creo que se divirtió.

—Nunca había visto ese brillo en sus ojos y esa sonrisa. Disfrutó ver a ese zombi decapitar a ese hombre, le pareció tan divertido.

Él fue incapaz de reprimir una risa tras decir esto.

—Un poco retorcido debo decir, pero es normal, supongo, considerando que le gustan las películas de terror y ficción, no padecerá de sustos cuando sea grande.

—Eso creo. —mientras hablaba con ella se apresuraba a vestirse, prestando atención a lo que Ava hacía, notando que estaba frente a ese tocador, alistándose— ¿Vas a salir?

—Tengo que ir a la universidad a traer unos documentos, también quiero ir al refugio un momento, supe que llegó un chico nuevo y está en malas condiciones, así que quiero ayudarlo.

—Aunque el tiempo corra tú siempre estás para ellos.

—Lo haré hasta que ya no pueda más, me necesitan, y estoy dispuesta a ayudar.

Petrus solo escuchó sus palabras y no opinó nada sobre eso.

—Dile a Anthony que te lleve, podrían ir a la tienda de la gasolinera y comprar algunas cosas.

—O podrías hacerlo tú mismo, ¿hace cuánto que no vas al refugio?

—Meses, Ava, pero he tenido otras ocupaciones, lo sabes bien.

—Lo sé, pero podrías dedicarle un poco de tiempo a esas personas como hacías antes, el refugio es tuyo, y aunque todos agradecen tener un techo en el que vivir, ¿no crees que sería buena idea que sepan que eres tú quien les ha ayudado todo este tiempo?

—Prefiero mantenerlo en el anonimato, no quiero mezclar esta vida con la anterior, nunca fue mi propósito. Te lo mencioné hace años.

—¿De qué sirve que ayudes a los demás si ellos no saben quién es la persona tras esa acción tan caritativa?

Dejó escapar un suspiro mientras terminaba de ajustar su cinturón, se aproximó a ella para colocarse detrás suyo, posicionando sus manos con suavidad sobre sus hombros.

—¿Qué cambiaría en ellos si lo saben? Que se revele la identidad de quien es el dueño del refugio no hará que ellos dejen de ser adictos o que sus vidas mejoren, no cambiará nada, Ava, es mejor mantenerlo así, ellos están bien sin saberlo, y yo estoy bien sin decirlo, ¿puedes entender eso?

—Está bien, no insistiré más, mejor dime qué es lo que la psicóloga de Landon ha dicho.

—Lo mismo de siempre, que debemos interactuar con él, distraerlo, involucrarnos más, y contarle la verdad de su madre paulatinamente, pero solo tiene tres años, no lo va a entender.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora