18.

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—Me preocupa que las cosas entre Keanu y tú estén mal. ¿Has hablado con él?

La preocupación era evidente por la manera en que Ava le hizo esa pregunta, había transcurrido una semana desde el incidente de la boda, desde entonces las cosas se habían tornado un tanto ajenas para Petrus, como si se hubiera desconectado de todo. Observaba por la ventana del auto, velando el descenso de las gruesas gotas de lluvia que se deslizaban por el cristal.

—Petrus... —volvió a hablar, tratando de llamar su atención.

—Lo siento, estaba pensando. —dirigió su vista hacia Ava, notando que ese cabello corto había crecido un poco más desde aquella vez que estuvieron en el refugio— Todo está bien.

—¿Seguro? Es que no he visto a Keanu estos últimos días, me preocupaba que su amistad se viera afectada por lo de la boda.

—Hablé con él, todo está arreglado, mis amigos me conocen muy bien, Ava, saben que cuando bebo no soy el más amigable y cuerdo, especialmente cuando bebo vino, además... Tomé antes de llegar a la boda.

—Eso explica porqué estuviste ebrio tan rápido, no comiste nada para al menos soportar el nivel de alcohol. Petrus, deberías controlar un poco el beber.

—Katherina me ha dicho lo mismo, James y Keanu han pasado los últimos años diciéndome lo mismo, empiezo a cansarme de escuchar eso, por favor, no hablemos de esto, solo enfoquémonos en hoy, ¿está bien? Es tu cumpleaños y quiero estar contigo, pasar un buen momento juntos, sin hablar de los problemas, al menos por ahora.

—Está bien...

Aunque Petrus estaba presente dentro de ese auto al lado de Ava sintiendo la calidez de su mano sobre la suya, algo no lo dejaba estar tranquilo, como si en lo más profundo de sus pensamientos y de su sentir lo invadiera una inconformidad, una angustia que viene y que va impidiendo que se sintiera bien en ese momento. No podía olvidar lo que ocurrió esa noche a pesar de que todo estaba bien con Keanu, haber sentido celos lo descolocó, como si hubiese desbloqueado una nueva emoción, algo que lo indujo a hacer algo terrible, golpear a su mejor amigo sin una razón más que el haber sido manipulado por su propia realidad distorsionada. 

—Anthony. —pronunció Ava con animosidad— Hoy llega tu hijo, ¿cierto?

—Así es, señorita Ava, su vuelo arribará en dos horas, confieso que esto no habría sido posible sin la ayuda del señor Petrus. Por fin estaré junto a mi muchacho, junto a mi pequeño hijo.

—Me alegro, Anthony.

—Señor, ¿podría darme el resto de la noche libre luego de dejarlos en el lugar?, quisiera ir al aeropuerto a recibir a Michael, si no le molesta.

—No te preocupes Anthony, puedes ir, ya habíamos hablado de esto, te dije que luego de recibir a tu hijo podrías tomarte la semana libre, no soy padre, pero comprendo que necesitas estar un tiempo con él.

—Gracias señor.

Anthony detuvo el auto, la lluvia no paraba, al contrario, caía con más intensidad que antes, por suerte Ava llevaba un paraguas para poder cubrirse, aunque, no pensaba en las repercusiones de la lluvia en ese instante, sino, a qué lugar tan misterioso la llevaba Petrus.

—Llegamos. —mencionó Petrus— Anthony, en vista de que ya no necesitaré de tus servicios, necesito que me dejes el auto, yo manejaré de vuelta a la mansión.

—Claro señor, no hay problema, solo me encargaré de aparcarlo en el parqueo.

—No es necesario, puedo manejar desde aquí. Pedirás un taxi al aeropuerto, ¿cierto?

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora