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[16 de octubre, 1999. Quizás en algún punto de mi vida todo esté estabilizado, quizás mi mente esté en paz, tal vez en otra vida todo haya sido distinto, no lo sé... El tiempo pasa cada vez más rápido, cuatro años pasaron volando, como si el tiempo me dejara atrás, o me llevara lo suficientemente rápido hacia adelante.

Las cosas están bien, pero yo me he sentido extraño, ajeno de nuevo, otra vez me siento sin sentido. ¿Me siento culpable? No, yo nunca me arrepiento de lo que hago, mucho menos me siento como el infractor, ¿me siento arrepentido? Tampoco.

¿Me siento solo?

...

No lo sé... Lo tengo todo, tengo mucho más que antes, un hijo, una futura esposa...

Pero luego está Dagmar.

¿Cómo puedo quitármela de encima? Tengo que hacer algo, es una mujer insoportable, tengo tantas ganas de matarla... Sí, las tengo, podría estrangularla y ver su cara mientras sufre, quizás un día pueda agregar solo una pizca de veneno en su bebida, o... Solo puedo dejarlo pasar. Pero no la soporto, sus constantes llamadas, sus mensajes de texto diciéndome una y otra vez que nos veamos a escondidas, empiezan a hartarme, ella me vuelve loco, como si con ella estuviera pagando mi karma por lo que le hice a Samara hace tantos años.

(¿Es posible que mi madre haya sido así con mi padre y por esa razón él actuaba de esa forma con ella?)

Mi karma... Colombo tenía razón, ese karma del que me habló aquella noche existe. Quisiera preguntarle muchas cosas, tal vez, ¿cuál es su objetivo? ¿Por qué existe? ¿Y por qué me jode ahora y no antes? No entiendo porqué me siento así, tengo todo bajo control pero a la vez no, maldita sea... ¿Qué es esto? ¿Por qué no logro sentirme bien? ¿Me he engañado a mí mismo todo este tiempo creyendo que he mejorado? ¿He sido un vil mentiroso conmigo mismo? Sí... y creo que sé quién es el que me causa esto, soy yo mismo, o al menos el Petrus de hace quince años, no me deja tranquilo, no me deja pensar con claridad, él toma el control de mí, me maneja como una vil marioneta.

17 de octubre, 1999. Ya estoy mejor, mucho mejor que ayer, solo fue un momento de debilidad, una absurda debilidad de los vestigios del Petrus que se droga y es vulnerable, pero logré controlarlo. Ahora estoy dentro del estudio de grabación en  la mansión, quise estar un momento a solas, cuando lo estoy las ideas surgen, y cuando surgen creo canciones.

Hace dos años firmé con una productora de películas, además de Radical RIOT, tengo un proyecto individual, debo aprovechar mi título de Juilliard, ser compositor me ha valido de muchas oportunidades que tuve que dejar para concentrarme en la banda, ya era el momento de tener mi propio proyecto. Actualmente estoy trabajando en la banda sonora de una película, es una película de ficción. El director se contactó conmigo, me dijo que había escuchado un par de mis composiciones independientes y le gustaron.

Me entusiasma trabajar en esto por mi cuenta, me brinda cierta paz, solo yo, junto a los instrumentos, junto a este piano que ha sido mi cómplice desde que Samara me enseñó a tocar...]

Petrus dejó de escribir y cerró el cuaderno dejándolo en un compartimiento que él mismo había diseñado dentro del piano, era el sitio donde lo guardaba, para que nadie lo pudiera encontrar, ni Ava, ni Katherina. Sus manos se posicionaron sobre las teclas, lentamente las bajó, situando cada dedo en una tecla en concreto, de si mayor a si mayor de la octava siguiente, usando esa escala, sus dedos se movieron con sutileza por sobre las teclas, en una danza virtuosa. Sus manos se movían tal como arañas inquietas, capaces de tocar las teclas más alejadas, una suerte para un pianista tener manos grandes, lo que le permite mayor extensión y alcance.

La melodía resonó en el estudio. Su mano izquierda sostenía los graves y la derecha jugaba con las notas agudas, creando un arpegio que evocaba a la melancolía, pero a la vez, al resentimiento. Estaba proyectando sus sentimientos en esa canción, se dejaba llevar sin percatarse de lo que tocaba, guiándose por el sonido mientras sus ojos estaban cerrados. Así se mantuvo, hasta que Katherina abrió la puerta del estudio, interrumpiéndolo.

—Petrus...

—¿Qué dijimos sobre tocar la puerta cuando estoy aquí? —pronunció a regañadientes.

Evidentemente le había molestado, estaba en pleno auge de inspiración, no le gustaba que esos breves instantes en que su mente fluía le fueran arrebatados, pero Katherina no comprendía el significado de: Tocar antes de entrar.

—Perdón... Solo quería saber cómo estabas.

—Estoy bien. —mencionó con cierta duda, no sabía por qué le había dicho eso, le pareció extraño— ¿Por qué la pregunta?

—Es que tuve un sueño.

—¿Qué soñaste?

Ella entró y cerró la puerta del estudio, para luego encaminarse a una de las sillas para tomar asiento.

—Estábamos juntos en aquel parque al que solías ir cuando discutías con mi padre, ¿recuerdas que ibas a ese lugar y yo te seguía?

Él sonrió.

—Lo recuerdo muy bien.

—Ahí te vi llorar por primera vez cuando mi padre te regañó.

La expresión de Petrus cambió al escuchar esas palabras, y optó por concentrarse solamente en el tema del sueño.

—¿Qué sucedió en el parque?

—Estábamos juntos, sentados en una banca, había un señor que vendía dulces, te acercaste a él para comprarme uno, cuando caminaste hacia mí, algo te sucedió en el pecho, como un punto negro del que brotaba sangre, y te desvanecías...

—Solo fue una pesadilla, Katherina.

—Lo sé, pero no se sintió bien, supongo que eso es lo que sentías cuando tenías sueños lúcidos.

—Todo se siente real cuando sueñas de esa forma.

—Aún así, ese sueño me preocupa, no quiero que algo malo te suceda.

—No me pasará nada, no pienses en eso.

—Tienes razón, ¿qué podría pasarte si tu eres como una piedra que nunca se ha fracturado por más recaídas y colapsos que haya tenido, verdad?

Ella no estuvo consciente de la forma en que dijo aquello, pero llevaba la ironía plasmada en sus palabras.

—Tú lo has dicho.

Katherina sonrió y se puso de pie.

—Será mejor que vuelva a dormir.

Estuvo a punto de irse, pero, su vista captó una página a medio doblar en la que logró leer: Reunión de exalumnos Juilliard. Al leerlo no pudo evitar preguntarle al respecto.

—¿Una reunión de exalumnos de Juilliard?

—Ah, esto... —mencionó mientras observaba el papel— Quieren reunir a todos los exalumnos de la promoción del 85, aún estoy pensando en ir.

—¿Por qué no? Tal vez volver a ver a tus excompañeros no sea agradable, pero, sé que fuiste de los mejores estudiantes de tu promoción.

—Lo sé, al parecer habrá una condecoración a los estudiantes destacados de aquella época. Es este dos de noviembre, quizás asista, pero no estoy seguro.

—Vamos, ¿qué podría pasar? Seguramente la pasarás bien. ¿Puedes llevar invitados?

—A una persona más.

—Ve con Ava, estoy segura que le gustará ir y conocer el lugar donde estudiaste. Tomen esa noche como una fiesta y pasen tiempo de calidad juntos, además, será un gran impacto para tus excompañeros, uno de ellos tendrá su propia estrella de la fama en Hollywood. —al decir esto movió su cabeza y sus manos con distinción, haciendo referencia a lo importante que era tener esa estrella— Podrás presumir de eso.

—Eso creo. Tendré que pensarlo bien.

—Piénsalo.

Katherina se acercó a él para besar su mejilla y luego se fue. Petrus tomó la invitación y le echó un vistazo por última vez, quizás asistir era una buena idea, podría pasar un buen rato con Ava y vería a viejos compañeros. Pero no tenía tiempo para pensar en eso, por ahora debía concentrarse en la canción que estaba creando.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora