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[20 de julio, 1995. Dos semanas después del accidente. El golpe de mi cabeza está mejor, ayer por la noche me dieron de alta, pero aún estoy en el hospital. Ava está en observación al igual que el chico que conducía el otro auto. Pero no es sobre esto de lo que quiero escribir ahora.

Lo recordé todo. Cada detalle, cada palabra que ella me dijo. Debo ordenar los sucesos cronológicamente antes de que enloquezca por recibir estos recuerdos en mi mente tan abruptamente. Recuerdo la primera vez que la vi, estaba sentada en esa cafetería, por primera vez sentí como si flotara por los aires, me perdí en su belleza, era perfecta, la chica soñada, me enamoré de ella en tanto la vi. Me hizo sentir seguro.

Pero no fue ahí donde inició todo.

4 de enero de 1983, fue el cumpleaños de Samara, lo recuerdo bien, bebimos un poco. Vincent no estuvo presente así que fui yo quien estuvo con ella todo el día, después de cenar decidí llevarla a esa colina, quería compartirlo con ella y tener un momento a solas. Ambos estábamos ebrios, tanto que estuvimos juntos esa noche bajo ese gran árbol de flores azules, el mismo que vi en los sueños. Fue un momento tan especial que no hizo más que fortalecer mis sentimientos por ella, pero Samara lo olvidó, nunca hablamos al respecto, cuando trataba de hablarlo ella evitaba el tema y prefería prestarle más atención a Vincent que a mí.

Durante meses nuestra relación continuó así, como si nada hubiera pasado aquella noche. Ella no dejó de ser la misma conmigo, cariñosa, detallista, atenta, pero también lo era con Vincent, lo cual no me hizo sentir especial. Mi adicción en esos momentos estaba en su punto más álgido, no podía subsistir un día sin meterme alguna sustancia o tomar, pero tuve que pretender que no ocurría nada conmigo, sin embargo, la indiferencia de Samara a mis sentimientos me obligó a actuar como realmente soy.

La seguía sin que se diera cuenta, me aprendí de memoria los horarios de sus clases y sus salidas esporádicas a la ciudad, las veces que iba a la cafetería, los momentos en que se reunía con sus amigos, sabía prácticamente todo de ella. Un día aparecí en su casa, sin avisar, me atendió su madre y platicamos, sé que le caí muy bien, me dio de los pastelitos que había hecho, ahora recuerdo bien el sabor a chocolate que tenían. Cuando Samara supo que fui a su casa me recriminó sin piedad, dijo que no debí haberme involucrado de esa forma, no comprendí porqué se comportó de esa manera, solo quise involucrarme con las personas que ella más quería.

A partir de ese momento nuestra relación sufrió algunos percances, estaba cada vez más distante, no quería verme y le preocupaba estar cerca de mí, sus amigas le decían que veían a un tipo siguiéndola, ella supo que era yo, tuve que decírselo, no tuve más alternativa, me llamó acosador, le expliqué mis razones, pero no me comprendió. Pasados unos meses logré estabilizar nuestra relación a base de disculpas falsas y una aparente distancia, todo volvió a ser como antes, hasta la noche de la fiesta semestral de 1984.

Esa noche donde todo cambió.

El sueño que tuve en esa fiesta mientras bailaba fue real, la manera en que ella se acercó a Vincent fue real, esa misma noche me di cuenta porqué actuaban de esa forma, en especial ella. La verdad se reveló ante mis ojos, Samara y Vincent se estaban besando, cuando notaron mi presencia no tuvieron el descaro de ocultar que estaban en una relación.

Saberlo me descompuso, claro que lo hizo, pero fingí que estaba bien y que estaba feliz por ellos, mantuve esa fachada aun cuando Vincent me pidió que llevara a Samara a su casa porque él no podía hacerlo, recuerdo sus palabras: Cuídala por mí, si le ocurre algo no sé qué sería capaz de hacer. En ese momento lo odié tanto, me sentí traicionado, él no sabía nada sobre lo que ocurrió entre ella y yo, pero sabía que estaba enamorado de Samara, así que lo tomé como una traición.

No pude seguir fingiendo, le dije a Samara lo que sentía, la forma en que haberla visto con Vincent me hizo sentir, le confesé que estaba enamorado de ella, admito que no lo hice de la mejor forma, estaba atestado por el enojo, pero lo que dijo me hirió:  Petrus, eres mi mejor amigo, eres como mi hermano mayor. Esas malditas palabras atravesaron mi corazón con tanta rudeza que la tristeza y el rechazo se convirtieron en resentimiento y odio. Quería tenerla a mi lado, quería que fuera mía, la amaba con locura, pero solo me miraba como su hermano mayor. (¿Mi edad fue el verdadero problema? Ella tenía veinte años, yo tenía casi treinta. Vincent y Samara eran de la misma edad. ¿Fue eso lo que le impidió estar conmigo?)

Me cegué por la rabia y desvíe el curso de su casa a la colina, pretendí llevarla ahí para mostrarle cuánto la deseaba. Ella enloqueció, repetía una y otra vez que detuviera el coche, que la dejara ir, pero en mi mente sus palabras sonaban como un claro: No me dejes ir, por favor. Dolió, dolió mucho verla resistirse a mí, así que no tuve más opción que hacerla callar.

Si ella no estaba conmigo, tampoco estaría al lado de Vincent.

No dejé de pisar el acelerador e impactamos contra ese puente cayendo con brusquedad hasta abajo. Recuerdo que mi cabeza se golpeó y a partir de ese momento ya no recordé nada. No me queda claro si está muerta o no. Quise asesinarla esa noche, quise acabar con ella, y no me arrepiento. Me consuela saber que Vincent no está a su lado, pero, quiero saber si vive o no, o si se está ocultando de mí. Lo descubriré a toda costa, quizás usando la ayuda de Dagmar, quien finalmente aceptó ayudarme respecto a Vincent.

(Nota: Me reuniré con ella dentro de dos días. Sé que no podrá resistirse a mí, de esa forma se consolidará la ayuda que me proporcionará.)

También recordé esa noche que escribí esa maldita canción. La escribí por ella días después de que estuvimos juntos en su cumpleaños. Para ese entonces ya no vivía junto a Vincent, había alquilado un apartamento en Lincoln Center.

2 horas después. No le diré a nadie que recuerdo todo. Ahora más que nunca quiero ver a Vincent revolcarse en la mierda. Me traicionó, aniquiló nuestra amistad desde el momento en que sus labios besaron los de Samara, desde el momento en que él la arrebató de mi lado.

Le haré pagar por lo que me hizo hace once años.]

—Petrus. —la voz de Markus resonó al otro lado de la puerta— ¿Puedo pasar?

—Adelante.

Petrus cerró su diario y lo guardó en el bolsillo de la chaqueta que reposaba sobre la cama, también guardó su pluma. Ya se había cambiado de ropa, pero había olvidado ponerse el collar, este estaba sobre la mesa de noche, lo tomó de inmediato y se lo puso. Markus se dirigió al interior de la habitación, al hacerlo se aproximó a Petrus llevando en sus manos un periódico el cual le entregó

—Están eufóricos, salió esta mañana, la identidad de Ava fue revelada y todos preguntan por tu estado actual, a los medios les preocupa tu salud, pero les preocupa más la publicación del álbum. —al momento en que Markus dijo esto caminó hacia la ventana de la habitación y con su mano apartó la cortina. Ajustó sus gafas para ver mejor a la multitud que se encontraba afuera del hospital— Mira, han estado ahí toda la mañana, esperando al menos una noticia sobre lo que está pasando.

Petrus leía la primera plana del periódico, en la que aparecía una fotografía del accidente y a los costados los tres rostros, el suyo, el de Ava y el del chico del otro auto. El titular decía: A dos semanas del accidente, se conoce que el estado de Petrus Stoddard, la mujer identificada como Ava Luther, y el joven de veintitrés años Clark Montés, se encuentran estables, sin embargo, se desconoce la razón del accidente. Cuando conoció el apellido de Ava no pudo evitar sorprenderse por esa enorme coincidencia, ya que su psiquiatra tenía el mismo apellido, eso le causó un poco de gracia.

—Necesito salir y hablar, ya estoy mejor. —cerró el periódico y lo dejó sobre la cama.

—¿Estás seguro? No es necesario que lo hagas.

—Ya me dieron el alta, no es necesario que esté aquí, pero seguiré viniendo por Ava. —se asomó a la ventana para observar a las personas que estaban afuera, luego centró su vista en Markus— ¿Cómo está ella?

—Ya recobró la consciencia, pero aún la están observando, quieren hacerle algunas pruebas, no sufrió golpes graves, solo se fracturó el brazo, pero estará bien. ¿Qué tal el golpe de tu cabeza?

—Mejora, aún duele, pero me curaré rápido, tengo que llevar esta venda, Hank dijo que en una semana o dos me la puedo quitar.

—Si saldrás a hablar diles que la publicación del álbum se retrasará, las grabaciones ya están pero no estás en condiciones para comenzar los preparativos de la gira.

—Entiendo.

—Me encargué de hablar con los padres del joven, Oliver también habló con ellos, llegamos a un acuerdo, no presentarán cargos, el hecho de que el chico esté bien nos ayudó. —Markus guardó silencio unos segundos, pero luego habló— ¿Estabas drogado, Petrus? ¿Antes del accidente?

—No, y los exámenes lo prueban, es obvio que el causante del accidente fui yo, pero no fue por estar ebrio o drogado, no sé qué me pasó. —esto era mentira ya que sabía perfectamente lo que había pasado, pero no tenía intenciones de decirlo, así que inventó algo— Creo que mi vida personal, emocional y profesional se dejaron consumir la una a la otra, a veces pasa, quizás fue el estrés. Además, estaba con Ava, nunca la pondría en peligro, jamás, pero no estaba en mis cinco sentidos...

—Está bien, no quiero agobiarte con más preguntas, pero ten en cuenta que los periodistas que te esperan allá abajo sí lo harán.

—Lo sé.

Tras tener esa pequeña conversación Petrus salió de la habitación y se condujo al ascensor para ir a la salida del hospital, acompañado de Markus.

—¿Dónde están James y Keanu?

—Se quedaron aquí toda la noche, cuando Hank les dijo que ya estabas bien se fueron. No te dejaron solo en esto, si es lo que piensas.

Mientras se dirigían a la puerta de cristal del hospital, uno de los guardias los acompañó también, por si algo llegaba a salirse de control. Al cruzar la puerta escuchó el estruendoso sonido de la gente, no solo había periodistas, también esperaban por él una multitud de fans que sostenían pancartas de papel y tela. Sostenían carteles con su nombre, muestras de apoyo, el nombre de Radical RIOT, y claro, no faltaban esas personas que solo querían juzgarlo, diciendo que por su culpa dos personas habían resultado heridas.

Veía a las personas frente a él con fascinación, se sentía validado al recibir apoyo, a lo largo de los años, él y la banda habían consolidado una buena cantidad de fanáticos.

—Señor Stoddard... —una periodista sobresalió del resto, sosteniendo su grabadora en mano— ¿Cómo se encuentra a raíz del accidente? ¿La publicación del álbum "The incarnation of Milós" se retrasará?

Petrus se preparó para hablar, mientras que otros guardias que estaban afuera trataban de controlar a toda la multitud.

—Tanto mi persona como la señorita Ava y el joven Clark Montés nos encontramos en buen estado, fue un accidente superficial que no causó mayores daños, más que los daños materiales, sin embargo, este suceso provocará que la publicación del álbum se vea imposibilitada al menos por unos días, en lo que completo mi recuperación.

Otro periodista alcanzó a llegar hasta Petrus, sosteniendo su micrófono en mano mientras estaba acompañado de su camarógrafo.

—Petrus, ¿puede decirnos si estaba en estado de ebriedad o bajo efectos de sustancias al momento del accidente? ¿El joven perjudicado y la señorita Ava Luther presentarán cargos?

—No estaba ebrio, tampoco drogado, fue un accidente como en ocasiones suelen pasar, tampoco fue por exceso de velocidad, solo puedo decirles que no hay sustancias de por medio. No se presentarán cargos, todo fue resuelto y hemos llegado a un acuerdo.

—Solo una pregunta más. —comentó el mismo periodista— La chica, Ava Luther, ¿es su pareja? Según declaraciones del New York Times ella iba acompañada de usted al momento del accidente.

—Las preguntas que responderé solo serán aquellas que estén relacionadas al accidente y la postergación del álbum. Es todo, no diré más.

Petrus se despidió de todos mostrando su sonrisa más cálida, aunque forzada. Sin embargo, una figura en especial capturó su atención, era Vincent quien se encontraba entre todos vistiendo esa capucha oscura para pasar desapercibido, lo miraba con fijeza, expresando una mirada que Petrus no supo descifrar, sus labios se curvaron solo un poco, mostrando una sonrisa llevada por la picardía mientras aplaudía lentamente.

—Vámonos, seguirán preguntando, ya fue suficiente.

Markus tomó del hombro a Petrus y lo dirigió al interior del hospital, ahí dentro recordó un fragmento de la conversación que tuvo con Vincent hace tiempo, lo que ahora hacía más sentido para él. Si él se enteraba de lo que realmente pasó, quizás quien debía preocuparse más sería él.

—Quiero ver a Ava, ¿en qué habitación está?

—En el cuarto piso, habitación doscientos nueve. Por cierto, un hombre llegó hace poco a visitarla, está con ella.

—¿Quién? —su ceño se frunció al escuchar lo que Markus le dijo, y volvió a preguntar con más insistencia— ¿Quién, Markus?

—Dijo que se llama Mike, que era su amigo.

Al escuchar el nombre de Mike su expresión se relajó.

—Sé quién es.

Petrus no dijo nada más y se dirigió a la habitación de Ava, al situarse frente a la puerta tuvo intenciones de tocar, pero simplemente entró, encontrándose con Ava dormida y con Mike sentado en uno de los sofás que ahí estaban. Procuró no hacer ruido y se acercó a Mike, sentándose en el sillón que estaba al lado.

—Te dije que no te la llevaras de esa clínica.

—Está mejor conmigo.

—Supe quién eras mucho antes de que ella lo supiera, pero no dije nada porque te vi como a un igual. Ser un drogadicto y un don nadie no me vuelve estúpido como para no conocer los riesgos que conllevan las adicciones. Arrastramos a nuestra propia desgracia a los que queremos, estas son las consecuencias de esos actos.

A estas alturas que Mike supiera quién era realmente no le sorprendía.

—¿Qué tratas de decir? No estaba drogado mientras manejaba, yo no pondría en peligro a Ava.

—Pero lo hiciste indirectamente, quizás no habías consumido nada, lo entiendo, pero ¿qué hay de tu fama?, la expusiste a eso.

—Tarde o temprano iban a enterarse de lo nuestro.

—¿De verdad la quieres? Sé que siempre fueron muy unidos, pero ¿de verdad la quieres tanto como para estar con ella?

Petrus observó a Ava en ese apacible sueño, pensó en sus recuerdos y en la forma en que él proyectaba a Samara en ella, el día de su cumpleaños él pretendió hacer lo mismo que años atrás hizo con Samara, llevarla a esa colina. Estar con ella lo obligaba a repetir cosas que hizo en su pasado, como si quisiera volver a vivir sus recuerdos, precisamente los recuerdos con Samara.

—Sí. —respondió.
*  *

[21 de julio, 1995. Me reuní con Steve hace unas horas, nos encontramos en una cafetería cercana al hospital, insistió en vernos, no tenía ánimos de verlo, pero lo hice de todas formas. Al principio la conversación fue ordinaria, me preguntó sobre mi estado, pudo haberme preguntado eso con un simple mensaje, lo que me hizo sospechar.

Quiero que hablemos de la chica que conociste, dijo, refiriéndose a Ava, no comprendí porqué quería hablar de ella, sospeché de su repentino interés, mencionó que estaba preocupado por las personas involucradas en el accidente, le dije que pudo haberme preguntado por el chico que también resultó herido. Lo confronté y le hice esa pregunta, su actitud cambió, lo percibí preocupado, talló el puente de su nariz con insistencia, se miraba inquieto, Ava es mi hija... Cuando la vi en esa revista, cuando supe del accidente, me di cuenta que tenía otra oportunidad para verla, durante años desconocí su paradero. La última vez que la vi fue hace mucho tiempo, y tú, por una razón que no me explico, eres quien está cerca de ella ahora. Tuvo sentido entonces que ella llevara su mismo apellido, admito que saberlo me sorprendió, pero más lo hizo el hecho de que él pretendiera que yo fuese un mediador de su relación, quería que lo ayudara a acercarse a ella, mostrándose como un padre abnegado y arrepentido por haberla abandonado hace tantos años, me negué, evidentemente.

Dijo que iba a lastimarla, que le haría mas daño del que él le pudo haber hecho, quizás tenga razón, pero al menos le he dado lo que él no fue capaz de darle. No pretendí seguir con esa conversación, de hecho, corté todo lazo que nos relacionara entre sí, le dije que ya no continuaría con nuestras sesiones, que ya no era necesario porque ya había obtenido lo que quería. Le agradecí, por supuesto, no debo negar que me ayudó.

Mantuvimos una relación psiquiatra-paciente por más de diez años (desde que mi padre murió), haberme ido sin agradecerle habría sido descortés.

Nuestra conversación culminó con una pregunta de su parte: ¿Si hubieras tenido la oportunidad de reconciliarte con tu padre lo habrías hecho?, no supe qué decirle, él sabe perfectamente lo que pasó entre mi padre y yo, supo que estuvimos a punto de hacer las pases, y aun así fue capaz de preguntarlo.


Sé con qué intención lo hizo. Solo me fui, sin responderle, ya no quería seguir hablando de eso.]

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora