17.

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—Tu proceso está en juego, Petrus. No puedes desaparecer así.

—Ya sabes cómo soy, desaparezco, vuelvo a aparecer, deberías estar acostumbrado.

—Lo estoy, créeme que sí, sin embargo, esto afecta tu proceso.

—Lo sé, pero, algunas cosas positivas han pasado estos días.

—Cuéntame.

—Creo que te hablé de la demanda en la que estuve implicado, fue hace dos días, una locura total. Los periodistas me acribillaron con preguntas, el periodista que me demandó fingía temerme, tal vez su miedo fue real, pero fue extremadamente exagerado. Perdí el juicio, ya suman dos juicios perdidos a mi nombre, una verdadera hazaña.

Era posible percibir el tono con el que Petrus decía esto, atribuyéndole un poco de humor a su aparente desgracia.

—¿Cómo te sentiste al perder el juicio?

—No sentí nada, Steve, me dio igual, solo fue por dinero, si la cárcel hubiera estado involucrada puedo asegurarte que hubiera temido, pero no fue algo tan grave, ni siquiera para mi estabilidad económica.

Steve solo escuchó atentamente, para él no era extraño percibir esa actitud despreocupada e indiferente de Petrus, raro le habría parecido que mostrara preocupación por ello. Petrus estaba sentado frente al escritorio, miraba el péndulo sobre este que se movía de un lado para otro sin parar, hablaba con Steve pero su mirada estaba fija en el objeto.

—Samara se ha vuelto una molestia, ahora no son buenos sueños, son pesadillas. Hay un puente, suelo verlo con frecuencia, y un accidente. La policía está involucrada, no sé qué significa eso, ¿podría ser un reflejo de mi propio subconsciente?

—Me parece interesante que tengas nociones de tu subconsciente, quizás lo reflejas al no obtener nada de la chica, la crees irreal aunque sabes que existe.

—Es como si no existiera, aunque a veces me importa muy poco si existe o no, otras veces estoy desesperado por saber qué ha sido de ella.

—¿Qué hay de la chica que conociste?

—Hemos iniciado una relación, ahora vivimos juntos, me da estabilidad y yo le doy protección.

—Se escucha como una relación por conveniencia, Petrus.

—No, no es así, estoy seguro que siento algo por ella, pero no es amor, aunque ella está enamorada de mí, lo expresa y me lo dice en cada oportunidad que tiene. Me hace sentir tan bien que lo diga.

—¿Le has expresado tus sentimientos alguna vez?

—Por supuesto, le digo lo hermosa que me parece y siempre busco la manera de hacerla sentir bien, puedo identificar cuando sospecha de mis afectos y procuro despejar sus dudas a base de elogios y palabras cargadas de romanticismo.

—La forma en que lo dices es interesante, como si le retribuyeras por algo en específico.

—¿Retribuir? ¿Qué quieres decir?

—Muestras de afecto a base de culpa. Como si tus atenciones y la necesidad de ser protector con ella se deba a la culpabilidad, por algo que quizás le hayas ocasionado.

—¿A ella? Nunca he hecho algo para perjudicarla. Aunque, hace algunos días tuvimos una conversación, Samara fue el tema principal, cree que estoy enamorado de ella, lo mencionó dos veces, pero no estoy seguro de eso, aunque, a veces tengo mis sospechas. Le dije que no tenía que preocuparse, que nuestra relación no se debía a que proyecto la imagen de Samara en ella.

—Pero todo indica que así es, Petrus.

—Ava no tiene porqué enterarse de eso, Steve.

—¿Ava?

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora