14.

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Está en ese sueño lúcido...

El túnel no se visualizó ahora. Solo bastó con que dijera sus afirmaciones y sujetara con su mano el collar para que de golpe estuviera en ese sitio.

Todo indicaba que ahora estar allí le resultaba más fácil, sin embargo, algunas cosas habían cambiado.

Frente a Petrus se proyectó un enorme espejo que revelaba su actual aspecto, llevaba puesto un traje elegante, completamente negro, su cabello estaba desordenado y por debajo de sus ojos se lograba percibir un color oscuro ahumado semejante a un lápiz de ojos. Una canción particular resonaba en el lugar, poco a poco se intensificaba, como una balada de rock. Al momento en que sus ojos observando su alrededor, notó que habían más personas ahí, bailando, bebiendo, comiendo y charlando. El salón en el que estaba mantenía algunas decoraciones que colgaban de las paredes y del techo en color dorado, también vislumbró un cartel colorido al fondo que decía: Fiesta semestral Juilliard 1984.

Esa fiesta era lo bastante lujosa, y no era de esperarse, ya que, solo los más acaudalados tenían acceso a estudiar en esa academia. Que Petrus estudiara ahí fue cuestión de suerte, pero también de talento.

—Vamos amigo, ¿piensas quedarte toda la noche viéndote al espejo? —Vincent se acercó a él sosteniendo en sus manos dos copas de vidrio— Esta es tuya, Jules logró ponerle un poco de vodka al jugo de lima, nadie lo sabe. En pocos minutos todos estarán tan ebrios como lo estamos nosotros. —y rio a carcajadas.

Petrus tomó la copa de jugo y la bebió como si fuera agua, tan rápido como pudo, Vincent lo observó con asombro, ya que, Petrus no solía tomar, en realidad, lo hacía pocas veces, quien solía beber a cantidades desproporcionadas era Vincent.

—¡Aquí están! Fui al baño unos minutos y ustedes se pierden de mi vista. ¿Qué hacen par de tontos?, vamos a divertirnos, quiero bailar.

—Yo prefiero quedarme aquí, Samara.

—Petrus, no seas tan aburrido, supe que tomaste clases de baile, así que no puedes negarte, decirme que eres dos pies izquierdos no va a salvarte de bailar.

—Solo una canción, el resto se divierte, anda, vamos. —instó Vincent, terminando su trago.

Petrus no tuvo otra opción que acceder, después de todo, la idea de bailar con Samara le gustaba, pero, no lo hacía el hecho de que Vincent también lo hiciera.

Los tres estaban en la pista, moviéndose al ritmo de la canción, la cual ya había incrementado su intensidad, comenzaron bailando con lentitud, pero luego todo se tornó en un frenesí de brincos por parte de todos, Petrus buscaba acercarse a Samara, quería tener un poco de proximidad, pero ella parecía alejarse de él, o eso fue lo que él notó. La copa de jugo que había tomado comenzaba a surtir efecto en él, su vista se perdía por segundos y veía borroso, incluso miró doble a cada uno, como si todos tuvieran su propio clon, aunque no se detuvo de bailar, algo en esa escena que observaba lo descolocó: la proximidad que Vincent comenzaba a tener con Samara. Estaban juntos, Vincent había colocado sus manos en su cintura mientras saltaban al mismo tiempo, Petrus se detuvo al momento en que sus ojos captaron lo que sus amigos hacían, ladeó su cabeza tratando de entender qué significaba esa extraña complicidad que comenzaba a haber entre ambos.

Avanzó unos pasos, pretendiendo acercarse a ellos mientras extendía una de sus  manos, tratando de tocar el hombro de Samara. Cuando su mano estuvo a tan solo milímetros de lograrlo, las luces del salón se apagaron por completo. En la lejanía una voz femenina comenzó a decir repetidas veces: No me dejes ir... Por favor. Petrus no movió ni un músculo, se quedó de pie, pero no podía seguir así, movió su cabeza hacia todas partes, intentando ver algo, cuando movió su pie para avanzar un poco las luces se encendieron de nuevo, pero era una luz tenue que revelaba solo un poco lo que yacía dentro de ese salón.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora