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[9 de octubre, 1995. No es solo el fantasma de Samara el que me atormenta, mi padre ha acaparado mis sueños y mis pensamientos, los recuerdos vienen sin ningún control, no solo había olvidado a Samara, también había olvidado muchas cosas de él. La noche que murió yo estaba en el apartamento que rentaba, me fui de la casa de mis padres minutos después de esa cena, en la madrugada la policía llegó al apartamento, el oficial dijo: Usted es Petrus Stoddard, ¿cierto?, respondí con una afirmativa, y añadió: Su padre, Emeritus Stoddard  fue encontrado muerto en el jardín de la residencia, por su madre Amelia Stoddard.

Y no sentí nada, ni una lágrima, ni ese dolor característico que debe sentirse en el pecho, aquello que describen como una aflicción que te hace sufrir.

Nada.

Nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada...

Mi padre murió esa noche y no fui capaz de llorar su muerte.

Esa misma madrugada me pidieron que los acompañara a la estación policial, mi madre estaba ahí junto a mi hermana, Katherina tenía nueve años, estaba desconsolada, mientras que mi madre tenía una mirada perdida, como si ella también hubiera muerto esa noche.

Conocí a Steve Luther ese día, mi psiquiatra asignado. En nuestra primera sesión me explicó un sin número de procedimientos que debían llevarse a cabo tras la pérdida de mi padre, pero no presté atención a nada de lo que me dijo, excepto a su pregunta: ¿Te encontrabas en la casa de tus padres por la noche? Tu madre declaró que estuviste ahí y te fuiste luego de cenar. Siempre fui un experto en reprimir mis emociones, pero eso se debía a mi padre, quien me decía constantemente que los hombres no debían llorar. Así fue, cené con ellos por primera vez, tras once años de vivir por mi cuenta. La mirada de Steve me resultó indescifrable, estar con él en esa sala de interrogatorio fue capaz de hacerme sentir asfixiado, nunca le he dicho a nadie que soy claustrofóbico, pero supe manejarlo. ¿Por qué te fuiste de casa? Preguntó, en sus manos tenía unos papeles que me parecieron sospechosos, con cada pregunta que hacía les echaba un ojo. Tuvimos algunos desacuerdos con mi padre y me echó de casa hace mucho tiempo. Quizás no debí haber respondido eso, pero él solo me miró, su dedo índice frotó el puente de su nariz, no supe qué significó ese gesto. Mantuve mi postura recta, sin encorvarme, pero me mostré relajado, quería que supiera que estar ahí no me intimidaba.

Todo indica que tu padre se suicidó, ¿puedes decirme si alguna vez notaste alguna actitud inusual, o, comentarios que delataran su estado?  Suicidio... Él jamás había expresado nada, además de su mal genio y sus constantes abusos, él fue un hombre normal, como cualquier otro, nunca se mostraba triste, tampoco era afectivo, solo lo fue con Katherina, ni siquiera lo vi darle un abrazo o un beso a mi madre, pero sí a las prostitutas con las que se acostaba en ese burdel, al que me llevó por primera vez cumplidos mis catorce años, hijo, conviértete en un hombre me dijo, yo no quería eso, pero así fue como perdí mi virginidad. , respondí, completamente seguro, con mi madre no solía expresar nada, pero en ocasiones me contaba sus preocupaciones, esperaba que mi mentira no fuera evidente, Steve pareció creerme, anotaba todo lo que le decía en una libreta, similar a la que usaba conmigo en nuestras recientes sesiones. Según las declaraciones de tu madre, tu padre no presentaba ningún rasgo que delatara signos de depresión o inconformidad, ella estipula que, él fue un hombre feliz y así se proyectaba siempre, mi madre siempre hablaba en bien de él, aún muerto. Relajé mi postura y cambié mi expresión, un poco de melancolía, Lo sé, él siempre fue así, pero, también se preocupaba por algunas deudas, le gustaba apostar, tal vez debía dinero que no podía pagar, somos una familia que a veces tiene dinero y a veces no, mis padres tienen un pequeño negocio en los suburbios, una tienda de abarrotes. Steve solo me miraba, sabía que estaba analizándome, pero yo me mantuve sereno, aunque por dentro quisiera salir de ahí e irme de una buena vez.

¿Cómo era tu relación con tu padre? Esa fue una pregunta capciosa, si no respondía correctamente corría el riesgo de que... Como la de cualquier padre con su hijo. Él entrecerró sus ojos, no sé porqué percibí aquello como una amenaza más que una terapia. Mencionaste que te echó de casa, la relación de cualquier padre con su hijo generalmente es normal, pero basado en tu propio testimonio, existieron problemas familiares entre ustedes. Yo mismo me contradije, pero supe arreglar mi error: Es que aún temo hablar de esto... Él se mostró intrigado y me invitó a hablar, soy tu psiquiatra, dijo, puedes contarme todo para entender mejor la situación y ayudarte en tu proceso. Tenía que responder: Mi padre tenía conductas agresivas, lo vi desde que era pequeño, mi madre solía decirme que él no era así, que el alcohol lo había hecho cambiar, mi padre... Era un manipulador violento, me maltrataba y también a mi madre, yo los veía pelear, me castigaba cuando le hablaba de mis gustos, yo quería ser músico, siempre lo quise, pero él me obligó a estudiar algo que jamás me interesó. 

Steve se quedó en silencio durante segundos, luego apuntó, de nuevo, en esa libreta, ¿sientes resentimiento hacia él? No sabía qué responder, no sabía si decir la verdad o si mentir, ¿pero qué fue lo que sentí en ese momento? Fue rabia, molestia, decepción, No, al menos ya no.

Silencio...

Ese silencio que tanto detesto inundó la sala en ese instante...

¿Estás seguro de eso? Preguntó, el resentimiento puede ser peligroso, Petrus.

Y yo lo sabía mejor que nadie.

No estuve solo mientras me sentía así... Samara me ayudó a despojarme de ese sentimiento, ella lo sabe todo, se lo conté, sus maltratos, sus castigos, sus ofensas y humillaciones, ella me ayudó a reparar ese odio que sient... Que sentía hacia él.

Esa había sido una de las tantas razones por las que me había enamorado de ella, me hacía sentir seguro, me hacía sentir acompañado. Entiendo, tu madre mencionó que él estaba dispuesto a reconciliarse contigo, quizás, su separación fue un punto clave para cometer el suicidio, esto puede resultar complejo, es probable que tu padre realmente se haya sentido afectado por tu ausencia, ¿Que pasó exactamente la noche de la cena, Petrus? De nuevo indiferente, sin mostrar nada. Cené con ellos, platicamos un poco y eso fue todo, luego fui a mi apartamento. Después, a altas horas de la madrugada, la policía me notificó de su muerte. Steve volvió a anotar en esa maldita libreta, que lo hiciera me causaba desesperación, escuchar el sonido de la maldita tiza del lápiz era desesperante.

Seré tu psiquiatra en lo que dure el proceso, debo decir que me sorprende tu actitud ante esta situación, por lo general, la familia se muestra afectada por la pérdida de un ser querido, tal es el caso de tu madre y tu hermana, pero tú... Tú no demuestras nada.

Lo notó.

Nunca he sido hábil mostrando mis emociones, eso ha sido un problema en mis relaciones interpersonales desde que fui pequeño. Steve cerró su libreta y me miró fijamente. Es todo por ahora, te veré la próxima semana, Petrus.

No recordaba esa sesión tan cargada de tensión, hasta este momento, y es extraño...]

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora