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El sonido del gas de la lata de cerveza al ser abierta resonó en el lugar, la brisa impactaba contra su piel y sus cabellos brindándole una sensación agradable. Antes solía ir solo a ese lugar, ahora lo acompañaba alguien con quien nunca imaginó estar ahí.

—Es un lugar tranquilo. —comentó Vincent mientras le brindaba un sorbo a su bebida— Mira de lo que nos perdimos todo este tiempo, si hubiéramos mantenido nuestra amistad este habría sido un lugar íntimo para ambos, habíamos hablado de muchas cosas aquí.

Si tan solo supiera que esa colina ya era un lugar especial, pero entre Petrus y Samara.

—O quizás no. Siempre disfruté venir solo aquí, pero en ocasiones es bueno disfrutar de la compañía.

Habían pasado varios días desde que Petrus charló aquella noche con el abogado, Vincent no tenía idea de que él planeaba abrir esa demanda en su contra, desconocía por completo los planes de Petrus. Mientras tanto, ambos volvieron a relacionarse de alguna manera, no eran cercanos como antes, pero al menos podían conversar sin querer matarse el uno al otro, Vincent realmente quería esto, pero Petrus solo fingía.

—Sé que no volverá a ser lo mismo, pero tenemos otra oportunidad después de tantos años, siempre lamenté que nuestra amistad terminara así, vivimos muchas cosas juntos, Petrus, tanto con Samara, como solo nosotros dos. —él sonrió levemente— Hace unos días recordé aquella tarde en Juilliard, cuando nos escapamos de clase para ver a las chicas de la danza.

Petrus sonrió y bebió de su cerveza.

—Nos descubrieron y estuvimos a punto de ser suspendidos, aún así logramos inventarnos una excusa perfecta.

—Tan perfecta que nos obligaron a aprender ballet y participar en el show para el que practicaban, pienso que fue una estrategia y un castigo al mismo tiempo.

—Seguro.

—Es agradable, Petrus.

—¿Qué cosa?

—Volver a charlar así.

—Como si esos once años no hubieran pasado.

—Exacto.

Ambos estaban sentados sobre el césped de la colina, recibiendo la sombra del árbol de flores azules que era tan simbólico para Petrus.

—Me gustaría que estos días fueran más constantes, ya sabes, recuperar nuestra amistad poco a poco. —Vincent añadió— Tampoco es fácil para mí, pero tampoco es difícil, es como si lo hayamos retomado desde donde lo dejamos.

—No es fácil olvidar, Vincent. Todo lo que has hecho en mi contra, filtrar mis fotografías, difamarme en los medios, yo no lo hice, ni siquiera lo pensé.

—Lo sé, pero ya es parte del pasado.

—Sí. —dijo, pero no lo hizo muy convencido, ese sería un pasado que no iba a olvidar jamás— Después de todo, mi filosofía siempre fue perdonar, pero no olvidar.

—Lo sé, siempre fuiste así. Ya no soy el mismo de antes, aquel adolescente que en ocasiones competía contra ti.

—Yo también lo hacía, era mucho peor que tú, no puedes negarlo.

—Tienes razón, siempre fuiste el más competitivo, pero eso nos unió, nuestras personalidades siempre fueron diferentes, aunque con el paso de los años ambos cambiamos, pero hemos madurado y supimos perdonar y dejar ir. Lo que pasó en el pasado nos marcó y nos ayudó a encontrar el origen de nuestros conflictos, estamos dispuestos a resolverlos. Fue por eso que hice lo que estuvo a mi alcance para hacerte recordar, si no lo recordabas no habríamos podido llegar hasta este punto.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora