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—¿No has considerado mudarte a un lugar menos extravagante?

—¿Has escuchado lo que dicen por ahí de los que tienen enormes mansiones? —secundó James mientras analizaba cada rincón de la mansión.

Al recibir el mensaje de Petrus, James y Keanu se dirigieron al supermercado más cercano para comprar algo de comer y beber, no desaprovecharían la oportunidad de convivir con su amigo tras largos periodos de encierro.

—Muchos dicen que una gran casa solo oculta grandes carencias, pero ambos saben que yo no carezco de nada y todas mis proporciones son catalogadas como grandes. —La voz de Petrus tenía un tono juguetón y brillante, demostrando el buen humor que manejaba en ese momento— O al menos es lo que dicen mis fotos en esa revista para chicas de hace tres años.

—Siempre alardeas de eso cuando tienes oportunidad. Solo basta con saber que estás de buen ánimo para que comiences a derrochar cantidades descomunales de egocentrismo.

—Me pregunto cuánto habrá costado esta maravilla, hace unos meses íbamos a visitarte a esa casa, admito que no era para nada sencilla, pero esto es definitivamente otro nivel.

Keanu estaba sorprendido por la estructura impecable de esa mansión, por unos momentos creyó que estaba entrando en el mismo Olimpo. Las escaleras de mármol a los laterales, las puertas blancas con detalles esculpidos con mucho cuidado, los decorados de plata y los candelabros del techo daban la impresión de haber sido construidos por los mismos dioses. De los tres, Petrus es quien no tenía temor de mostrar en qué despilfarraba su dinero.

—Te aseguro que no quieres saberlo. A diferencia de ustedes solo invertí en esto, no compré residencias en otros países, aunque lo disfruto poco ya que casi siempre se mantiene así, vacío.

—¿Dónde está Katherina? —inquirió Keanu.

—Salió hace unas horas, hemos tenido varias discusiones estos últimos días, prefiere estar con sus amigas que estar aquí. No la culpo. —Petrus detuvo su caminar y miró ambos— No supongan que quiero hablar de esto, el tema de Katherina y nuestras disputas estará fuera de esta conversación.

Keanu y James callaron, aunque estuvieron tentados a hacer algún comentario, pero prefirieron no hacerlo. Los dos estaban al tanto de lo que pasaba entre Petrus y Katherina, sobre todo, sabían del estado de Petrus, así que era mejor cambiar de tema.

Dejaron las bolsas con las compras sobre la isla de la cocina, Petrus se apresuró a tomar algunas latas de cerveza y las dejó sobre la mesa, al hacerlo no tardó en destapar la primera, en verdad necesitaba beber un poco, el primer trago le hizo sentir como si estuviera en el mismísimo cielo.

—¿Dónde estaban ayer? Les llamé un par de veces, pero ninguno respondió mis llamadas. —James estaba sentado sobre la isla de la cocina, en sus manos sostenía una galleta que comenzaba a abrir.

—Estábamos en el refugio. —dijo Petrus con absoluta calma y volvió beber— Usualmente ahí la señal es una mierda, para ser honesto, no quise responder ninguna llamada.

—¿Volviste a ese lugar del que Keanu y yo te recogimos estando a punto de morir?

—No lo digas con tanta aversión, James. —comentó Keanu— Aunque parezca que es un lugar lleno de conflictos y problemas, las personas que están ahí son increíbles, deberías acompañar a Petrus algún día, estoy seguro que verás las cosas desde otra perspectiva.

—Yo no podría acompañarlo al lugar de donde casi lo sacamos muerto.

—Si van a iniciar una discusión por cosas que solo me conciernen a mí, les pido que se vayan. —Petrus dejó con rudeza la lata de su cerveza sobre la superficie de la mesa— He tenido suficiente con los reclamos de Katherina, y no voy a soportar los tuyos, James.

CABELLOS NEGROS. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora