🌍 Capítulo 9

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JACK

Me encantaba jugar con Sheyla a mirarnos y no parpadear. Lo hacíamos cada vez que a mi me daba un ataque de ansiedad. Sí, creo que ha llegado la hora de contar lo que no es tan divertido sobre mí.

La discusiones de mis padres eran tan fuertes y constantes que me sentía culpable. Porque la mayoría de la veces peleaban por mi culpa. "Jack no es responsable porque no tiene una figura paterna como ejemplo", "Jack sería más cariñoso contigo si tu estuvieras en casa", "Jack, Jack y más Jack"....

Empezaban poco a poco, alteraciones en la respiración, manos sudadas, visión borrosa y dolor en el pecho que cada vez iba a más. Cuando me tumbaba en la cama intentando ignorar las voces de mis padres escuchaba un pequeño llanto en la habitación de al lado. Sheyla escondía su cara entre las rodillas y lloraba por el mismo motivo.

Me quedaba con ella, la abrazaba y de esos momento salió el mirarnos sin parpadear. Descubrí que si jugaba con ella a eso, las lágrimas le desaparecían y empezaba a reírse. Y ver su sonrisa provocaba la mía.

Cuando dejaban de discutir Sheyla me pedía que durmiera con ella y eso hacía hasta que veía que había cogido el sueño profundo. Cuando comprobada que estaba completamente dormida, me levantaba a hurtadillas y salía de casa. Montaba en monopatín hasta la playa más cercana y me sentaba en la arena, la tocaba, miraba las olas, apretaba mis puños contra la arena entre mis dedos y gritaba. Gritaba tan alto que mi voz se escuchaba a lo lejos.

Ese era mi escudo. Quizás es un acto cobarde porque no pedí ayuda médica en ningún momento y jamás se lo conté a nadie, incluso a Terri, solo lo sabía Sheyla.

En vez de eso huía, como un cobarde.

- Si dejas que la ansiedad te controle jamás llegarás a ser tu mismo y créeme eres increíble - me decía Sheyla cada vez que me pillaba saliendo de casa a las tantas de la noche.

Ahora estábamos más tranquilos porque nada nos causaba ansiedad, excepto los exámenes finales.

- ¡Has pestañeado! - Sheyla reía apuntandome con el dedo. Yo lo negaba aguantando la risa - ¡SI! ¡Si lo ha hecho!

- Pero serás tramposa... - la tumbé en la cama haciéndole cosquillas - me has soplado en la cara ¿Cómo querías que no pestañeara?

Ella reía sin parar y se retorcía.

El timbre sonó haciendo que los dos mirasemos hacia el pasillo. Era sábado , así que no teníamos clase. Nos quedamos en casa, supuestamente limpiando, pero las ganas de jugar se juntaron con la pereza.

- Ya abro yo - me levanté para saber quien era.

Abrí la puerta y el cartero me sonrió nada más verme.

- Hola otra vez Jack... Ten - me entregó una carta - gracias a ti mi familia tiene comida de por vida.

Al ver la carta sonreí y el corazón empezó a latirme velozmente. Era de Sandra, llevábamos ya dos meses escribiéndonos y habíamos avanzado mucho. Me contó todos sus gustos, los cuales me sabía al dedillo, también se sinceró conmigo y me contó que sufría burlas de dos chicas de su clase. Y que se sentía incomprendida y presionada por sus padres. Incluso que sufría un trastorno de ansiedad y que tenía que tomar medicación. También llegó a mencionarme a un tal Erick, cosa que no me hizo mucha gracia, pero no lo volvió a mencionar al notar que yo no le daba vueltas a ese asunto.

Yo hice lo mismo, le conté todo sobre mí, mis gustos, mis defectos, lo que me preocupaba y lo que me pasaba cada semana. Incluso cosas más profundas que jamás se me hubiera pasado contar a alguien que no sea Terri o mi hermana.

𝔅𝔞𝔧𝔬 𝔢𝔩 𝔪𝔦𝔰𝔪𝔬 𝔠𝔦𝔢𝔩𝔬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora