🌍 EXTRA 🌎

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SANDRA

- Cariño, ¿has cogido los pañales? - le pregunté mientras preparaba el asiento del bebé para colocarlo en el coche.

- ¡Si! ¡Lo tengo todo! - sacó la cabeza de dentro de los asientos y se acercó a mi sonriendo - tengo a la mejor esposa y al mejor bebé de la historia - agarro a nuestra hija en sus brazos y le hizo reír alzandola en el aire. Después me miró y me besó - ¿Quién es el papá más guay del planeta? - le decía a la pequeña Olivia mientras le rozaba la nariz con la suya.

- Vamos amor... O llegaremos tarde - sonreí agarrando a la niña en brazos y caminando hacia el coche.

Ella reía y soltaba palabras sin sentido de su boca. Tenia el pelo negro y los ojos azules, como su padre. Era muy juguetona, eso hacía que por las noches me costara dormirla.

Conocí a mi marido hace varios años atrás. Cuando ya por fin pude cerrar la etapa que tanto me dolía recordar. Me casé estando completamente enamorada de él y cuando miraba a los ojos de mi hija, me hacían recordar a los de una persona que había marcado un antes y un después en mi vida. Y eso me gustaba, ya que sabía que Jack seguiría siendo parte de mi.

Ahora era feliz, tenía casa propia, un esposo que me amaba, una hija a la que quería con toda el alma y unas espectativas de futuro increíbles.

Si, el pasado me había marcado, pero también me había enseñado a ser una persona más fuerte, más valiente y a superar cosas que jamás había pensado que podria.

Jamás olvidé a Jack y nunca lo haré. El siempre fue y ha sido, mi primer y verdadero amor.

JACK

- Cielo, por favor, dile a Terri que deje de excitar a la niña, después no hay quien la duerma - Ana, la chica con la quien había decidido casarme me abrazaba por detrás mientras dejaba besos en mis hombros. Yo cocinaba sopa de verduras.

- ¡Terri, deja a Eli en paz! - grité para que él me escuchara.

- Papá... el tete Terri dice que si pruebo esa bebida que solo tomáis los mayores... El ombligo se me pondrá azul - mi pequeña princesita me agarraba la pierna.

- ¿Qué más te ha dicho el Tete? - Ana la cogió en brazos y la pequeña me miraba sonriente. Tan solo tenía tres años.

- Me ha dicho que por la noche papá se convierte en lobo ¿Verdad papi?

Ana me miró levantando una ceja.

- ¡Terri! - le llamé, el cual apareció en la puerta de la cocina.

- ¿Si...?

- ¿Podiras dejar de traumar a mi hija? - lo miré fijamente.

- Eso del lobo lo hemos pillado, pero innecesario - mi mujer se reía.

- Vente con el tete, Eli - agarró a la pequeña princesa en
brazos - aquí nadie quiere al tete Terri.

- Yo si te tero - Eli se enganchó a su cuello y le dejo un beso en la mejilla.

Mi hija... Sin presumir... Era preciosa, tenía los cabellos negros como su madre y los ojos como los de Sheyla. La genética era increíble porque se parecían mucho. Todas las noches le hablaba de ella y le contaba anécdotas de cuando Sheyla tenía su edad.

Todos los atardeceres la cargaba en mis brazos y la sacaba para ver el atardecer. Yo miraba al horizonte pensando en aquella chica. Si yo veía el atardecer, ella estaría viendo la plena luz del día. Siempre pensé en ella. Ahora la veía de forma distinta. Aquella chica fue a la única, antes que mi mujer, que quise de corazón. Obviamente ahora no sentia lo mismo por ella como hacia varios años atrás. Pero la recordaba cada noche y sonría al pensar en lo que vivimos juntos. Conocerla fue un placer que la vida me había brindado. Y sabía que su recuerdo se quedaría en mi interior hasta que mi corazón dejara de funcionar.

FIN

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