🌍 Capítulo 38

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JACK

El vuelo se me estaba haciendo eterno. Mi cuerpo sudaba como un pollo y la presión de la altura me hacia tener dolor en los oídos.

- ¿Señor se encuentra bien? - la azafata se acercó a mi y me miró preocupada.

- Tranquila, mis oídos están a prueba de balas, pero si revientan casi que sentiré más alivio - reí.

Intenté hacer compresión pero me dolían aún más. Era mi segunda vez, después de muchos años, que me montaba en avión. La primera fue con dos años a Grecia y obviamente no me acuerdo nada. De lo único que me acuerdo es que de pequeño era un puro nervio y no paraba de subir y bajar escaleras, hasta que en una de las bajadas pisé mal el escalón y caí rodando. Mi madre me dio una galleta para que dejara de llorar.

- Le podemos dar agua o si lo desea puede irse algunos asientos más para atrás - me recomendó la chica.

- Creo que el agua está bien, el cambiarme de sitio lo veo ridículo porque todo el avión tiene la misma altura - dije sin pensar en los sentimientos de la azafata y cuando me di cuenta de lo que había dicho, me sentí mal - quiero decir... Gracias, gracias por su trabajo y preocupación - sonreí dimisuladamente.

La chica se alejó de mi para traerme el vaso de agua. Y a los minutos me lo colocó en la pequeña mesa que había delante de mi asiento.

Yo sonreí amablemente pero ella no me correspondió.

- Creo que he perdido técnica de comunicación - dije en un tono que solo podía entender yo - a este paso me volveré avestrúz...escondiendo la cabeza bajo tierra... Seré idiota...

- ¡Estimados pasajeros! ¡Dentro de cinco minutos aterrizaremos en Madrid, los pasajeros que desean hacer escalas hacia otros destinos, deberán dirigirse a la terminal cuatro! - la voz de la capitana sonaba por los altavoces - ¡La duración del vuelo ha sido de cuarenta y cinco minutos con una trayectoria bastante buena! ¡Os agradecemos que hayáis decidido volar con nuestra compañía!

- Y ahora lo repetirá en alemán - le dije al hombre mayor que estaba sentado a mi lado. El cual me miró y sonrió.

Efectivamente la capitana repitió lo mismo pero en dos idiomas más. Miré al señor y le sonreí mostrándole que tenía razón. Él se rio y me estrechó la mano.

- Tu español no eres - le dije sabiendo que no me entendía.

- Yes, yes... - el hombre asentia siguiéndome la corriente.

- Si, pero que entiendes una papa ¿no? - yo sonreía y aguantaba la risa.

El señor asentia con la cabeza y yo no pude aguantarme más. Empecé a reír.

- Sorry... - le dije levantándome de mi asiento y bajando mi mochila. Ya habían parado el avión.

***

Caminé entre las personas hasta la terminal cuatro y me senté en una pequeña cafetería esperando a que abrieran las puertas para subir al siguiente avión con destino a México.

Saqué de mi mochila la placa transparente que le había hecho a Sandra y una libreta con un boli. Le quería poner unas palabras dedicandosela. Mientras miraba la placa pensaba en las palabras adecuadas.

𝔅𝔞𝔧𝔬 𝔢𝔩 𝔪𝔦𝔰𝔪𝔬 𝔠𝔦𝔢𝔩𝔬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora