🌍 Capítulo 36

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JACK

Un restaurante tiene mucho más trabajo que una cafetería, empezando por la ropa. Debes ir más elegante, llevar los platos y vasos de cierta manera para que capte la atención de los clientes, debes ser refinado y educado con todos. Incluso la manera de expresarte con la cara decía mucho.

Todos los que trabajábamos ahí eramos hombres. No sabía muy bien el por qué, pero el perfil que buscaba eran hombres atractivos y altos. Eso para mí era un alago, porque yo me veía entre un saltamontes y una rana de río dulce.

Me llevaba muy bien con ellos y habia buen ambiente.

Cuando abriamos el restaurante todos los camareros nos poníamos en fila con las manos agarradas hacia delante y firmes. Todos llevábamos un smoking negro y pajarita. Y cuando la gente se sentaba, nos asignaban a cada uno, una fila de mesas.

Me llegaron a llamar el camarero enrollado porque siempre hacía reír a los clientes que me tocaban en las mesas. Aunque yo por dentro estuviera aún roto, me gustaba ver a la gente reír. Les dejaba los platos de forma original en la mesa, a veces les dedicaba un baile o les hablaba en plan francés exagerado.

- Vaya... ¿Qué tenemos aquí? - me acerqué a una mesa donde estaban sentadas seis chicas, una de ellas llevaba un manto de cumpleañera - ¿Mademoiselle? - sonreí a la cumpleañera y ella sonrojó - Os ha tocado el camarero más guapo del local...

Todas rieron.

- ¿Y el guapo está soltero? - me preguntó una de ellas.

- Ups... Vaya...es que aparte de guapo... Es esquizofrenico y todas las noches visito a una bella dama de México - las miré con picardia - no os gustaría saber lo que hago con ella - les susurré.

Las chicas volvieron a reír.

- ¿Qué desean tomar, lindas? - saqué mi móvil y esperé a que eligieran.

- ¿Tú no podrías ponerte en el plato? - una de las chicas, de pelo castaño y ojos negros me miraba mordiendo sus labios.

- Me temo que no... Mi jefe es muy quisquilloso y si me ve encima de su cubertería... Quizás me eche a la calle - le seguí la broma.

Una vez que pidieron, me fui a la cocina para dejar los comandos.

- ¿Ya estás ligando? - uno de mis compañeros me dio una palmada en el hombro.

- Mira - me levanté la camisa blanca solo un poco para que se me viera la parte baja del ombligo - soy fiel a ella - sonreí y le guiñé el ojo.

- No se quien es ella, pero mola el tatuaje - rio dejando sus comandos y agarrando una bandeja con bebidas.

Yo hice igual, agarré una bandeja y coloqué las bebidas que las chicas me habían pedido. Pero al girarme vi a Terri fuera del restaurante mirándome a través de los cristales.

- Aquí... - no entendía las señas que me hacía - Aquí tenéis las bebidas, preciosas - les coloqué a cada una de ellas sus bebidas correspondientes y seguí mirando a Terri, el cual hacía movimientos raros con las manos.

- ¿Todo bien, guapo? - escuché a una chica y bajé la mirada hacia ella.

- Perdonadme un momento - salí hacia Terri - ¿Estás bien o es verdad que has desarrollado algo mental?

- ¡Tus cartas! - me gritó aliviado de que por fin le entendía.

- ¿De que hablas? ¿Estás bien?

- Las cartas de Sandra, las personas que ahora viven en tu antigua casa han recibido cartas de Sandra todos estos meses. Dicen que son por lo menos veinte cartas y que todas van dirigidas a ti. Quieren que te pases a por ellas, las tienen guardadas - me dijo casi sin respirar.

𝔅𝔞𝔧𝔬 𝔢𝔩 𝔪𝔦𝔰𝔪𝔬 𝔠𝔦𝔢𝔩𝔬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora