🌎 Capítulo 39

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SANDRA

- Amor voy a ir al baño antes de entrar al avión - le dije a Erick levantándome de la silla que habíamos pillado en una de las cafeterías del aeropuerto.

- Te espero aquí - él me sonrió y caminé por los largos pasillos hasta encontrar un aseo.

Entré en él para mirarme en el espejo y recostarme el rimel de las pestañas. Al meter mi mano en el bolso, mis dedos chocaron con algo duro. Lo abrí para ver mejor lo que había metido dentro y saque aquel objeto. Al sacarlo, un trozo de papel se deslizó hasta mis pies.

Cuando vi de que se trataba, mi corazón empezó a bombear más fuerte, mis piernas no podían mantenerme en pie y tuve que agarrarme al lavadero, pegando mi espalda con la pared. Era una placa transparente con un código y un mensaje. En grande estaba la foto que nos habíamos echado Jack y yo en la playa. Escaneé el código con el móvil y empezó a sonar una canción. Agarré el papel del suelo y lo abrí.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y el pecho me oprimia y me dejaba sin respiración. La canción sonaba de fondo mientras que leía cada palabra que Jack había escrito sobre el papel.

Él me había visto, estaba aquí. Terminé de leerla, agarré mis cosas y salí con la carta y la placa en la mano. Corrí por los pasillos del aeropuerto fijándome en cada chico rubio que encontraba, pero ninguno era Jack.

- ¡Jack! - grité con lágrimas en los ojos. No me importaba que la gente me mirara raro - ¡Por favor, Jack! - caminé a paso ligero entre la gente para ver si lo encontraba pero no estaba.

Sabía que me había dicho que no lo buscara, pero como no hacerlo si él era el que me atormentaba cada noche en mis sueños.

- ¡Jack! - volví a gritar más fuerte. Corrí hacia un chico rubio con una sudadera negra y me puse frente a él - Jack... - pero al mirarle a los ojos vi que no era él.

El chico me miró extrañado y siguió su camino. Me quedé quieta en mitad de toda la gente, llorando y mirando solo un punto fijo en el suelo. El bolso se me escurrió de las manos y me tapé la cara con la única mano que tenía libre. En la otra agarraba fuerte la placa y la carta. Esa iba a ser la última que recibiría de él.

Una mujer mayor se acercó a mi y puso su mano en mi hombro.

- ¿Te has perdido? ¿Necesitas algo? - me preguntó preocupada.

- Necesito encontrarle - yo seguía llorando con la mano cubriendo mi dolor.

- ¿A quién?

- ¡Sandra! - la voz de Erick sonó de detrás de la mujer haciendo que esta se pusiera a mi lado y nos mirara con preocupación - ¿Sandra estás bien? ¿Qué ha pasado? - vi como miraba lo que llevaba en mis manos.

- ¿Era a él a quien buscabas? - la mujer mayor me preguntó desconfiada.

- Si... - mentí escondiendo la placa y la carta en mi bolso.

Erick me miró extrañado y me abrazó.

En ese momento me di cuenta que ya no volvería a saber nada de él. Se había ido definitivamente.

***

A veces la vida da tantas vueltas que no sabes donde llegarás a estar el día de mañana. Me hubiera gustado deciros que estuve feliz en mi viaje a París. Pero no fue así, releia esa última carta una y otra vez intentado aceptar el que jamás volvería. Intenté seguir con Erick pensando que podría rehacer mi vida, pero Jack había dejado una hueya imborrable en mi corazón.

Lloré por la muerte de Sheyla, ella era mi amiga. Lloré por los recuerdos vividos en España. Por las noches que pasé con él, por los besos que me dejaban sin aliento, por cada caricia que hacía encender mi cuerpo. Lloré por el momento en el que quise apuntarme al amigo por correspondencia.

Descubrí que no todas las historias terminan con un vivieron felices y comieron perdices.

Ahora, me aferro a los recuerdos de nuestras conversaciones nocturnas y me consuelo sabiendo que, aunque efímero, lo que tuvimos fue real. Me esfuerzo por seguir adelante, aunque a veces su ausencia me pesa como una losa. He aprendido a valorar los momentos que compartimos y a aceptar que, aunque no estemos juntos, el amor que sentí fue verdadero y profundo. Es un capítulo cerrado, pero uno que guardaré siempre en mi corazón, como un hermoso y doloroso recordatorio de lo que pudo haber sido.

Cada noche leo un capítulo de su libro. Siempre lo comento y le doy mi apoyo aunque él no sabe que soy yo. No hay noche que no llore por sus palabras plasmada en aquellos capítulos. Gracias a que él escribía podía saber cómo se sentía, como vivió su experiencia conmigo, qué fue lo que pasó con Sheyla y como fue el momento exacto en el que coincidió conmigo en el aeropuerto. Además, era cierto que mi nombre los ponía en los capítulos pares. Eso me hizo llorar...

Ese libro se había convertido en la ventana que daba a la vida de Jack. Era mi único escape para sentirme cerca de él y no me importaba releerlo.

Una noche mientras leía el último capítulo con lágrimas en los ojos, me saltó una notificación. Alguien me había mandado al perfil de mi cuenta, donde solía leer los libros y comentarlos, un corazón negro y un corazón morado. Al verlos mi corazón se aceleró porque supe quien me los había mandado.

- Te quiero - fue lo único que se me ocurrió enviarle como respuesta.

Y esperé, esperé hasta que sonó otra notificación, la cual miré corriendo.

- Yo te quiero por siempre y un día.

Sí, era él. El rubio de cabellos alocados, de ojos azules, piel blanca y labios carnosos. Aquel chico que tenía el poder de hacerme llorar y reír al mismo tiempo.

Mi Jack.

𝔅𝔞𝔧𝔬 𝔢𝔩 𝔪𝔦𝔰𝔪𝔬 𝔠𝔦𝔢𝔩𝔬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora