Reborn At Boot Camp: General Don't Mess Around!

Capítulo 70: Cooperación exitosa

Con la voz de Ye Jian, Xia Jinyuan ya no tuvo que ocultar sus pasos en la oscuridad. Fingiendo ser Liao Youde, subió apresuradamente las escaleras.

El hombre, —que los estaba esperando—, no sospechó nada. En cambio, sostuvo un encendedor para iluminar el camino a las personas que subían las escaleras y les dijo. —Doctora, lleve sus pertenencias y tenga cuidado por dónde camina.

Menos de medio segundo después de que se encendió el encendedor, Xia Jinyuan, —que llevaba un par de guantes de combate—, extendió la mano para pagar la luz y cubrió rápidamente la boca del hombre.

Dio un paso adelante y usó su brazo izquierdo para rodear hábilmente al hombre por detrás de su cabeza. Después de un sonido amortiguado, se restableció en el piso de arriba.

Una luz volvió a parpadear. Mientras espera, Ye Jian vio a Xia Jinyuan, —de rostro severo—, hacer un gesto con la mano para avanzar.

Cuando se apagó la luz, tomó la mano de la doctora Zhou y dijo suavemente. —Tía, este es el último paso.

El último paso fue irrumpir en la habitación donde se escondía el hermano Fei y controlar a los sospechosos.

El segundo piso del Gran Hotel Chunyang estaba destinado únicamente a alojamiento con cinco habitaciones para huéspedes. A través de su auricular, Xia Jinyuan recibió la información de los soldados que acechaban en el segundo piso. Varios miembros del personal de servicio habían sido puestos bajo control, mientras que se confirmó que los objetivos estaban en la segunda habitación para huéspedes del segundo piso.

Esta vez, Ye Jian, —que había subido las escaleras—, tomó la iniciativa y se acercó a Xia Jinyuan que estaba apoyado contra la pared para ocultarse. Hoy, en el momento en que ella extendió sus delgados dedos, él los agarró con fuerza y envió una señal con la mano.

Dos personas. Habitación de huéspedes N° 2. Segundo piso.

Al recibir el mensaje, ella cambió la voz a la de An Jiaxin Y comenzó a quejarse. —Debería haber traído una linterna. Está tan oscuro aquí sin ninguna vela. —Parada frente a la habitación de invitados N°2, continúa hablando con una voz más descontenta. —Tío Youde, ¿a dónde vas?

—¡Eres tan exigente! ¡Aquí tienes tu linterna! —Se escuchó la voz de Liao Youde. Después de eso, alguien se alejó trotando de la habitación, desconcertando a los soldados que se escondían en la oscuridad.

Mientras Ye Jian actuaba como ventrílocuo, imitando la voz de una y otra persona, Xia Jinyuan no pudo evitar sonreír con los labios cerrados.

¡Su imitación fue notablemente vívida!

La doctora Zhou también quería sonreír, pero no podía en este tipo de momento. Levantó la mano para llamar a la puerta y dijo: —¿Alguien pidió un médico? ¿Por qué hasta la puerta cerrada? —Su acento era el del pueblo.

—¡Por supuesto que hay un paciente aquí! ¡¿Por qué otra cosa te traería aquí?! —Esta vez, Ye Jian estaba adoptando la voz del hombre que fue noqueado por Xia Jinyuan.

Dentro de la habitación, el hermano Fei, acostado en la cama, finalmente habló. — Enciende las velas y trae el médico.

La habitación completamente a oscuras, finalmente se iluminó con las tenues luces de las velas. Hoy, cuando un rincón de la habitación se iluminó levemente, se pudo ver el rostro pálido y frágil del hermano Fei. Le dijo al hombre que lo había estado protegiendo todo el día. —¡Cuida la hija de la doctora y deja que Biao traiga al médico!

Mientras hablaba, apretaba los dientes y tenía una mirada feroz en los ojos.

En el instante en que se abrió la puerta de la habitación, Ye Jian reaccionó rápidamente y tiró a la doctora Zhou a un lado, Dejando la posición frontal a los soldados que estaban listos para organizar una redada.

De pie al frente con una mirada tan feroz como una espada en sus ojos, Xia Jinyuan Levantó su pierna derecha para patear violentamente la puerta que se abría. ¡Bang! Después de un fuerte ruido, toda la puerta de madera fue pateada hacia el interior de la habitación.

Estaba pateando a una velocidad tan alta y violenta que Ye Jian, —apoyada contra la pared—, sintió una ráfaga de viento acariciando su rostro, lastimándola un poco.

El hombre que estaba abriendo la puerta cayó al suelo. Antes de que pudiera levantarse, los soldados armados escondidos y irrumpieron en la habitación. Con sus hocicos negros apuntando al hombre en el suelo, gritaron. —¡Quieto!