Capítulo 5

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-Va a pedir algo señorita? – la mesera del lugar se me acercó a preguntarme.

-Si, me gustaría una rebanada de torta de chocolate con una malteada de ... – me quede pensando de que quería la malteada, que queda mejor con una torta de chocolate? Ah ya se – Chocolate, una malteada de chocolate por favor.

Para nada era secreto que era fan del chocolate.

Es que es una obra magnífica, bendito sea el que inventó esa exquisitez.

-Disculpe señorita, pero somos un café diatetico, y en estos momentos el chocolate no forma parte de nuestro menú, lo dice en un cartel en la entrada.

Diatetico?

Qué no trabajan con el chocolate dice?.

Bravo Emma, bravo.

Para donde miras tú que no estas pendiente por donde entras que no vistes ese condenado cartel Emma?.

-Entonces voy a pedir un poco de frutas con un vaso de agua por favor – no me quedo de otra que comer saludable.

-Ok señorita, dentro de poco le traeré su pedido.

-Gracias.

Se preguntaran ¿donde se encuentra esta loca? Pues me encuentro en la cita del sobre.

Bueno no precisamente en la cita como tal en la cafetería Maxwell, no, nada que ver, estoy en la cafetería que precisamente esta al frente de Maxwell, osea en la que se llama Don Nate. No crean que no tuve ganas de ir a la cita – aunque estoy en ella indirectamente – sino que no soy tan loca como para encontrarme con alguien el cual no conozco.

Decidí mejor ir a la cafetería de al frente, elegir una mesa que tenga vista de la entrada y de algunas mesas, solo quería ver aunque sea la cara de la persona que me citó, quería saber que era lo tan importante para citarme.

-Señorita aquí esta su orden – la chica la cual antes me había atendido la orden, traía consigo taza llena de frutas y el vaso con agua.

-muchas gracias – le regale una sonrisa.

‐Que lo disfrute!.

Me senté a esperar y a disfrutar las frutas que tenía al frente.

No me iba a ir hasta que el que me citó apareciera.

Total solo tenía que esperar a que entrara por la puerta para ver de quién se trataba.

****

-Disculpe señorita, Señorita.

Sentía como poco a poco abría los ojos.

-Despierte Señorita.

No puede ser me quede dormida.

-Ah si ya me desperté – le digo a la mesera que tengo al frente.

Pero qué pena.

-Ya estamos cerrando y usted se quedo dormida.

Esto está para funarme de pana.

-Por favor discúlpeme, ya me retiro.

Que pena, de verdad que pena.

Después de pagar lo que pedí y volverme a disculpar me retire del lugar, eche una mirada a Maxwell pero este también ya se encontraba cerrado.

Pero es que yo no puedo hacer algo bien?.

Como un perro regañado me fui poco a poco para mi casa, ya no quería trabajar más como espía.

-Aquí tiene – le entregue el dinero del pasaje al colector del autobús.

La realidad de soñarte a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora