Capítulo 40

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En cuanto se voltio pude ver el color rojizo en sus ojos, pero nada de eso me importó en cuanto llegó hasta aquí para salvarme me levanté y me dirigí hasta él para abrazarlo.

Lo abracé.

Lo abracé con fuerza, ¿por qué? Porque estaba asustada muy asustada, y él era la única persona que se encontraba en lugar para yo poder sentirme segura.

En cuanto lo abracé pude sentir su cuerpo tensarse, pero no se apartó, tampoco respondió el abrazo, pero eso no era necesario solo necesitaba tranquilizarle un poco.

Mentiría si dijera que no se sentía extraño, pero más que extraño se sentía familiar, como si hubiese estado esperando esto toda mi vida.

Es raro.

Pero no pensaba pensar en eso ahora.

Al cabo de unos minutos cuando ya me sentía más tranquila me alejé y lo único que hice fue agradecerle.

-Gracias.

El me miró y por primera vez pude sentirme segura estando con él, no me importaba el regañón que me esperaba, solo estaba agradecida de que haya salvado mi vida por tercera vez desde que lo conocí.

-No quiero pelear así que solo voy a decir algo – me dijo sin apartarme la mirada – ¿Nunca piensas en el peligro?.

¿Pensar yo?.

Eso era algo que ahora no hacía.

-En mi defensa esa pequeña familia de conejos necesitaba mi ayuda – le dije a lo que él me miró como si quisiera entender a qué me refería y en eso mi cerebro se encendió.

Cierto.

El puede leer la mente.

Piensa rápido.

Cochinos.

Arena.

Oso.

Cuando se me cayó el diente en preescolar.

¡Espera!.

¿Por qué pensé eso?.

Ahh que frustrante.

Mejor distraigamos la situación.

-¿Cómo me encontraste? – pregunté teatando de que no leyera mis pensamientos.

-Soy un vampiro Emma, tu olor no pasa desapercibido – dijo fijándose en una pequeña herida que no me había dado cuenta que tenía en la rodilla.

Buen momento para traer shorts.

Espera, es sangre.

Y él es un vampiro.

¿Será que empiezo a gritar?.

Devuelvan al oso.

-No pienso atacarte, ¿Quién crees que soy? – dijo en cuanto se dio cuenta de mi cara.

-Yo no dije nada – respondí con la frente en alto.

-No verbalmente pero si lo pensaste.

NO.

Me leyó los pensamientos.

NO.

-Eso no es justo, no tienes derecho a leer lo que pienso – le reproché.

-Te sorprenderías si supieras que en realidad no la leí simplemente es lo que dice tu cara – respondió neutro – ven siéntate ahí – señaló una piedra.

-¿Qué vas a hacer? – pregunté dudosa.

-¿Quieres que vuelva a venir el oso?.

-No no, ya me siento – hice caso y me senté en la piedra.

Aro se inclinó hasta quedar de rodilla y de su implacable traje sacar un pañuelo para luego vendar con él la herida que tenía en la rodilla.

Su mirada rojiza ya había cambiado a una grisácea, su cabello se encontraba un poco despeinado y su impecable traje lucía igual, impecable.

Pero qué buena vista se tiene desde aquí.

NO ME MALINTERPRENTEN LOCAS.

Simplemente estoy apreciando la vista que me regala el bosque.

Pervertidas.

-Tienes suerte solo fue un rasguño, nada grave, pero hay que encargarnos de ella si no quieres ser comida de vampiros o capas de algún otro oso – en cuanto dijo lo último pude apreciar como sus comisuras se elevaron un poco.

-¿Te estás riendo? Esto es nuevo – le dije con una sonrisa.

-Te digo que puedes ser comida para vampiros y solo te fijas en si me río o no? Estás loca de eso no queda duda alguna – me respondió mientras se ponía de pies.

-Pues verte reír es como una maravilla del mundo, ósea difícil de ver – le digo.

-Tenemos que volver, ya es tarde – me dijo mientras miraba su reloj – caminando llegaremos mañana así que ven.

-¿Qué piensas hacer? – le pregunté al ver que se inclinaba un poco.

-Al menos que pienses quedarte aquí toda la noche...

-No – lo Interrumpí – ¿qué hago? – le pregunté mientras me ponía de pie.

-Sube – se inclinó un poco para yo poderme subir.

Esto debe ser una broma.

-Emma no tengo toda la noche, a tu paso no llegaremos nunca.

-No me presiones – le dije – dios ayúdame a superar estos obstáculos que me colocas en el camino – Aro me miro confundido.

-Esta bien voy.

En cuanto termine de subirme a duras penas, Aro volvió ha hablar.

-Ahora cierra los ojos y agárrate bien, no necesitamos que te desmayes.

Hice caso a lo que me pidió y lo único que senti por unos segundo fue la brisa en mi cabello para luego escuchar a Aro decirme que abriera los ojos.

-Vaya ahora sí que estoy impresionada.

En cuanto abrí los ojos ya nos encontrábamos en la misma entrada del bosque donde anteriormente yo había entrado.

-Ahora encarguémonos de la herida.

Fuimos hasta mi habitación donde Aro llamó a Mary para que me revisara la herida y pudiera curarla para que no sangrara.

Y la verdad había hecho un trabajo perfecto.

-Por favor que mañana no se te ocurra amarrarte una piedra y lanzarte al lago Emma.

Y antes de poder responder Aro ya había salido de la habitación.

¿Tan loca cree que estoy?.

De paso, ¿Aquí hay un lago?.

Eso tengo que averiguarlo.

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