Capítulo 28

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-Benedict sabes dónde está el rey? – le pregunté con mucha queja al nombrar al amargado como "rey".

Pero es que , ¿por qué tantas formalidades?.

-Si, se encuentra en su habitación – mencionó tranquilo – sígame la llevaré allí – me dijo empezando a caminar.

Su habitación?.

Pero no habría que hasarle antes?.

Saben que, ya no quiero ir.

Pero si no vas, no tendrás información para el informe, y el escuálido no dudará en humillarte.

Buen punto.

Andando.

Benedict me guió escaleras arriba, porque resulta que el señor vivía en el último piso, es que no pudieron construir un elevador, cierto, son vampiros, que gafa soy.

-Es aquella habitación señorita, toque y el Rey la recibirá – me dijo para después irse del lugar.

Toco y ya.

Pero que sencillo parece.

No hay ningún guardia custodiando la zona.

Que raro.

Me acerqué poco a poco a la gran puerta y sin siquiera tocarla una voz se escucho.

-Pasa Emma.

Algunas veces, o mejor dicho, siempre, odiaba que supiera quién era sin siquiera verme.

Y si me hecho ajo? Todavía me olería?.

Al entrar la habitación se encontraba vacía, ¿Dónde estaba Aro?.

-Con permiso "su majestad" buenas noches, espero esté bien – dije con una amabilidad que podía engañar a cualquiera.

-Tu gran simpatía me hace sospechar de tus intenciones Emma.

Por supuesto que menos a él.

Y es que, ni yo me creí mi buen humor.

Y mucho menos con él.

-Así que, dime tus verdaderas intenciones – al salir de lo que supuse era el baño, toda mi simpatía calló en el piso, al verlo con solo una toalla en la cadera y su torso completamente al descubierto.

Pero es que a este nunca le enseñaron lo que es pudor?.

No ve que tiene a una joven de diecisiete años en su habitación tratando de que la ayude a no ser humillado por un fósil esquelético?.

-Eh... bueno – respira Emma, mira el techo, cálmate – es que acaso no puedo ser una persona preocupada por " su majestad"?.

Bien Emma, sigue mirando el techo, mantén tus hormonas tranquilas

-Puedo esperar preocupación de cualquier persona menos de ti Emma, además cuando puedas dirigirte a mí con buen semblante y sin ironía, creo que podré hacer el esfuerzo de creerte – dijo mientras me miraba.

Y este no se piensa cambiar?.

Ay mira, que bonita está la lámpara.

-Que puedo decir, tenía que hacer el intento – dije mirando cualquier lado menos a él.

-Claro – hizo una pausa – y puedo saber por qué miras más al cuadro? Acaso estás hablando con él?.

En realidad preferiría hablar y mirar al cuadro muchas veces antes que a él.

-No por nada, me parece bonito – pero que mala mentirosa soy – eh, viene aquí para pedirte un favor – le dije por fin mirándolo a la cara, solo a la cara.

La realidad de soñarte a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora