CAPÍTULO 32

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ARO ROSENHEIM

-¿Qué te ha hecho ella para hacerle todo esto? – preguntó Cyrux.

-¿A qué te refieres? – dije indiferente.

-Hace un rato te expresaste muy mal de ella, cuando sabías perfectamente que ella estaba escuchando – respondió mientras caminaba a mi lado – ella no ha hecho nada malo para que la trates así.

-Es una simple mortal Cyrux, y por ser un simple objeto de ayuda para nosotros no hará que la trate como una reina, además prefiero morir antes que bajar mi cabeza por un ser tan inferior como ella – respondí seco.

-Objeto? Pero de que hablas Aro? – dijo riendo – espero que ese simple objeto como llamas no te haga perder la cabeza, aunque creo que ya lo ha logrado.

-Claro, si yo antes no se la arranco por supuesto – en cuanto lo dije detuve mi paso al ver a una gran cantidad de vampiros pegados a la ventana – ¿Y esto qué es?.

-Creo que mejor deberías verlo tú mismo – dijo mi amigo mientras observaba por la ventana.

Tal como lo recomendó, me acerqué a la ventana para observar cuál era la razón de esta multitud de vampiros, y grande fue la sorpresa que me llevé.

-¿Qué carajos está haciendo? – dije furioso.

-Sin duda alguna devolver el insulto del rey – respondió mi amigo – buena suerte amigo, creo que la necesitarás – dijo dándome aplanadas en el hombro para después marcharse.

-LARGO DE AQUÍ !!– les grité a todos lo vampiros que estaban pegados a la ventana como larvas.

Emma Scott date por muerta.

Eso seguro.

EMMA SCOTT

El sol estaba en su mayor esplendor proporcionándole un espectacular brillo a mi piel, el agua estaba increíble y el paisaje le daban un toque divino al lugar, me encontraba de lo más relajada aquí, quién diría que la venganza sería tan placentera? Y mucho mejor cuando no habían muros en la costa, la ventaja de ser humana y poder llevar sol era la mejor sensación de todas.

-¿Se puede saber que carajo estás haciendo? – un Aro furioso había aparecido arruinando todas las buenas vibras del lugar – sal inmediatamente del agua Emma.

-¿Qué hago? Pues nadar ¿no es obvio? – respondí irónicamente – no seas aguafiestas, que tú seas un amargado no significa que los demás tengan que serlo.

-Emma sal de una vez – dijo molesto.

-Ay tranquilo, tampoco es para tanto – dije mientras salía de la piscina – es solo un poco de diversión.

-A qué estás jugando esta vez? – dijo mientras me agarraba con fuerza del brazo.

-Jugar? Que va, yo solo estaba nadando un rato, es que acaso no se puede? – pregunte paciente.

Al parecer el objetivo se estaba logrando más fácil de lo que esperaba.

-Por supuesto, a la niñita le provocaba nadar un rato y fue por su traje de baño y se metió a la piscina para nadar, claro, que tonto soy – dijo irónico – crees que soy estúpido? Esta es una de tus malcriadeses Emma, quieres molestarme.

-Para nada, no eres tan importante como para perder mi tiempo en ti, además, si no se puede disfrutar un rato de la piscina ¿para qué tienes una en tu gran castillo? – que mejor que esto para devolverle el trato – ah ya, disculpa algunas veces se me olvida que eres el rey, y que eso hace que tengas objetos para que cumplan su función sin necesidad de hacerla – le dije mirándolo fijamente para después soltarme de su agarre.

Camine hasta la orilla de la piscina donde estaba el sol para así poder secarme más rápido, dado que donde estaba Aro solo había sombra por lo que él no podría estar donde me encontraba.

-Todavía crees poder hablarme como se te de la gana? – dijo agarrandome otra vez del brazo para mirarme fijamente.

¿Cómo era posible?.

Había escuchado a Elara decir que los vampiros no soportaban el sol.

Ah claro, siempre se me olvida que este no es cualquier vampiro.

-Qué? Pensaste que no podría venir aquí por el sol? Eres tan idiota como para no haberte dado cuenta que cada vez que te veía, siempre estábamos en el sol, y aun así, te crees tan inteligente como para hacer estas ridiculeces – aunque me duela aceptarlo, tenía razón, está bien Aro ganaste la batalla, pero no la guerra – se te sigue olvidando que soy el maldito de rey de todo esto y ya es momento de que te des cuenta de lo que soy capaz de hacer.

Uy que miedo, miren como tiemblo.

Que imbecil.

Mejor démosle un poco de diversión al rey amargado.

-Tienes razón, todo este tiempo he estado equivocada – le dije mientras me acercaba más a él – algunas veces no mido mis acciones y la verdad debería decirte lo que pienso – y en cuanto me acerque un poco más a él, hice lo que tanto había esperado desde que llegó aquí.

Lo empujé.

Lo había empujado a la piscina.

¿Cómo pude? No lo sé.

Pero saben que fue lo peor?.

Que me jalo consigo.

Ahora estábamos los dos en la piscina, aunque ya yo tenía traje de baño y ya me habia bañado, mientras que él traía uno de sus impolutos trajecitos.

-¿ESTAS LOCA? – gritó furioso.

-Tal vez un poco – le dije para luego reír como loca desquiciada.

-Ahora con mucho más gusto te digo lo que pienso – le dije mientras me acercaba un poco – Vete al infierno Aro Rosenheim.

En cuanto estaba por alejarme y salir de la piscina Aro me agarró con fuerza y me acercó a él hasta quedar tan cerca que nuestros aliento chocaban contra el otro, o al menos el mío.

Su mirada era tan penetrante que podía jurar que estaba leyendo hasta mi alma, por nada del mundo quise quitar la mirada para no demostrarle adsolutamente nada, y solo me dispuse a pedirle que me soltara.

-Suéltame – le exigí.

-Qué? La niñita ya no es tan osada? – respondió sin soltarme.

-Imbecil – le dije mientras me rendía de forcejear contra él.

-Déjame decirte una cosa, si yo me voy al infierno, te llevo a rastras conmigo Emma Scott.

La realidad de soñarte a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora